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Foto1PonerselasogaalcuelloenParaguayVictorNuñezFotowwwradio970amComPyAl  renunciar el Ministro Víctor Núñez fue como dar validez a las denuncias de Pablo Medina
Por Jean Georges Almendras, Director Antimafia Dos Mil Uruguay

En la Plaza de la Democracia de Asunción del Paraguay,  en el atardecer del día martes 18 de noviembre de este 2014, dos carteles pendían de una de las barandas del descanso superior,  frente al escenario montado para la movilización convocada por periodistas alineados en Antimafia Duemila pidiendo justicia para Pablo Medina. Los carteles decían nítidamente: “Juicio Político a Víctor Núñez”. Trece días después, el 1ero de diciembre, el oficialismo fijaba el día 11 diciembre como fecha de inicio del juicio político a la Corte Suprema de Justicia, tal el anuncio hecho por el diputado Ramón Romero Roa quien recalcó que la medida de enjuiciamiento, a través de un libelo acusatorio, se aplicaría sobre 4 ministros de la máxima corporación judicial, estando entre ellos el mismísimo Víctor Nuñez, acusado oportunamente de estar vinculado con el narcotráfico y de irregularidades en el desempeño de sus funciones.

Veinticuatro horas después, el velo de la hipocresía política se elevaba por sobre los cielos de Asunción al conocerse oficialmente, que Nuñez presentaba su renuncia a su cargo de Ministro. Según él, porque: Foto02VictorNuñezenunadesushabitualesactividadesFotoABCColor“yo nunca estuve apegado al cargo”; “Si se vota en la Cámara de Diputados y hay mayoría para juicio político, ese día yo voy a renunciar”: “Porque prefiero someterme a una audiencia pública, antes que a un juicio político”; “Porque yo lo que más quiero es dejar este infierno”; “Porque es un circo el juicio político”. Y por si fuera poco, prácticamente un mes antes de renunciar a la Corte  Suprema denunció una conspiración en su contra. “Acá hay tres políticos que siempre me están persiguiendo: Luis Alberto Wagner, Tito Saguier y Blas Llano” dijo Núñez a los periodistas en una conferencia de prensa en la que anunció,  que no se sometería al juicio político. Esto era el 4 de noviembre pasado.
En ocasión de la movilización ciudadana de la Plaza de la Democracia, el director de Antimafia Duemila, Giorgio Bongiovanni, le increpó públicamente, a través de los canales de televisión que cubrían el evento, diciéndole: “Señor Ministro, retírese. Yo le creo más a mi amigo Pablo, que decía que usted es amigo de los narcos, y no que Pablo escribiera falsedades. Usted ofende la Constitución de su país”. ¿Ironía del destino. ¿Casualidad? Lo cierto es que Nuñez se sintió acosado públicamente por el periodismo libre y por el sistema político y la opinión pública que se desbordó en acusaciones, y pues entonces tiró la toalla. ¿Y el que tira la toalla en esta contienda, otorga?. Pablo Medina, entonces, tenía razón, cuando denunciaba que Víctor Núñez, en su calidad de Ministro de la Corte, había intervenido para favorecer al intendente, Vilmar Acosta, vinculado al narcotráfico.
La renuncia de este oscuro personaje, Víctor  Núñez, que tuvo la osadía y la desvergüenza de llegar a decir, a poco del crimen de nuestro colega y amigo Pablo Medina, que éste se dejaba llevar por la ligereza y que escribía sobre lo que no conocía, pauta a las claras, que estaba desviado o que sencillamente nunca fue honesto, ni como funcionario del Estado paraguayo ni como ciudadano. ¿Sus apreciaciones y  sus acciones demostrarían que toda su carrera judicial nunca estuvo distante de la ya corrupción?¿ Tomar distancia del Juicio político no sería ya una respuesta?¿Calificar el juicio político de un circo no sería quizás una manera elegante y desafiante de poner una cortina de humo sobre su proceder en el cargo que dejaba? ¿Aseverar que hay una conspiración en su contra no sería igualmente una provocación para todos quienes lo señalaron con el dedo?.
En concreto, Víctor Núñez se salió con la suya. Y como diría uno de los titulares del diario digital “Hoy”, de Paraguay: “Núñez renunció para zafar del juicio político”. Y es efectivamente lo que aconteció. Sin más vueltas.
Conocida la decisión de dejar el barco de la Corte Suprema, ahora ya náufrago y a la deriva, Víctor Núñez, de 72 años de edad, seguramente debe estar recordando en su lugar de residencia  los maravillosos días en que sentado en el  cómodo sillón de su despacho administraba  justicia y hacía oídos sordos a un entorno que ya lo sindicaba como un hombre poderoso que no hacía mucho por despojarse de ciertos vínculos non santos.
