VIAJE A TIERRA  SANTA

Hermanos, para mí este ha sido un verano muy intenso, distinto a otros períodos de vacaciones de mi vida, un verano de viajes, viajes del alma, viajes no programados, pero inspirados por sueños, sincronía, situaciones de último minuto.
Cada uno de estos viajes ha dejado en mí signos profundos, que en parte todavía debo metabolizar y estoy segura de que con el andar del tiempo me revelarán todavía más cosas.

Quisiera hablaros del viaje a Palestina.
Un fortísimo impulso interior y una serie de coincidencias increíbles, me han llevado en pocos días a emprender este viaje.
Amo viajar sola, pero para un viaje así he tenido que apoyarme en un tour organizado, donde todos estaban agrupados siguiendo al sacerdote de su parroquia.
Yo era la única “independiente”, sin perderme en el usual parloteo de la comitiva, tratando de sentir la energía de los lugares e imaginando los pasajes del Evangelio, justamente en los lugares donde se habían desarrollado.
Jesús precisamente ha elegido un lugar increíble para nacer y para obrar, un lugar donde la palabra “separación” está al orden del día.
Aquí conviven las tres religiones monoteístas, hijas del padre Abraham; la población es en su mayoría islámica, después siguen los judíos y últimos los cristianos en cuestión de número.
Este es el primer dato disonante, que justamente en la ciudad de Jesús los cristianos sean la minoría.
En el interior de las tres religiones existen ulteriores penosas separaciones, los cristianos se dividen en católicos, greco–ortodoxos, maronitas, armenios, coptos, etíopes, sirios, protestantes, e incluso más; cada uno de estos grupos incluso reconociendo la venida del Mesías, difieren en algunas cosas con respecto a los demás,  tiene su propio lugar de culto y tiene sus propios rituales.
La presencia cristiano–católica es sobre todo franciscana, en menor medida benedictina y carmelita.
Estas órdenes religiosas han comprado poco a poco parte de los territorios más importantes para la cristiandad y han edificado iglesias y santuarios, preservándolos del deterioro.
Pero precisamente en los lugares fundamentales de la comunidad cristiana, la gruta de Belén y el Calvario, es más evidente la separación religiosa; los lugares sagrados que han visto nacer y morir al Redentor, desde hace siglos se han dividido entre franciscanos y greco – ortodoxos.
Las relaciones entre latinos y ortodoxos son difíciles, a tal punto que aquí rige la ley del “status quo”, una ley que se remonta al imperio otomano y que el Estado de Israel ha aceptado, en base a la cual esas dos órdenes acordaron y estipularon reglas, que hasta ahora continúan vigentes e inmutables a causa de las opiniones divergentes.
El resultado es que justamente estos dos lugares no pueden ser tocados, restaurados…y en vistas del enorme número de visitantes que afluye constantemente, se puede imaginar fácilmente como la falta de una intervención conservadora comunitaria, los haya conducido a un estado de evidente deterioro.
Pero no termina aquí, incluso los judíos están divididos entre ellos; los fundamentalistas, rígidos y conservadores, vestidos como en el ochocientos, que estudian al pie de la letra los 613 preceptos de la Torá, se consideran el pueblo elegido y esto no es solo un convencimiento interior, sino que también repercute en todas las manifestaciones exteriores de su cotidianeidad.
Ellos son el pueblo elegido, los demás son impuros; por lo tanto tienen su barrio, sus medios públicos, sus negocios, no les gusta mezclarse con personas de otras etnias, son extremadamente críticos incluso con los judíos más modernos, considerándolos como traidores del Torá.
El respeto del sábado, que en realidad comienza en el atardecer del viernes, va más allá de nuestra posible imaginación; en los Hoteles existe por ejemplo “el ascensor del Shabat” que por 24 horas sube y  baja continuamente parándose en cada piso sin necesidad de ser manejado, ya que ellos no pueden apretar el pulsador y si existe una extrema necesidad se dirigen a un musulmán o a un cristiano para que haga este trabajo en su lugar.
