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21 de Diciembre de 2014
DON PABLO MEDINA, PADRE, HABLA DE SU DOLOR, A DOS MESES DEL CRIMEN
En una conversación franca y sincera, en el expresivo idioma guaraní –en realidad yopará–, don Pablo Medina, padre del asesinado periodista de ABC Color Pablo Medina Velázquez (53), comenta sus sentimientos de dolor a poco más de dos meses del criminal atentado. Asegura haber quedado huérfano y con mucho pesar, pues su hijo era el sostén de la familia. Su esposa, Ángela, quedó muy afectada y su corazón ahora solo funciona en un 40 por ciento.
 
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Don Pablo Medina, en una entrevista en guaraní, realizada en nuestra redacción. / ABC Color Ampliar

–Don Pablo, ¿cómo se siente ahora?

–¿Yo?

–Sí, ¿cómo sobrelleva esta situación, ahora que su hijo ya no está con ustedes?

–Me pesa esta situación, amigo. Es el pesar de los pesares, porque –debo contar la verdad– era tan amoroso, tan cariñoso y solidario con la familia. A la hora que sea, si nos enfermábamos, él nos auxiliaba. Y ahora, ¡me siento huérfano! No es que menoscabo a los otros hijos, pero hay hijos que nos visitan con mayor frecuencia.

–Él era el sostén...

–Ahora estamos así... (Ángela de Mérici Velázquez de Medina, madre de Pablo) está enferma... Pero, felizmente –como quien dice–, ella puede recuperarse, porque está siendo muy atendida en IPS.

–¿Se le está atendiendo bien a ella?

–Se le atiende de buena forma.

–¿Y qué enfermedad sufre actualmente?

–Se está debilitando. Tiene anemia, su cuadro empeoró y a consecuencia de eso se encuentra en ese estado. Yo la estoy atendiendo, pero la veo muy mal. Ella anda cabizbaja todo el día; ya no quiere comer, y eso entorpece su recuperación. Así es la situación, amigo.

–¿Ahora va a visitarle?

–Voy a ir, amigo. Cómo voy a venir hasta acá y no ir junta a ella. Antes estaba internada, ocasión en que le sometieron a estudios, pero no vieron mejoría y la llevaron a terapia. Su corazón funcionaba solo al 40 por ciento, al igual que su pulmón y su riñón; eso es por algo...

–¿Vio la tele y escuchó radio (el día del asesinato)?

–Vio todo. Siempre, a esa hora (la hora de los noticieros) ella ve la televisión. Y eso le afectó, le dolió. Sabés lo que es la magnitud del amor de una madre, amigo. Yo, como hombre, como quien dice, mejoro en ciertos momentos, pero ella se entregó totalmente a la enfermedad. Y eso no es bueno...

–¿Le afectó mucho?

–Se afectó mucho.

–¿Y qué hace para sobrellevar la situación?

–Me armo de fuerzas, no me entrego a la debilidad, porque si no yo... Pero me pesa, me pesa, mi amigo. No puedo... cuando lo veo (en las fotografías)...

–Ahora que cayó el chofer (Arnaldo Javier Cabrera López) y contó cómo hicieron, cómo prepararon todo, ¿qué puede decir?

–En un cumpleaños, ellos (Vilmar Neneco Acosta y sus cómplices) tomaron la decisión (de matar a Pablo). Yo escuché eso, y vi (en la televisión). Esa fue su declaración. (Neneco) le exigió al chofer que haga eso. “O de lo contrario te vas a ir también”, le dijo, según cuentan. Así declaró (el chofer). Tiene miedo, y ahora pide protección.

–¿Y qué piensa?

–Cómo no pensó en la familia, amigo. ¿Acaso no le dolió destruir una familia, ultimarla? ¿Verdad que es así, amigo?

–No pensó al momento de hacer

–No pensó, y ahora se convenció... Le quiere a su esposa, a su familia. No tiene sentido eso, mi amigo. Y no sé si la justicia está sosteniendo su pedido; eso no manejo, pero él no merece estar donde está ahora (la Agrupación Especializada). Él debe ir a la cárcel, como se dice, a Tacumbú; no pertenece al lugar donde ahora está. Si la justicia fuera firme, esto no podía ser; él debe ir a Tacumbú, como otros delincuentes.

–Él contó que Neneco repartió víveres el día del asesinato de Pablo Medina. ¿Escuchó eso?

–Escuché, fue así mismo. Festejaron a lo grande, y ahora eso ya terminó. Ellos lamentaron no haber matado también a la hermana de Antonia Almada; ella los conoce y los identificó. Si no fuera por ello, esto ya quedaba en la nada.