¿Acaso fue una conspiración política sin fundamento  que el directorio del Partido Radical Auténtico haya tomado la decisión de impulsar el juicio político en contra suyo por “una serie de casos particulares que encajan Foto03ManifestaciondeperiodistaspidiendolarenunciadeMinistroVictorNuñezFotoABCColorperfectamente bajo el concepto de mal desempeño de sus funciones” según declaraciones del titular de ese partido, Miguel Abdán Saquier?¿Fue una conspiración sin fundamento que la prensa paraguaya  haya puesto en tela de juicio el nombre de Núñez, ya en el 2007, cuando fue sancionado por el Tribunal de Ética del Poder Judicial por haberse mostrado con “Calé” Galaverna durante su cumpleaños?.
Todos los paraguayos saben que Núñez –como muchos en la función pública- tiene a todo un clan de familiares en el Poder Judicial y que el último escándalo en el que se vio involucrado  estuvo relacionado con una denuncia por doble nacionalidad, nada menos que de Vilmar “Neneco” Acosta, denuncia que había sido presentada por un oponente político que terminó muerto.
Desde el 16 de octubre todos los paraguayos fueron informados por los medios de comunicación que un periodista llamado Pablo Medina, de 53 años, había sido asesinado a balazos en un apartado camino rural de la zona de Ipehju, en Villa Ygatimói, en Curuguaty, corriendo igual suerte una asistente suya: Antonia Almada, de 19 años. También, desde ese momento,  todos los paraguayos (y todos  los ciudadanos de la región y del mundo entero) fueron informados que los autores materiales e intelectuales del doble crimen tenían nombre y apellido: Vilmar “Neneco” Acosta, autor intelectual (y por si fuera poco Intendente de la ciudad de Ypehju); su hermano, Wilson Acosta y el sobrino de ambos, Flavio Acosta, autores materiales de los asesinatos; y Arnaldo Cabrera, chofer, cómplice de los hechos. Vilmar Acosta, era un funcionario público. Una persona que no solo debía estar bastante a distancia de  este tipo de ataques, sino que además no tenía que estar vinculado con elementos  del crimen organizado. Pero la situación era en contrario: “Neneco” era (y es) un referente del narcotráfico operativo en la región y un confeso enemigo de Pablo Medina. Y más tarde su victimario. Su asesino.
Foto05JuntosenelcumpleañosCaleyVictorNuñezFotoArchivoABCColorApenas 19 días de cercenarse las vidas de Pablo Medina y de Antonia Almada, salvándose milagrosamente  en el ataque su hermana mayor Ruth (que se convirtió en la único testigo de los asesinatos) el entonces Ministro de la Corte Suprema, Víctor Núñez, cargó contra Medina como un delirante, solo porque quien ya se encontraba exánime y sepultado en una muy humilde tumba de un cementerio cercano a Curuguaty tiempo atrás lo había denunciado públicamente como un personaje que desde el sitial del Poder había intervenido para favorecer al narco intendente Vilmar Acosta, en varios casos.
En una conferencia de prensa, que demandó dos horas, visiblemente ofuscado y con el rostro desencajado, y levantando nerviosamente con su mano izquierda  una de las publicaciones de Medina lanzó el primer misil en su contra: “Con el respeto que me merece, Pablo Medina era un periodista que se dejó llevar por la ligereza, escribía lo que no sabía y entró en contradicciones”.
¿Por qué tanto encono con Medina? ¿Será porque Medina, como periodista muy conocedor de la zona de Ypehjú, venía  sacando a relucir los trapos al sol, dando cuenta de todos los connubios (sutiles y descarados) entre Núñez y el crimen organizado? ¿Será porque  Medina ventiló en sus artículos, por ejemplo, que Núñez intervino personalmente en el Tribunal de Saltos del Guaira para agilizar la liberación de Vilmar Acosta días antes de las elecciones municipales en 2010, siendo que el mismo había sido detenido tras encontrarse restos humanos en el patio de una vivienda de su familia?¿Será porque Medina había dicho, a los cuatro vientos, que el ex intendente Julián Núñez (quien también habría sido asesinado por Acosta) había solicitado la nulidad de la candidatura de “Neneco”, por tener doble nacionalidad, tras tener  rechazos en el Tribunal Electoral de Alto Paraná y el tribunal Superior, recurrió a la Corte, donde fue dilatado el pedido hasta nuestros días? ¿Será porque fue Núñez quien tuvo mucho que ver con esa maniobra? ¿Será que Medina no estaba equivocado al denunciar, además, que Núñez también habría favorecido a unos narcotraficantes que invadieron la Reserva del Mbaracaju  constgruyendo una pista clandestina de aviación cerca de una plantación de marihuana?.
Víctor Núñez fue mucho más cruel en sus apreciaciones. Fue mucho más directo, en aquella conferencia de prensa en la que buscó colocarse en la mejor posición, a espaldas de un muerto que lloraba todo el Paraguay.