El sábado las calles están desiertas, muchas están cerradas, los judíos se retiran a sus casas o a las sinagogas a rezar, muchos se dirigen al muro de los lamentos.
Vivir en persona esta realidad, aunque sea como una simple turista, me ha hecho comprender todavía más profundamente la grandeza de Cristo, cuan estruendoso y escandaloso fue Su obrar justamente en sábado, un verdadero tsunami para un pueblo incapaz de ir más allá del significado simbólico de las escrituras y que todavía hoy, después de 2000 años piensa que infringe la ley divina si el sábado oprime el pulsador del ascensor o prepara un café.
Me vienen a la mente las palabras de Jesús: “El sábado ha sido hecho para el hombre, no el hombre para el sábado”.
Pero la separación no termina aquí, recorriendo la ciudad de Jerusalén, he notado tantas chicas judías, jovencísimas con turbantes en la cabeza y cochecito, bajo el turbante estaban rasuradas.
Me ha sido explicado que la mujer, cuando da a luz es considerada impura y como símbolo de purificación debe cortarse todos los cabellos del cuerpo; considerando que las judías tienen muchos hijos para aumentar el número de los elegidos, estas chicas pasan calvas muchos años de su juventud.
¿Y qué decir de la división del muro de los lamentos en dos sectores, masculino y femenino, a donde se accede luego de haber pasado por unos detectores de metales también separados?
Lo más impactante es que el sector masculino mide más que el doble con respecto al femenino, cuando es sabido que el número de las mujeres es superior al de los hombres.
Entonces mientras las mujeres están hacinadas en más filas, los hombres ruegan cómodamente a lo largo del muro con toda la teatral gesticulación de su tradición.
Pienso en la figura de María y en cuanta importancia tenga para nosotros y para Cristo la mujer, la doncella, la madre y comprendo con el alma cuan revolucionario haya sido Su forma de comportarse con la mujer, como en Su ministerio haya dado iguales oportunidades a todos.
Defiende y absuelve a la adultera, acoge a María Magdalena como discípula, las mujeres lloran bajo la cruz, las mujeres testimonian su resurrección y es María Magdalena la primera persona a la que se le aparece después de resucitado.
Estoy segura de que cuando le permitió a María de ungir Sus pies con el óleo perfumado y de secarlos con sus cabellos, no se informó si estaba menstruando, solo sintió su amor.
No es así para los judíos, que consideran impura a la mujer que está atravesando el ciclo menstrual y en esos días le está prohibido tocar al hombre.
En fin, la mujer judía por buena parte de su vida es considerada e incluso ella se cree impura.
Tales creencias están tan arraigadas, que hacen que sean difíciles o casi imposibles los matrimonios mixtos, así entonces todo se perpetúa inmutable generación tras generación.
Otro aspecto del judaísmo me ha impactado fuertemente.
Jerusalén, la ciudad santa fue reconquistada, sustrayéndosela a los árabes centímetro a centímetro.
Así como en el juego del “Monopolio” (un conocido juego), los judíos compran (ya que tienen el poder económico), edificios, terrenos, jardines de los musulmanes y hacen flamear sus banderas, sobre las propiedades adquiridas, avanzando cada vez más, incluso a costa de vidas humanas, en una carrera incesante, con la convicción de que esto sea voluntad de Dios.
Jerusalén está atravesada por un valle por donde pasa el río Cedrón, citado muchas veces en las escrituras; en las orillas del río se encuentra el cementerio judío, el costo de una tumba es altísimo y el espacio es limitado, pero los judíos hacen de todo para ser sepultados allí porque esto aseguraría su resurrección, siendo este el lugar destinado por los profetas para el Armagedón.
Hacen referencia al libro de Joel en el cual se habla del valle de Josafat, como el lugar del Juicio, que ellos identifican con el valle de Cedrón y por lo tanto están convencidos de que la sepultura en ese lugar sea indicada por Dios a Su pueblo.

