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cop-65-web_2DE  MAFIA Y DE DESVIACIONES, ¿QUE ESTADO ES EL NUESTRO?
SEGUNDO CAPITULO. ¡QUE ASCO!

Por Giorgio Bongiovanni – 24 de junio 2010

Editorial del número de ANTIMAFIADuemila n° 65

La noticia es como un puñetazo en el estómago. El ex jefe de la Brigada Móvil y posteriormente cuestor de Palermo, Arnaldo La Barbera, cobraba sueldo por los servicios secretos. Precisamente él, el ex super policía que en 1992 fue nombrado con un decreto ad hoc en la cumbre de la brigada indagatoria “Falcone-Borsellino” para ocuparse únicamente de las investigaciones sobre los atentados de Capaci y Via D'Amelio, fallecido por un tumor en el 2002.
En el libro “L'Agenda” (La Agenda), escrito por los colegas Giuseppe Lo Bianco y Sandra Rizza descubrimos que los magistrados de Caltanissetta han ido recientemente a las oficinas del Aisi (ex Sisde) y han podido finalmente ojear los albumes fotográficos y las listas de los agentes que entre los años Ochenta y Noventa han estado en servicio en Sicilia encubiertos.
La sorpresa ha sido que, entre los agentes secretos a sueldo regularmente del Sisde, estaba también Arnaldo La Barbera. Nombre en código: “Catullo”. Un propio y verdadero agente secreto bajo cobertura que, poco antes de llegar a Palermo (entre el 86 y el 87), era pagado con un “bonus” mensual de alrededor de un millón de liras.
El dossier “Catullo” se ha materializado como un rayo en un cielo sereno en las investigaciones que están llevando a cabo los fiscales de Caltanissetta en el ámbito de la investigación sobre las desviaciones de Via D'Amelio.

En esta madeja hay que destacar que Gianni De Gennaro, actual jefe del Dis (Departamento para la información y la seguridad), ya había ordenado a todas las oficinas del Aisi y del Aise, las dos agencias para la seguridad interna y externa, de colaborar con los investigadores sicilianos en las nuevas investigaciones sobre los atentados del '92. Y no es un detalle.
Pero esta vez la apuesta en juego se alza ulteriormente. Estamos frente a una investigación que está arrojando luz sobre esa pista confeccionada entre el '92 y el '94 alrededor del “picciotto” de la “Guadagna” Vincenzo Scarantino (que se había autoacusado del robo de la auto-bomba que explotó en via d'Amelio) y que resultó ser falsa a todos los efectos.
Las voces sobre un “despistaje de Estado” se sobreponen al pragmatismo de los investigadores que proceden con pies de plomo sobre un terreno muy resbaladizo. Los investigadores se ven obligados a reescribir desde el comienzo la dinámica del atentado de via d'Amelio. En el fondo de la escena hay algunas sentencias pasadas como cosa juzgada gracias a las “revelaciones” de Vincenzo Scarantino, que pesan como piedras.
Las declaraciones concedidas en estos últimos dos años por el ex jefe de Brancaccio, Gaspare Spatuzza (sucesivamente comprobadas por varias fiscalías) han dado una vuelta de hoja decisiva a las tesis de los investigadores. En el interrogatorio del 17 de diciembre del 2008 llevado a cabo por los Fiscales de Florencia, que investigan sobre los atentados del '93, Spatuzza revela una anécdota relacionada con via d'Amelio. “U'Tignusu” habla del momento en el que, junto a otro hombre de honor de su distrito, se estaba llenando de explosivos el Fiat 126 utilizado en el atentado. En ese garaje Spatuzza se da cuenta que hay a un hombre que no había visto nunca antes y que solo hoy llegaría a reconocer en el album de fotografías de los agentes del Aisi (ex Sisde). Y será siempre Spatuzza cara a cara con Scarantino el que demostrará la credibilidad de sus propias declaraciones y la fragilidad de las mentiras del “piccioto” de la “Guadagna”.
Por no hablar de Massimo Ciancimino, hijo del ex intendente de Palermo, Vito, testigo viviente de la “negociación” entre Estado y mafia que en las declaraciones rendidas a la fiscalía de Palermo y de Caltanisseta proporciona indicaciones importantísimas sobre algunos exponentes de los Servicios ligados a doble hilo con Cosa Nostra.
El rol de nuestros servicios secretos se confirma por lo tanto determinante en la idea y en la puesta en práctica del atentado de via d'Amelio.
Ante todo ello una sensación de náuseas se apodera de cualquier ciudadano honrado. Al mismo tiempo que una sensación de rabia, indignación e impotencia ante este “sistema criminal” capaz de proyectar y realizar masacres similares.
Estoy desconcertado, triste y profundamente amargado por lo que estoy sabiendo sobre la verdadera historia de nuestro país.