Con el desparpajo propio del letrado que busca convencer a la audiencia, Núñez aseveró:”Lastimosamente se está queriendo aprovechar y negociando  sobre el cadáver de un  prójimo, están haciendo festín sobre su cadáver para buscar perjudicar a mi persona”
No creemos que sea así. Nos toca el turno, ahora, preguntarnos ¿Quién es Víctor Núñez para hablar con tanta autoridad moral sobre las denuncias de Pablo Medina? ¿Puede este funcionario del Estado paraguayo atreverse a cuestionar las verdades que un hombre de bien lanzó a la opinión pública con el costo de su vida?.
Me parece que Víctor Núñez hizo trizas ya esa muy remota posibilidad, solo por haber logrado zafar del Juicio Político, renunciando a su cargo en la Corte Suprema de Justicia. Muchas chances para reivindicarse, creo que ya no tiene. Para hacerlo tendrá que demostrar lo contrario a lo que fue denunciado por Medina. Y eso, mucho dudo que vaya a ocurrir.
Pero ahora retomemos la pregunta ¿Quién es Víctor Nuñez?.
El periodista Víctor Franco Novarecci  responde esa pregunta en un artículo publicado en ABC Color el día 7 de noviembre de este 2014, a tan solo 22 días del fallecimiento de Medina y de Almada.
“Víctor Manuel Rodríguez es tal vez el Ministro de la Corte Suprema de Justicia más cuestionado debido a que siempre su nombre salta cuando se habla de expedientes en los que se mueven grandes intereses. Desde hace casi tres años viene amenazando con renunciar a su cargo en la máxima instancia judicial, que es inamovible” ha escrito Novarecci en ABC Color.
Y agrega: “Nuñez hizo carrera judicial pasando por varios cargos, como ser juez y camarista, y llegó a la Corte Suprema en 2003. Actualmente integra la Sala Constitucional y es responsable de las circunscripciones judiciales de los departamentos de Amambay y Canindeyú”.
Pero la carrera profesional de Núñez tiene un color verdaderamente repulsivo, a juzgar por las apreciaciones del  colega Novarecci, porque en su artículo trae a la memoria temas poco cómodos para el ex Ministro de la Corte Suprema, y bastante irritantes para nosotros, y para cualquier ciudadano  paraguayo.
Escribió Novarecci: “Muchos vientos de cambios ya soplaron sobre el ministro, sin embargo ninguno fue tan fuerte, ni siquiera para despeinarlo, ya que supo moverse en círculos influyentes de poder, que lo atornillaron a su sillón ministerial. Uno de esos círculos es el que lo liga al senador Juan Carlos Galaverna, y a cuyo cumpleaños acudió en reiteradas ocasiones. Sin rubor alguno Víctor Núñez, posó en fotografías en los gigantescos festejos que suele hacer el político colorado, en su natal Ypacaraí. La indignación colmó el vaso y el Tribunal de Ética del Poder Judicial, para tratar de calmar las críticas, decidió sancionar a Víctor Núñez en el 2007 por su exposición pública en el cumpleaños de “Cale”. Sin embargo, pese a lo grave del hecho la situación no pasó de un simple estirón de orejas”.
También, por aquel 7 de noviembre, en el diario ABC Color, el más importante del Paraguay y  del que Pablo era su corresponsal en el interior del país, Novarecci informaba: “Pese a demostrar públicamente su amistad con Galaverna, el ministro Núñez, nunca se apartó de entender en los casos en los que el político estuvo inmerso. El último caso se refiere al amparo que promovió el senador, para que un vídeo en el que se lo ve con unas mujeres, aparentemente en sesiones de sexo, no fuera difundido por los medios. Este caso llegó a la Corte y uno de los que falló a favor de “Cale” fue su amigo Núñez”.
La crónica de Novarecci no ignora el caso conocido como el robo del siglo a la Caja de Jubilados de la Binacional Itaipú (Cajubí). En un expediente en el que se habla de un desvío de 150 millones de dólares, también emerge la figura de Víctor Núñez.
“El principal imputado y acusado es Víctor Bogado Núñez, sobrino del ministro y para que este caso pudiera ser elevado a juicio oral y público, los abogados de Cajubi tuvieron que librar una lucha titánica para ir sorteando las innumerables “chicanas” que aparecieron”, prosigue el periodista de ABC Color.
“También el abogado Héctor Rodas, yerno de Núñez, defendió a uno de los procesados en este caso, pero ni con eso se pudo parar el inexorable destino del caso a juicio. Como último intento por torcer la justicia se conformó un tribunal a medida para este juicio” se consigna en la crónica de Novarecci.
