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La décimo quinta estación se refiere a la Resurrección de Cristo. En el mensaje descrito arriba Jesús nos pide que Le imitemos en las 14 estaciones, omitiendo lógicamente la

décimo quinta en cuanto a que ninguno de nosotros puede resucitar de la muerte física,

sino que solo El, el Cristo Redentor. La Resurrección de todos, es decir,

el Juicio Universal ocurrirá durante la Segunda Venida de Cristo.

El Vía Crucis, o Vía de la Cruz, nace del deseo de recorrer espiritualmente junto a Jesus la via el camino que lo llevo desde el pretorio de Pilatos hasta el Sepulcro.

Al principio de cada estación se dice:

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Después de cada estación se dice:

Un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria al Padre.

Santa Madre, Tú haces que las llagas del Señor queden impresas en mi corazón.

Primera Estación

Jesús es condenado a muerte.

Y todo el pueblo contestó: «¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!» Entonces Pilatos les soltó a Barrabás. Mandó azotar a Jesús y lo entregó a los que debían crucificarlo.

Segunda Estación

Jesús con la cruz a cuestas.

Los judíos tomaron a Jesús y cargándole la cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario (Juan 19,17).

Tercera Estación

Jesús cae por primera vez.

"He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba; no aparté la cara ni los ultrajes ni de las salivas que me echaban (Isaías 50,6).

Cuarta Estación

Jesús encuentra a su Santísima Madre.

“Observad y ved si hay dolor como mi dolo” (Lam. 1,12)

Quinta Estación

El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.

Cuando llevaban a Jesús al calvario, detuvieron a un cierto Simón el Cirine, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para llevarla, detrás de Jesús (Lucas 23,26).

Sexta Estación

La Verónica limpia el rostro de Jesús.

Muchos se horrorizaban al verlo, tan desfigurado estaba su semblante que no tenía ya aspecto de hombre (Isaías 52,14).

Séptima Estación

Jesús cae por segunda vez.

Eran nuestros sufrimientos los que llevaba, nuestros dolores los que le pesaban… Ha sido traspasado por nuestros pecados, deshecho por nuestras iniquidades… (Isaías 53,4).

Octava Estación

Jesús consuela a las piadosas mujeres.

Seguían a Jesús una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraba por él. Pero Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: “¡Hijas de Jerusalén!, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos” (Lucas 23,27-28).

Novena Estación

Jesús cae por tercera vez.

Venid a mí todos los que estáis cansados y oprimidos y os aliviaré. Cargad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas (Mateo 11, 28-29).

Décima Estación

Jesús es despojado de sus vestiduras.

Llegados al lugar llamado Gólgota le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel, pero él, habiéndolo probado, no quiso beber. Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos a suertes (Mateo 27,33).

Undécima Estación

Jesús es clavado en la cruz.

Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús y a dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda (Lucas 23, 34).

Duodécima Estación

Jesús muere en la cruz.

Hacía la sexta hora, las tinieblas cubrieron la tierra hasta la hora nona. El sol se eclipsó y el velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, con fuerte voz dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Y al decir esto, expiró (Lucas 23, 44-46).

Decimotercera Estación

Jesús en los brazos de María Santísima.

Un hombre llamado José, el cual era del Consejo, hombre bueno y justo, quien esperaba también el reino de Dios, que no había estado de acuerdo con la resolución de ellos, en sus actos, fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Después lo bajó, y lo amortajó en una sabana (Lucas 23, 50-53).

Decimocuarta Estación

Jesús es puesto en el sepulcro.

José tomó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, y lo depositó en su propio sepulcro nuevo, que había hecho cavar en la roca. Hizo rodar una piedra grande a la puerta del sepulcro y se retiró (Mateo 27, 59-60).

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