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Y les refería Jesús una parábola para enseñarles que ellos
debían orar en todo tiempo, y no desfallecer, diciendo:
Había en cierta ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba
a hombre alguno. Y había en aquella ciudad una viuda,
la cual venía a él constantemente, diciendo:
“Hazme justicia de mi adversario”. Por algún tiempo él
no quiso, pero después dijo para sí: “Aunque ni temo a Dios,
ni respeto a hombre alguno, sin embargo, porque esta viuda
me molesta, le haré justicia; no sea que por venir continuamente
me agote la paciencia”. Y el Señor dijo: Escuchad lo que dijo el juez injusto.
¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche?
 ¿Se tardará mucho en responderles? Os digo que pronto les hará justicia.
 No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?

plazamedina

Hola querido Pablo ¿Cómo estás? Desde la Tierra te escribe un amigo, un admirador tuyo. Si bien no nos conocimos en esta vida, seguro en algún momento del eterno presente nuestras vidas se cruzaron, vos para enseñarme y yo para aprender, como hoy me enseñás desde el más allá.
Querido Pablo te escribo para contarte que no te olvidamos. Si… sé que aún falta mucho para que se haga justicia, y que las cosas en el Paraguay están difíciles. Las investigaciones por allí son algo lentas, como en mi país Argentina. Pensándolo bien, como lo son en todos los países cuando investigar significa cortar las cabezas de intendentes, gobernadores o senadores corruptos, e incluso, la del mismo presidente. Pero de todas formas, no te olvidamos. Si, sé que la sociedad aún no conoce tu sacrificio ni quiere conocerlo, prefiere estar dormida o ser explotada, torturada y masacrada por el narcotráfico y la corrupción. Sé que el mundo te ignora como ignoraron a todos los mártires que derramaron su sangre en la tierra para liberar a la humanidad es la esclavitud, pero no te olvidamos. Si, sé que somos pocos los que te recordamos y aun no te olvidamos.
Te escribo querido Pablo, para contarte lo que hicimos el día que se cumplió un año desde que te fuiste:
Aquella mañana el Sol salió como todos los días, los primeros rayos calentaron el aire fresco de Curuguaty y la luz del Padre nos abrazó, como hizo siempre, dándole vida a todo lo que existe. Después de desayunar junto a todos los hermanos que fuimos a recordarte a Paraguay, partimos a la plaza 34 Curuguateños donde se realizó el acto en tu memoria. Muchos hablaron sobre vos, familiares, amigos e incluso algunos políticos, todos pidiendo justicia y exigiendo a las autoridades que tu muerte no sea en vano. Un amigo tuyo, Giorgio Bongiovanni, habló desde muy lejos pidiéndole al pueblo paraguayo que se levante y que haga una revolución. Fueron horas de mucha emoción y tu presencia se sentía en el aire, yo te sentí muy cerca.
Después del acto, comimos juntos y con el calor de la siesta partimos al lugar donde te dieron muerte querido amigo. Así conocí los caminos que tanto recorriste, esas tierras rojas que cruzaste una y otra vez para entrevistar a quien sabe cuántas personas, para descubrir quién sabe cuántos hechos de corrupción o historias terribles sobre el narcotráfico.
Esa tarde y bajo el ardiente sol paraguayo anduvimos en los senderos que te vieron por última vez aquel 16 de octubre de 2014, esas tierras que unos cobardes bañaron con tu sangre y la de Antonia. Y ahí te pude ver amigo mío, caminando por el Valle de la Muerte, cargando el estandarte de la Libertad y la Verdad, entrando en la boca del lobo y entregando tu vida. Pude ver como tu sangre se fundía con el color rojizo de esas tierras y como el cielo se estremecía ante el brutal hecho. Pude ver como tus ojos se cerraban para que los míos se abrieran. Ahí te conocí amigo mío.
Querido Pablo hoy te veo volando por los aires como un ave en libertad, abriendo tus alas al viento, surcando los cielos junto a todos los mártires de la verdad. Te veo feliz de estar junto al Padre pero preocupado por lo que pasa en la Tierra. Tranquilo, aún te recordamos y conmemoramos tu sacrificio, porque lo que hiciste en el mundo nos cambió a todos. Hoy es nuestro trabajo seguir adelante en la lucha que vos iniciaste y que el día que el Padre así lo quiera va a terminar, cuando el Cristo regrese con toda su Potencia y Gloria.
Sé que no somos muchos ni los mejores los que te recordamos, pero estamos de pie amigo mío y no vamos a olvidarte. Tu bandera será enarbolada en pos de la justicia, la verdad y la vida y tu nombre será recordado por todos.
Querido Pablo me despido mandándote un fuerte abrazo. Gracias por tu vida y por tu sacrificio.
Desde la Tierra te saluda un amigo.

Patricio César Alod
25 de octubre del 2015
Rosario – Santa Fe – Argentina