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flavio

CARTA A STEFANO DE FIORES

20 de octubre 2009

Distinguido Profesor
Padre Stefano De Fiores
Via Cori, 18/A
00177 Roma

Objeto: La Estatua de Monte Mario

Distinguido Profesor:
He leído la entrevista concedida por usted en la página internet de "Il Tempo.it - Roma", del 13 de octubre pasado y sobre su preocupación de limitar el acontecimiento de la caída de la estatua de la Virgen al puro y simple hecho atmosférico. Mi padre espiritual (a decir verdad tendría que decir mis padres espirituales, considerando mi edad), me ha sugerido siempre de estar atento a las señales.
Incluso la llamada telefónica de un amigo puede ser una señal, el encuentro con una persona puede ser un signo, una caricia, un acto de bondad o malvado, puede representar una señal, que induce a pensar, a meditar y ¿por qué no?, a ayudar a tomar una decisión. Todo lo que nos circunda es una señal y no necesariamente un milagro, porque la naturaleza es obra de Dios Creador y Padre y a través de ella se manifiesta Su designio.
Hace un tiempo usted afirmó que los hechos de Medjugorje no son para nada de menospreciar,  a pesar de la cautela de la Iglesia, pues existen tantas manifestaciones de fe. Son señales positivas y las almas sensibles lo perciben. ¿Por qué? María es “la candidata por excelencia a hacernos percibir el rostro de Cristo”. ¡Son palabras suyas!
¿Recuerda cuando los fariseos querían que Jesús hiciera callar a sus rudos apóstoles y Él les respondió? “Aunque ellos no hablasen, serían las piedras quienes hablarían”.
¡Distinguido profesor, la caída de la estatua de la Virgen de Monte Mario en Roma, no es un milagro, pero es una señal! Una señal contra el materialismo, una señal contra la maldad de ésta humanidad, que está haciendo invivible la Tierra, una señal contra quien se arroga el derecho de destruir la Creación, de quien piensa que todo es dinero y materia, y que el espíritu no exista. No quiero hacerle un sermón, pero en un mundo en el cual la materia prevalece sobre el espíritu y las manifestaciones espirituales son desairadas y cautelosamente arrinconadas, en espera de los acontecimientos, el Padre nos habla con el lenguaje de la naturaleza, de los símbolos, de las señales.
Una última y pequeña observación: yo no creo en las casualidades y no por casualidad, la estatua ha caído el 13 de octubre, aniversario del milagro del sol en Fátima, de la cual Usted, en un reciente libro suyo, ha escrito: “Fátima nos ayuda a ver la mano de Dios, guía providencial y Padre paciente y misericordioso”.

Atentamente

Flavio Ciucani