De FUNIMA International¡Si cada uno tuviera su pequeña experiencia de vagabundo! Vestir harapos, meterse en una encrucijada, extender la mano a los transeúntes, sufrir su desprecio o agradecerles su óbolo: ¡Qué experiencia!
Desde hace más de tres años avanza, de manera ininterrumpida, el compromiso "on the road" (En el camino) del grupo operativo FUNIMA International de Emilia Romagna. Desde el inicio de la actividad, en pleno período pandémico, los voluntarios nunca se han detenido, y el proyecto de asistencia a las personas sin hogar en el área metropolitana del Municipio de Bolonia se ha enriquecido con colaboraciones y manos voluntariosas.
Actualmente, los voluntarios que llevan a cabo la iniciativa son una quincena y se han dividido las tareas para organizar mejor las salidas semanales: desde la recolección, gestión y acondicionamiento de ropa y mantas, el suministro de alimentos, hasta la preparación de comidas calientes y de las bebidas que se distribuyen por las calles de la ciudad a quien necesita... a aquellos que, a cierta hora de la noche, buscan en un porche un rincón, un mínimo refugio que será su casa por algunas horas.
Por este motivo, adquiere un valor aún mayor la creación de un proyecto estable y estructurado en Bolonia, con la participación de FUNIMA Internacional en una red de asistencia que involucra cerca de cuarenta asociaciones locales, tanto laicas como religiosas.
Además de la distribución de bienes de primera necesidad en las calles cada día de la semana, se intenta, por ejemplo, de involucrar a las autoridades locales para obtener una estructura en funcionamiento, se interactúa con instituciones para resolver problemas específicos, trabajando activamente por la reinserción social y laboral de los sujetos más idóneos.
Se participa en iniciativas comunes involucrando a veces a personas sin hogar, siempre con el objetivo de emanciparlas y ofrecerles mayores posibilidades de recuperación.
El espíritu de colaboración sin prejuicios que anima FUNIMA Internacional se convierte en un valor compartido y se manifiesta con acciones sencillas, pero, al mismo tiempo, plenas de significados.
Escuchemos ahora, directamente de la "voz" del referente Matteo, cómo se desarrolla el servicio de asistencia a personas sin hogar realizado por el equipo de FUNIMA Internacional de Bolonia:
“Cada uno de los voluntarios colabora según sus propias posibilidades, últimamente salimos sábado por medio, turnándonos con otra asociación local, o bien los jueves, así al menos estamos presentes una vez por semana.
El servicio propiamente dicho comienza poco antes de las 16.00 horas, seleccionando del almacén y cargando en dos autos la ropa que sabemos que es necesaria, las mantas y los zapatos a entregar. A las 18.00 horas nos reunimos en una de nuestras casas, o en la sede de alguna asociación colaboradora, para cocinar y preparar las bolsas que luego se distribuirán. Nunca preparamos menos de 55-60 comidas: son raciones que incluyen sopa, fruta, postre y agua.
A las 20.15 nos trasladamos a la zona central de Bolonia y a la zona de la estación para iniciar la distribución. Nos dividimos en dos grupos de al menos 3-4 voluntarios cada uno, haciendo así dos trayectos- circuitos- diferentes para llegar a más personas necesitadas, incluso en el centro histórico de la ciudad. Nuestro servicio finaliza sobre las 22.30-23.00 horas. Ahora hemos establecido una buena relación con estas personas sin hogar, nos reconocen y se muestran disponibles, aunque a veces hay situaciones delicadas que hay que manejar con cautela".
Compartimos las reflexiones de algunos voluntarios que participan en esta actividad, importante y delicada al mismo tiempo.
Eliana: “Serán un tercio o menos de personas sin hogar que nos agradecen lo que les llevamos, la mayoría no lo hace... en definitiva es una actividad que da poca gratificación, entonces. ¿cuál es el motor que nos impulsa? Una de las razones más comunes que escucho es que es agradable estar juntos durante y después del servicio, ¿pero decimos esto porque nos sentimos solos?
En Bolonia hay muchas asociaciones, así que creo que estas personas comerían incluso sin nosotros. Pero nosotros miramos a los "invisibles": dedicamos nuestro tiempo a escucharlos, a cuidarlos y así los hacemos un poco menos invisibles. Raramente he pensado en la esperanza, a menudo la he visto como una inútil ilusión que hace perder tiempo. Pero, me he dado cuenta de que, a ellos, que están en una situación tan mala que no podría ser peor, les decimos que no todo está perdido.