Por último se informa que “Las juezas Mesalina Fernández, Gloria Hermosa y Liza Battilana fueron designadas como las que se encargarían de llevar adelante el juicio oral y público que está fijado para mayo de 2015. Sin embargo, las primeras dudas sobre la imparcialidad del juicio se dieron cuando la jueza Gloria Hermosa no se apartó del caso, teniendo en cuenta que ella por muchos años fue funcionaria del Dr. Víctor Núñez en la Corte Suprema. Fue su secretaría y relatora, cuando uno  de los procesados es sobrino de su exjefe, y  debía renunciar, pero no lo hizo.”
¿En cuanto al narcotráfico?. Novarecci reseña este aspecto de una manera muy peculiar: “Ahora el caso más reciente es la aparente protección que Víctor Núñez le dio por mucho tiempo a grupos mafiosos que operan justamente en una de las jurisdicciones que están a cargo del ministro de Corte, la zona de Canindeyú. Núñez llamó a una conferencia de prensa para tratar de deslindar su responsabilidad en el apañamiento de narcotraficantes que ajusticiaron al periodista Pablo Medina. El ministro de Corte se mostró muy nervioso ante las acusaciones en su contra, pero disparó contra varios sectores (prensa, políticos y otros) para tratar de deslindar su responsabilidad. Retó a los políticos a que traten de someterlo a un juicio político y después dijo que ese era un “circo” y que no se iba a prestar al mismo. Luego apeló a un recurso que al parecer está de moda, que es volcarse al lado místico y dijo que se mantenía en el cargo, solo por un designio de Dios. Es evidente que Víctor Núñez no va a renunciar por más presiones que reciba y por más pruebas que se exhiban en su contra. La única salida que queda es el juicio político o que por intermedio divino el ministro reciba la orden de Dios de dar un paso al costado”.
No obstante, a comienzos del mes de diciembre Víctor Núñez presentó la renuncia con bombos y platillos. Y como diría mi colega Erika Pais, en un escrito reciente, tal vez optó por ese camino porque se miró en el espejo y descubrió que el Dios con el que hablaba y que le hizo decir al pueblo Paraguayo “Dios me puso en la Corte Suprema y estaré aquí hasta el día en que Dios quiera”, seguramente no es el mismo Dios. Es otro. Es el que lo expulsó de la Corte Suprema. Es el Dios justiciero, no el suyo  que era a imagen y semejanza.
Con la renuncia de Núñez sobrevino el final de una etapa y el comienzo de otra. No menos compleja. La etapa en la que se van dibujando los planos para hallar  la verdad. La etapa en la que se comienzan a correr los velos de la verdad. ¿Para que la verdad salga a la luz en forma descarnada y con la celeridad deseada? Tanto como eso, no creo, porque aún hay demasiados muros a derrumbar. Pero al menos, con un Víctor Núñez fuera de la Corte Suprema,  la atmósfera será un poquito más diferente. Aunque coincidimos plenamente con la Presidenta de la Coordinadora de Abogados del Paraguay Katya González, cuando dice que “después de la renuncia de Víctor Núñez se respiró un aire más puro, esta renuncia oxigenó la atmósfera corrupta”, vemos que el aire todavía allí y en el Congreso, y en el Paraguay, sigue siendo viciado, denso, y nauseabundo. Mal que nos pese para los paraguayos y para los sudamericanos.
No son pocos los Víctor Núñez. No son pocos los Vilmar Acosta. No son pocos los corruptos dentro del Estado paraguayo y de su sistema político. No son pocos los terroristas del poder, avasallando y mutilando las esperanzas de los campesinos y de la libertad de expresión. Pero tampoco son pocos los Pablo Medina, porque estamos nosotros. Junto a ustedes, lectores, que no deben quedarse con el saber, sino que deben acompañarnos en la acción, oponiéndonos tenazmente al poder corrompido, y denunciándolo. Solo así  podremos poner en falsa escuadra a personajes como Víctor Núñez aún a sabiendas de que nos lanzarán a boca de jarro ser víctimas de una conspiración.
La voz y la pluma de Pablo Medina fueron calladas a plomo. Una de sus asistentes –Antonia Almada- pago igual precio. ¿Acaso también nos callarán a nosotros? ¿Y a todos que como nosotros estrechamos brazos para cerrar filas y no dejar pasar al espíritu corrupto?. La hora del plomo mafioso comienza a desmoronarse. Pero dependerá de nuestra unidad. De nuestra valentía. De nuestra perseverancia. Y gracias a Dios que Víctor Núñez ya no está en la Corte Suprema de Justicia. Dios oyó sus ruegos y los nuestros ¿Será el mismo Dios? ¿Y no será que Víctor Núñez, al renunciar, terminó dándole  la razón a Pablo Medina, sobre todas sus denuncias? ¿No será que el amigo de “Cale” Galaverna  finalmente terminó colocándose la soga al cuello?
6 de Diciembre de 2014