Ya hace diez años AntimafiaDuemila publicaba amplios dossier sobre el bienio de atentados '92-'93 bajo el epígrafe “atentados de Estado”. Desde el primer número escribíamos sobre la “negociación” conducida por elementos de las instituciones en concubinato con jefes de Cosa Nostra.
A pesar de ello, nunca me he “acostumbrado” al horror y al asco de lo que he llegado a saber en estos años. Frente a esta abominación no he podido y no puedo hacer más que oponer y con determinación el compromiso de nuestro trabajo en apoyo de esos pocos magistrados que están llevando adelante una partida delicadísima para el futuro de Italia y no solo de ella.
Contextualmente tengo una sensación de asco hacia un hombre como Arnaldo La Barbera, capaz de venderse a ese mismo poder que ha matado cruelmente a Falcone, a Borsellino, a los hombres de sus escoltas y a muchos otros antes que a ellos.
La pertenencia de La Barbera a los Servicios Secretos es la gravísima confirmación de que estos personajes han “desviado” las investigaciones sobre los atentados.
Sirviéndose del “fantoche” de Vincenzo Scarantino han encubierto de esa manera, a los verdaderos ejecutores del atentado de via d'Amelio y los ulteriores escenarios relativos.
Nos encontramos frente a esos Servicios que, como he dicho otras veces, no son “desviados” sino que obedecen a un Gobierno, que hoy está dirigido por Silvio Berlusconi, que a su vez debe someterse a las directivas de los grandes poderes mundiales. Los “desviados” son en cambio esos “justos” capaces de servir los sagrados valores de la justicia y de la democracia, hasta el extremo sacrificio.
Por esta razón no me sorprendo ante la negación del programa de Protección con respecto al ex jefe Gaspare Spatuzza. Este rechazo revela claramente la facciosidad de aquellos que se sientan en la actual Comisión sobre los arrepentidos (en el seno del Servicio Central de Protección). Y me confirma asi mismo a qué poder obedecen estas personas. A excepción de los dos magistrados de la Dna, Maurizio De Lucia y Gianfranco Donadio (miembros de dicha Comisión), que en el momento de la decisión eran favorables al programa de protección para Spatuzza y que después de un durísimo choque se han visto en minoría.
Al diputado Mantovano le pregunto: ¿pero de verdad el motivo de la falta de concesión del programa de proteción a Spatuzza se debe a la superación de los 180 días de tiempo límite? ¿O la verdadera razón tiene que ver en cambio con la “peligrosidad” de las declaraciones de Spatuzza que mina los cimientos de un sistema connivente?
No nos tome el pelo, diputado Mantovano y no ofenda nuestra inteligencia. ¡Ya no se puede tolerar!
Es evidente a los ojos de cualquiera que tenga un mínimo de sentido cívico la motivación real que ha negado el programa de protección a Gaspare Spatuzza. Por lo tanto Ud. y sus acólitos tengan el coraje de decir que las reconstrucciones de Spatuzza ponen en riesgo le supervivencia de esos aparatos que no son “desviados” y que por una “razón de Estado” estas declaraciones deben ser bloqueadas y abortadas.
Vuestro frenesí de ocultación de la verdad es un extremo acto de violencia por parte de un organismo que como quiera que sea revela sus heridas purulentas. Esta loca metodología manifiesta vuestro conocimiento del riesgo que estais corriendo. El de perder el poder. El riesgo de perder el dominio sobre una parte de la opinión pública que no tiene intención de soportar vuestras mentiras y que pretende la verdad. La Verdad sobre los “atentados de Estado”.
Y el de via D'Amelio es la piedra angular para comprender el “gran juego” que el mismo Giovanni Falcone había comprendido antes que nadie.
Dentro de este “gran juego” el mismo Berlusconi puede contar con el apoyo de una franja de la centroizquierda connivente que a propósito nunca ha hecho de oposición. Esa centroizquierda que a partir del '95 ha comenzado a remar contra el pool antimafia de Gian Carlo Caselli y que puede considerarse cómplice de tantos lutos.
Si solo hubiese tenido el tiempo y si ese “poder de Estado” no hubiese decretado su muerte, Paolo Borsellino hubiera podido desenmascarar a estos personajes que usaban la mafia en función de su poder. Y hubiera llegado a señalar el nivel superior de este punto de contacto entre Estado y mafia: la alta finanza. Una verdadera “cúpula” capaz de condicionar la vida de un país civil, por encima del poder político.
Personajes como Bruno Contrada están pagando ahora la cuenta por todos los demás servidores de “ese Estado” que todavía están en la sombra. Contemporáneamente otros exponentes de las instituciones como el Gral. Mario Mori están  bajo proceso por haber obedecido también ellos a determinadas órdenes de esos mismos aparatos. Pero en ambos casos queda por arrojar luz más arriba que los directamente involucrados.
El descubrimiento de la pertenencia de Arnaldo La Barbera a los Servicios Secretos se encastra por lo tanto perfectamente en el mosaico que poco a poco toma forma. La Barbera era un servidor de “ese Estado” y por su propia cuenta ha actuado, ha omitido o ha despistado.
La segunda República nace del chantaje y ahonda sus raíces en la sangre de los atentados.
Esas “mentes refinadísimas” que Falcone había individualizado en los ideadores del fallido atentado de la Addaura controlan aún los hilos de las marionetas. Los Servicios Secretos no hacen más que servir al poder que en nuestro país está representado por la economía, por los poderes ocultos como la masonería, el Opus Dei, el Vaticano y la mafia.
Queda, por consiguiente, actualísimo el riesgo de acciones violentas contra quien está comprometido en las delicadas investigaciones relativas a los atentados y sobre la negociación. Investigaciones que inevitablemente involucran al Presidente del Consejo o por lo menos a su brazo derecho, Marcello Dell'Utri.

