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erika_01LA NOCHE SE HIZO DIA
El día se hizo noche esperando la locura andante de una revolución. El día se hizo noche y como tristes luceros levantábamos nuestros heridos y sepultábamos a los muertos. Nuestra tierra, nuestros cielos, nuestros mares bañados de sangre de ancestros ya no nos pertenecían. Los abetos flameaban libertad y nos consolaban con la ternura de su elixir en partículas invisibles de canto, sus hojas nos saludaban al pasar con el alma muerta de la injusticia errante. El fuego ahogaba nuestra rabia, nuestra rabia ahogaba el llanto, el cielo estrellado sobre nosotros ahogaba todo lo demás. Pero los genes que deambulan en nosotros nos estampan en las vísceras la palabra Libertad, el cóndor guía nuestra lucha y por sobre quebradas y llanuras realiza vuelos rapaces amenazando al invasor, esta no es tu tierra, es del agua, es del sol, de la luz y del viento y es de ellos, los que echaste y subyugaste. La certeza de la justicia al final del camino nos estallaba en el alma y poco a poco fuimos muriendo con la marea de los siglos. Pero luego gota a gota nuestra sangre cobraba vida, cobraba forma y lucha. La mariposa del fuego eterno polinizando los frutos del ayer y criaturas llenas de fuego comenzaron a surgir de la tierra, como frutos deliciosos marcando el inicio de la primavera, salíamos desde adentro arrancando raíces podridas, cada mano que se alzaba traía amarrado a sus dedos, enredadas, en un último intento de que la injusticia permaneciera, venas podridas y vacías de nada. La quena sonaba y nos embrujaba, nos levantaba, el charango daba alertas de lucha y el palo de agua rememoraba los riachuelos que alguna vez fueron nuestros. Llego el momento de danzar sobre el fuego, atravesar sus almas con nuestras flechas con puntas envenenadas de verdad, de justicia... de nosotros. Llego el momento del ahora y del cóndor abrazándonos con sus alas de guardián. Del Aguila acompañando nuestro caminar.  Llego el momento del juicio del tirano y la Madre Tierra es nuestra aliada, extasiados veremos como todo vuelve a empezar, un nuevo sol, un nuevo día, una nueva tierra. Remolinos de fuego arrasaran lo inculto, lo llevaran bien arriba como jugando al despido y en un canto colosal las aves hermosas, luminosas les cantaran cantos de paz- no te odiamos- le dirán y lo inculto advertirá a lo inicuo que ha llegado el fin. Huracanes de pasión nos invadirán el alma y nuestros ojos de luz de la mañana brillarán, la esperanza dejará de serlo y la certeza tomará su lugar. Llego el día que, que ofrendemos nuestras almas a un verde renacer, llego el tiempo de regar esta tierra con sangre etérea. Llegó el momento en que la noche se haga día.

Erika Pais

15 de junio 2010