Transmitir la esperanza a quien está en la tierra- en el suelo- es importante. Quien es portador de esperanza no puede ser detenido por el mal... por eso, desde esta perspectiva, el valor espiritual de nuestros gestos es grande. El entusiasmo es una emoción efímera que con el tiempo disminuye, por eso no debemos tomar decisiones basadas en el entusiasmo, sino en base a nuestra conciencia interior, porque las obras del espíritu son así: aburridas, agotadoras, eternas."
Gabriella: “Encontrarse para ofrecer, a quien ha tenido poca suerte y a menudo un pasado difícil, no solo una comida caliente sino sobre todo nuestra "presencia", es para mí una experiencia nueva, que me permitió aceptar sin juicio partes ocultas de mí misma y tener una comprensión diferente de la realidad. Es siempre agradable compartir la preparación de las comidas con los demás voluntarios, pues nos permite conocernos en un contexto operativo diferente y, al mismo tiempo, ser útiles... dos aspectos importantes del crecimiento personal y social".
Alessandro: “En las noches más frías de invierno, cuando repartimos mantas, ropa y comida, mirándolos a la cara y escuchando a algunas personas sin hogar, me doy cuenta de lo útil que es lo que estamos haciendo. Se me ocurre que nadie debería pasar por esa experiencia, porque me parece demasiado dura y ni siquiera sabemos si lo que llevamos será suficiente para que sientan el calor adecuado durante la noche.
Me pregunto cómo me sentiría en esa situación y ciertamente pienso que estaría feliz de recibir ayuda, así que sigo haciendo esto, sabiendo que es algo justo".
Marilisa: “Dar un servicio a las personas sin hogar es una experiencia muy especial para mí... muchas son las emociones que se acumulan y muchas veces me confunden. La alegría de observarlos mientras comen una comida caliente se mezcla con el sufrimiento de verlos en una condición mínima de vida... El entusiasmo de llevarles ropa limpia y decente se convierte en enfado, cuando algunos de ellos nos tratan como si fuéramos una boutique que no satisface sus expectativas.
La compasión, cuando encuentro a alguien abrumado por el alcohol o a jóvenes tristes y desesperados que ni siquiera saben por qué están allí, se mezcla con una dolorosa sensación de impotencia que me hace sentir inútil y frustrada. Luego vienen las dudas… ¿por qué estoy haciendo esto? ¿Para calmar mi conciencia? ¿Por qué me engaño pensando que soy útil? ¿Qué puedo transmitirles que realmente pueda ayudarlos a liberarse de tal condición?
He aquí, cada vez estos sentimientos me asaltan y cada vez vuelvo a realizar el servicio, esperando que esta vez sea más fácil... Entonces me apoyo en la presencia de mis compañeros y de mis compañeras, y en la sensación de que, si nuestra obra fuera solo una pequeña partícula de polvo luminoso en la vasta oscuridad del sufrimiento humano, al fin y al cabo, habrá sido algo".
Paolo: “Después de 3 años de participar en la distribución y colecta de productos de primera necesidad y alimentos, en los últimos meses he podido constatar un aumento significativo de personas en dificultades, probablemente debido a las guerras cada vez más numerosas y sangrientas. Ciertamente no es una buena señal observar esta tendencia, pero, a mi manera, poder hacer algo para aliviar el malestar de estos desafortunados hermanos me parece lo mínimo. Muchos conocidos me están ayudando donando ropa, esto significa que hay sensibilidad hacia este problema."
Matteo: “Ayudar a estas personas es una experiencia que te enriquece por dentro, sin importar nada. Es verdad que nuestra naturaleza tal vez nos empujaría a hacer otra cosa, porque tenemos que organizar el servicio a veces con prisa, ponerlo entre los compromisos de la vida diaria (que ya está llena de problemas), coordinarnos entre nosotros, cada uno con sus propias vicisitudes a afrontar.
Pero al final, mirando hacia atrás en el tiempo y mirándonos a los ojos, al final de la noche, recordamos cómo nos relacionamos con estos "amigos", algunos viejos y otros más recientes. Ya nos llamamos por el nombre, nos contamos cómo nos va... por ejemplo Daniel, un vagabundo de Porta Castiglione que siempre está borracho, sólo nos deja ir después de haber recitado una oración con él, no se entiende bien lo que dice, pero mira el cielo con un rosario en la mano y se conmueve.
Nos damos cuenta de que, si nadie hiciera lo poco que hacemos, quedarían abandonados y esta conciencia, aunque nunca estemos seguros de haber dado el máximo de nosotros, nos hace sentir cercanos y con el corazón lleno de gratitud".
27 de febrero de 2024
Enlace del vídeo: https://youtu.be/lGtbjj60-84
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