La historia nos enseña que eventos dramáticos de este tipo han sido determinados por las estabilizaciones, las desestabilizaciones y la creación de nuevos equilibrios.
Si se reconociera la necesidad de hacer un cambio de mando, “ese Estado” no dudaría un instante en confiar el encargo a Cosa Nostra.
Los ataques políticos indiscriminados y dirigidos a determinados magistrados no hacen otra cosa que preparar el terreno.
Mientras tanto queda la incognita de la clandestinidad de Matteo Messina Denaro.
¿Hasta cuándo “ese Estado” del que hemos trazado el rostro dejará que dure?
No se puede negar que su captura, o no-captura, entra en ese juego de equilibrios que todavía está en curso.
Y mientras su figura sea funcional al sistema es evidente que su protección será garantizada, a expensas de investigadores extraordinarios que, fuera de estas lógicas perversas, lo buscan de verdad.
Pero estos últimos son solo pobres “desviados”. Probablemente “inadaptados”, pero de los que quedará huella en la historia de esta desgraciada civilización.

ANTIMAFIADuemila N°65

ARTICULO RELACIONADO:
De  mafia y de desviaciones, ¿Qué estado es el nuestro? -  PRIMA PARTE - de Giorgio Bongiovanni
http://www.antimafiadosmil.com/italia/queestado.html

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