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Por Paola Becco
A Pablo Medina, nuestro hermano mártir (27-11-1960 16-10-2014)La impronta de la virtud crística de la justicia siembra las semillas exactas que nuestro Ser requiere para desarrollar las cualidades precisas en su inagotable transitar.
¿Qué sería de la rosa, si en su magnificencia no existiera quién para inhalar su indescriptible perfume?
Pablo nos dejó huellas de esa virtud crística, vislumbrando el aroma de esa hermosa flor en el recuerdo de sus amados, en las anécdotas de sus amigos, en las lágrimas del campesino, y en el coraje y tenacidad que hizo menguar ese calor abrasante y que se coló de la opresión de los tiranos, y que bramó rompiendo el silencio secuaz.
Pablo, transitamos ese camino que transitaste por última vez, hasta internarnos en aquel lugar, en la más planificada y canalla de las lejanías. Y allí, nuestras almas simples, siguiendo las pistas que nos dejaba tu fragancia, llegaron a tu Gólgota, rodeando tu nombre en una placa simbólica, rezamos al Padre Nuestro quien nos coronó con su omnipresencia en el más imponente, silencioso, y magnífico atardecer que he visto en mi vida.
Gracias Pablo, porque bienaventurados son los que sufren persecución por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.
Paola Becco
Arca de Campana
21 de octubre 2015