–¿Y qué piensa de la diputada Cristina Villalba (ANR)?

–Uno de ellos... (Cristina) era la madrina, madrina (enfatiza), y ese gobernador (Alfonso Noria, ANR) es un traidor, traidor (enfatiza); él lo entregó a Pablo. Salían juntos como amigos, cuando ya estaba todo planeado. Te digo con responsabilidad, porque vi; en una oportunidad yo estaba con Pablo, y él (el gobernador) le llamó. En aquel entonces ya estaba todo planeado, planificado. Debo decir la verdad, amigo, y si tienen que matarme por ello...

–¿Ellos sabían todo?

–Ellos sabían todo... Se protegieron mutuamente.

–¿No le advirtieron a Pablo para que pudiera defenderse?

–No... Cuando aquel 26 de abril (de 2013) vino a casa, le dije... Vino a casa porque su mamá le dijo: “Vení a casa para festejar (el Día del Periodista), vamos a comer gallina”. La gallina era su comida preferida. “¿En serio decís, mamá? Me voy ahora”, respondió Pablo. Y en ese momento se le mató a un fotógrafo (Carlos Artaza, quien se desempeñaba como fotógrafo de la Secretaría de Prensa de la Gobernación de Amambay). Ahí le llamaron de radio Ñandutí y le preguntaron dónde estaba. “Estoy con papá y mamá, quienes me festejan el Día del Periodista”, respondió. Le dijeron: “Cuidate, Pablo, porque estás amenazado; en cualquier momento esto puede repercutir en vos. Cuidate”. En aquella oportunidad yo le dije a Pablo: “Muy mal está tu caso, hijo; renunciá por favor”. Él me respondió: “No, papá, yo ahí debo estar parado como hombre y no voy a renunciar; y si quieren sacarme la vida, que me saquen”. Y qué le vas a decir a un hijo que ya creció todo. Él debía tomar su decisión.

–No quería dejar su vocación...

–No quería dejar. Así mismo, amigo.

–¿Nunca demostró que tenía miedo?

No, nunca mostró, nunca mostró (enfatiza). Antes se le había puesto seguridad, pero luego vino una resolución del ministro de quitar los guardias de seguridad a la prensa.

–¿Y usted, ahora? ¿Hay alguna autoridad que se preocupe por usted?

–No. Anteriormente, cuando ocurrió recién (el asesinato), se solidarizaban; ahora ya nada. Ahora salgo de esta manera, así mismo (sin guardia alguno). Había un guardia en casa, pero luego terminó eso.

–¿Necesita protección?

–Pero, mi amigo, yo nomás me digo a mí mismo: “Si ya quisieran sacarme lo que me resta de vida, para qué voy a preocupar a los niños. Lo que sea que pase, que pase conmigo”. Soy pobre y necesariamente debo salir a rebuscarme, tengo que ir a buscar recursos.

–¿Y qué pide a las autoridades?

–Pido que esclarezcan este crimen, que detengan a los autores intelectuales y materiales. Ojalá pueda ver eso antes de morir. Y su madre también tomó esa decisión.

–¿Cómo ve la investigación?

–Se dice que la balanza se inclina hacia el lado donde haya plata. Y ellos andan así, con plata de por medio; mucha plata tienen esos bandidos, mucha plata... Compran jueces, fiscales, esto y aquello... Por eso nomás esto está así.

–¿Se dice en Ypejhú que Neneco y sus cómplices están en Brasil?

–No. Probablemente, no estén en Brasil; por ahí (por la zona) nomás están, donde se los protege. Ya vio que tuvieron apoyo en el propio cuartel, donde –por temor– durmieron. Estaba temeroso ese señor (Neneco); no pensó en sus actos, y ahora se dio cuenta. Las sagradas escrituras dicen: “No matar”. Y cómo violó ese mandamiento... Evidentemente, no tenía conciencia humana; yo pienso eso, porque muchos atropellos cometió contra la ciudadanía. Se sabe todo, él era intendente y tiene mucho dinero.

–Ahora se sabe que perjudicó a muchos. Eran totalmente ciertas las publicaciones de Pablo Medina...

–Todo es cierto, él (Pablo Medina) pillaba todo, por la vía legal, pobrecito Pablo... Un señor me dijo: “Por qué no toma el dinero de esos narcotraficantes y se calla”. Pablo no tomó esa decisión. Él murió pobre, por denunciar a los criminales. Ahí él los enfrentó.