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marrozziniFUNIMA MANO A MANO CON GIOVANNI MARROZZINI
Por Barbara Drago
El fotorreportero Giovanni Marrozzini
, de regreso de su viaje de misión a Paraguay, nos habla de su experiencia. En colaboración con la Asociación FUNIMA International ha realizado un reportaje fotográfico sobre los niños de la calle. Se reciben aportes para la próxima realización de un proyecto editorial de un libro fotográfico que podrá contar de forma artística un fragmento de nuestra humanidad.

Antes de desarrollar nuestro reportaje... ¿podrías describir la emoción y el tipo de expectativa que tienes con respecto a la realidad que estás a punto de documentar?
Mi forma de fotografiar es un sistema dinámico caótico.
El orden es una percepción exclusivamente mía.
Soy sensible a las condiciones iniciales, es decir a las infinitesimales variaciones de realidad, trato de conectarme empáticamente con ella.
Predisponer una empatía hacia algo que no conoces, probablemente sea solo autosugestión pero digamos que es como entrar en el otro con tu cabeza y su forma.
Luego también está lo imprevisible, la imposibilidad de prever los acontecimientos que se contrapone a la presunción de poderlos adivinar al menos parcialmente. Cuando lo segundo gana me veo llevado a creer en un futuro próximo tal como lo había idealizado. Puede durar muchos minutos. Este aspecto es embriagador y mágico y no siempre atribuible a la toma, es más, a menudo se manifiesta cuando el trabajo se ha terminado y hay que encontrarlo dentro de los rollos fotográficos. Hay un orden secreto en marcha, es como si las fotografías se conocieran entre ellas.
En términos prácticos no hay ninguna magia, se ve a Giovanni que se dirige a las personas y les toma fotografías. No logro esconderme, soy demasiado grande, lo que mejor me sale es hacerme ver muy bien.

¿Porqué te dedicas a la fotografía?
Comencé a pensar en la palabra destino y en su significado, sólo luego de haberme detenido en algunas coincidencias que, sin espacio, sin relaciones específicas entre los acontecimientos, me quitaron una vida devolviéndome otra. A la nueva le pertenece la fotografía. La nueva vida ha significado una forma diferente de presentarte, tal vez más fatalista, es el miedo a estar bien, porque cuando todo se vuelve mejor tengo el terror de que “algo” pueda volver y quitártelo... digo: voy caminando con los zapatos desatados y así el “diablo” no volverá a encarnizarse.
Luego aparece el miedo de llevarte el diablo dentro.
Él no se encarniza contigo si... “si tu alma es pura...” (Costantinos Kavafis-Itaca) ¿será cierto?
Las coincidencias me llevaron a la fotografía y a través de ella he visto (al menos en los primeros años 2003-2004) que el diablo se escarneció en muchas personas. No se cuán natural sea exorcizarlo o peor aún acercarlo.
Es probable que los primeros trabajos hayan servido para comprender (si acaso fuera necesario) que el mal no sólo me había visitado a mi, pero constantemente alimenta los sufrimientos de tantos seres humanos. ¡Inconscientemente los use! Exorcicé mi miedo capturando las pruebas de que el diablo  había visitado a otros también, temporalmente he reseteado el sentirme desafortunado, buscando y encontrando también el dolor de los demás.
¡Importa poco que el hecho de haber estado en África haya sido una fatalidad, importa poco que más de una vez hayas dicho que no! No tengo ganas, todavía estoy mal, lo único que importa es lo que haces y no lo que piensas ser o peor aún lo que los demás piensan que tú seas, sobre todo si estas últimas dos son cultivadas a lo largo de los años, desnaturalizándote.
En muchas de mis fotografías, dentro y fuera, hay un alma pura con el diablo a su lado, incluso hoy.
¡Porqué me dedico a la fotografía! Mi cabeza se ha vuelto más pequeña. El mundo siempre ha sido así de grande, las palabras podrían no serme suficientes, y además la voz podría desaparecer. Las fotografías hablan siempre, no se acaban  nunca, por lo que yo se hablan atravesando el alma. Tomo fotografías por una emoción inexplicable. Hablo del desarrollo, del sentirse importantes haciendo que otros sean importantes, en el percibir el tiempo a través de fracciones de segundo y elegir (antes) aquello que es justo para ellos. Es una droga espiritual.

Tu trabajo apunta la mirada a realidades de vida que a menudo se pierden entre el ruido y la indiferencia de una gran ciudad como Asunción: ¿Cuáles son los contrastes que te impresionaron mayormente?
No hubieron cosas que me impresionaron, más que nada viví experiencias que me emocionaron, ya experimentadas, pero siempre es diferente, satisfactorio.
El estrechar de manos de dos niños de apenas 10 años, fuerte y sincero como el de dos hombres, la complicidad oculta en sus miradas, orgullosas como las de quien debe combatir dentro de poco. He visto el resultado de una vida hecha de sacrificios y sufrimientos, cargan con ella con la consciencia un poco forzosa de que no podían permitirse otras soluciones.
En el fondo, es verdad que los ojos son el espejo del alma. Ver los de ellos es como atravesarla, verlos llorar es como cuando un castillo de arena se desmorona y debajo aparece una pequeña caracola.
Asunción es una cuna como tantas otras, para algunos es confortable y segura, para otros es como abandonada en la calle. Le pasas cerca, la ves, sientes que hay algo, pero detenerse implicaría escuchar la propia voz, hablo de esa más verdadera, más noble que diría, ayúdalo, no es justo, al menos una sonrisa. Es mejor no decir ni hacer nada, podría ocurrir algo tan hermoso como para recordarme que estoy vivo ¿y después? ¿Qué hago? No puedo salvar al mundo por mi mismo. En esta ciudad he fotografiado el amor y la indiferencia, ahora que lo pienso bien, lo que más me impactó fue que ambas cosas son hijas de la misma madre.

Fotografía: un excelente medio para despertar las consciencias, para superar los límites y los prejuicios.
¿Qué tipo de impacto crees que tu forma de “hacer reportaje” tenga en las consciencias de nuestro país? ¿Y en especial el reportaje sobre los niños de la calle?
Es una pregunta difícil, no sabría. El miedo es que tantas imágenes duras a las cuales estamos acostumbrados alejen en lugar de acercar. No he buscado la foto cruenta, dura a toda costa, en el fondo estaba frente a mi juventud.
Espero que estas imágenes tengan la fuerza de una poesía.
Como dijo Ungaretti: la poesía es poesía cuando lleva consigo un secreto.
Muchos secretos uno cerca del otro pueden despertar las conciencias de muchas personas, hacer que éstas comiencen a hacerse preguntas.
Me gusta pensar en mi trabajo como en un recipiente de preguntas.
Cada fotografía una pregunta que hacerse... es la mejor forma de estimular la curiosidad y romper esa barrera llamada indiferencia.

Gracias.
por Barbara Drago

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HIJOS DEL SOL.

EL CENTRO "HIJOS DEL SOL"  FUE CREADO EN UNA ESPECIAL ZONA DE RIESGO DE ASUNCIÓN, AL PUNTO TAL QUE EL MINISTERIO DE INFANCIA Y ADOLESCENCIA DEL PARAGUAY LA RECONOCE COMO  ZONA ROJA. LOS NIÑOS PADECEN GRAVES PROBLEMATICAS DERIVADAS DE LA VIDA EN LA CALLE COMO EL ABANDONO, LA EXPLOTACION, LA INJESTA DE ALCOHOL Y DE SUSTANCIAS ESTUPEFACIENTES, LA PROSTITUCIÓN INFANTIL.