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andresPor Andrés Volpe
Crónica de la visita de Giorgio Bongiovanni a Argentina – Marzo /Abril del 2013
Cada vez que tenemos la oportunidad de recibir la visita de Giorgio en Argentina, siento que damos un paso más hacia nosotros mismos, hacia nuestra propia esencia. Este paso nos obliga a mirar en nuestro interior y a pensar en lo que nos falta, en lo que debemos hacer en este tiempo sin tiempo.
Cuando miro a los jóvenes del Arca de Rosario, veo la fuerza del cambio, veo a aquellos que el día de mañana heredarán la Tierra, los que van a hacer de este mundo un lugar mejor. Recuerdo también las veces que hablamos en la radio y les decimos a los oyentes que deben proteger el futuro y que para ello deben cuidar a los jóvenes. Un buen ejemplo de ello es el que nos han dado Giorgio y Sonia en este viaje, con una palmada en la espalda, una sonrisa, una palabra de aliento, un abrazo, una confianza infinita y una paciencia sin límites, todas expresiones del amor más grande que ellos nos puedan brindar.
Nunca podré olvidar las lágrimas de Bruno o la sonrisa de Emilia al recibir el rubí de la mano de Giorgio y la pequeña Sonia, el orgullo que he sentido por estos niños solo es superado por mi gratitud de pertenecer a esta Obra que me da cada día más de lo que yo puedo comprender, y muchísimo más de lo que yo podré nunca retribuir.
Tampoco podré olvidar la charla de café que Giorgio tuvo en Buenos Aires con los jóvenes de Rosario, los que habían hecho un gran esfuerzo para hacer ese viaje. Una luz poderosa asomaba a los ojos de todos ellos al escuchar a aquel que con su sacrificio nos mantiene aquí, en la lucha, era una llama de amor y esperanza.
La misma luz vi en los ojos de aquellos, mis hermanos, que se dieron cita en la central nuclear de Atucha, para decir basta de basura y explotación a nuestro mundo, ante la mirada injusta del personal de seguridad y los empleados de aquella fábrica de muerte. Esa luz latió también en el corazón de los que nos hablaron ese día dando testimonio de su lucha en contra de la energía nuclear.
Y fue el mismo fuego que quemaba los corazones de los que se dieron cita en la reunión de arcas, donde encontré hermanos que con gran sacrificio y a pesar de la distancia, la soledad y los problemas económicos, siguen adelante con esta verdad que camina con nosotros y que día a día se revela un poco más, esta verdad de ser integrantes de una Obra de la que todavía no comprendemos su magnitud e importancia.
“Todos son estigmatizados” dijo Giorgio, para que tomáramos conciencia de la importancia de nuestras decisiones, de nuestros pensamientos, de nuestras acciones, de nuestros errores y de que formamos parte de un mismo cuerpo.
Hermanos paraguayos, uruguayos e italianos, hermanos chilenos, argentinos o mexicanos, de todos he aprendido esta vez un poco más, me han enseñado que todo es posible, que la unión se manifiesta de diversas maneras, y que lo que importa es que todos estemos en la misma senda, que debemos permanecer juntos hasta el final, aquello que con tanta paciencia se nos dice una vez tras otra hasta el cansancio.
Una oración me viene a la mente cuando observo a mis hermanos trabajando y conviviendo, una oración que me enseñaron cuando era pequeño y que recordé hace poco:
“Señor, enséñame a ser generoso, a servirte como lo mereces, a dar sin medida, a combatir sin miedo a que me hieran, a trabajar sin descanso, y a no buscar más recompensa que el saber que hago tu voluntad”
¡Así sea!

ANDRÉS VOLPE
27 de abril del 2013
Arca Lily Mariposa
Rosario, Santa Fe, Argentina