Quisiera también dedicar algunas palabras también a los musulmanes, que fieles a Mahoma cada viernes, miles se reúnen en la explanada del Templo, donde una vez se encontraba el Templo de Salomón y hoy domina el Templo de Omar, construido alrededor de la piedra desde la cual Mahoma ascendió a los cielos. Entonces, en esta increíble ciudad, los viernes es fiesta para los musulmanes, el sábado para los judíos y el domingo para los cristianos.
Resulta una sociedad variada, multiétnica y multi-religiosa, que convive en un aparente estado de paz. 
En realidad el equilibrio es precario, se anidan focos de intolerancia y de segregación, el terrorismo está cada vez más al acecho y el adiestramiento militar obligatorio: tres años para los hombres y dos para las mujeres.
¿Y qué decir, siempre a propósito de “separación”, del terrible muro de cemento y el alambre de púa, a lo largo por ahora de 140 km, que separa a Israel de las fronteras palestinas de Belén y que querrían edificarlas incluso en Jericó?
Jovencísimos hombres y mujeres soldado, armados hasta los dientes, sin una mínima señal de sonrisa, suben en nuestro autobús, de pobres peregrinos, controlan los pasaportes, observan entre los asientos y ya es una suerte que no nos hagan descender para registrarnos.
Jesús, Jesús, cuando en el huerto del Getsemaní lloraste lágrimas de sangre, ciertamente veías a Tu amada tierra, como habría respondido al más grande mandamiento que nos has dejado “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Hermano contra hermano, hombres y mujeres separados… ¡Señor regresa pronto y reúnenos a todos en una misma casa, con un único Padre, y con una única ley!

Alguna reflexión sobre el lago de Galilea, donde se ha desarrollado buena parte de la prédica del Maestro.
También aquí quedé impactada por la elección de Jesús.
El lago se encuentra a 200 m sobre el nivel del mar, con un elevadísimo grado de humedad, tórridas temperaturas en verano y muy bajas en invierno.
Y Él atravesando km, yendo de una ciudad a la otra con sus apóstoles y seguido por la multitud, fue justo allí que obró, con su divinidad hacía milagros, pero con su humanidad sudaba, se cansaba, tenía sed, hambre y todas las necesidades ligadas al aspecto físico.
Seguramente habría podido satisfacerlas en un instante, pero no lo hizo, para vivir total y plenamente esa humanidad que tenía que tener su cumplimiento en el acto final de la muerte.
¡Cuánto te amo Jesús! Este viaje me ha hecho tocar con las manos los lugares donde posaste Tus santos pies, donde impusiste Tus manos sagradas y proferiste palabras que todavía hoy están impresas en los corazones de los hombres que Te han reconocido.
Esta tierra, incluso con todas sus contradicciones igualmente es bellísima.
La naturaleza es lozana y fecunda, el aire perfuma de flores, los colores permanecen impresos en la memoria, pero lo que más cuenta es la presencia de Jesús.
Todavía después de 2000 años Él está allí, lo imaginas mientras reza en el Monte de los Olivos, que multiplica los panes y los peces en Cafarnaúm, que es tentado en el desierto o bautizado en el Jordán.
Él está presente, te parece que casi pueda materializarse de un momento a otro.
No te asombrarías de verlo aparecer, de poder tocar Su túnica, de comer el pan cortado por Él; todo lo que has conocido a través de los textos sagrados aquí se vuelve real, adquiere concreción y profundidad.
En ésta tierra los milagros continúan sucediendo.
Se va para ver la tierra de Jesús y recordar hechos de hace 2000 años y Le encuentras e Él, más vivo que nunca, listo para entrar dentro de ti y para encenderte el corazón con una llama que se autoalimenta cambiándote para siempre.

Con amor a todos mis hermanos
Grei

Catania, 21 de septiembre de 2009