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EL VALOR DE LA AMISTAD

Cuando un grupo de personas se encuentran, es sin lugar a dudas debido a razones y fines en común.
Desde que Giorgio Bongiovanni ha retornado al cono Sur, más concretamente a Uruguay, luego de varios años de ausencias, mucha gente optó por juntarse por un fin: ayudarlo en su Misión que poco a poco se transformó en nuestra propia Misión.
Misión que para desarrollarla es necesario llevar a cabo distintas tareas y es así que se han sucedido, durante estos tres años, actividades como conferencias, programas de radio, de televisión y principalmente encuentros y reuniones. Durante estos años nos hemos conocido, reconocido, querido y no querido, amado y no amado. Pero lo más importante, aparentemente, es que la tarea la hemos desarrollado casi como el Padre espera. Deben de existir muy pocas personas en el país que no haya escuchado, al menos una vez, que anunciamos el retorno del Cristo. Pero digo casi porque la verdadera tarea es amarnos como a nosotros mismos, necesitarnos, extrañarnos y además, aceptarnos como somos. Esta no es una tarea sencilla ya que la condición humana siempre nos juega en contra.
Los frutos de este intenso trabajo se vieron reflejados en la inauguración de nuestro propio local para atención al público y lugar de reunión.
Para esta emotiva ceremonia vinieron Juan Alberto y su hijo Nicolás de Santa Fe y Claudia Garrida y su esposo Alberto de Buenos Aires, ambas ciudades argentinas. La pequeña Sonietta con su amplia sonrisa y su mamá Sonia Alea, coronaron la noche con su presencia significativa en esta parte de la Misión en América Latina: Implantar puntos de luz. Y es así que nuestro pequeño punto de luz en el infinito abrió sus puertas el sábado 26 de mayo.
Los ecos del Padre Nuestro en Arameo aún siguen resonando en las blancas paredes de esos pasillos que con tanto esmero hemos transformado en realidad. La voz de Giorgio retumbará eternamente en esa casa que ya no será la misma, esa humilde construcción que ha nacido solo para eso, para ser nuestro refugio, nuestro hogar donde descansar nuestras almas cansadas.
Y en el tintero queda la tarea de trabajar en nosotros, trabajar sobre esa amistad, lealtad y amor que nos ha prodigado el Cristo y que debemos prodigarnos ahora entre nosotros. Cuando se tiene un amigo, más que un amigo uno tiene un Hermano, alguien a quien contarle sus flaquezas, sus angustias, sus desengaños y encuentros. Ser fiel a ese sentimiento es una pequeña llave para descubrir el significado del Amor sin condiciones, sin esperar nada a cambio. Contrariamente traicionar la amistad, el amor de un amigo, la confianza que este nos da apaga lentamente esa luz que Cristo encendió dentro nuestro y que hemos elegido mantenerla encendida hasta la llegada del Maestro, el que sanará en nuestro corazón todas las heridas que este mundo nos ha causado.

Erika Pais.
Montevideo, Uruguay.
26 de mayo 2007.