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apparizionemarianaDi Alviano Appi
Carta al señor Carlo Colonna, jesuita.
Después de haber leído su libro “Lo stigmatizzato Giorgio Bongiovanni e il suo profetismo” me siento en deber de expresar algunas observaciones en mérito al mismo.
La primera se refiere al término “sanguificación” que usted usa en todo el libro cuando habla de las sangraciones de los estigmas de Giorgio Bongiovanni. Se trata de un vocablo desusado que parece querer dar a entender que una persona se provoque por si mismo la sangración, y no que sea el efecto de una voluntad divina.
El querer por su parte utilizar este término de forma profusa le ha llevado incluso a modificar esta palabra escrita en el texto de otro autor, que, dado que lo ha citado en cursivo, no debería absolutamente ser cambiado, de lo contrario se corrompe el pensamiento de la persona que es citada; ¡pero usted lo hace! En la pag. 38 de su libro, mientras cita precisamente a la escritora Paola Giovetti, usted usa el término “sanguificación”, pero si se lee la pag. 50 del libro de la autora “L’esperienza straordinaria di Giorgio Bongiovanni”, al cual usted hace referencia, ¡se ha usado la palabra sangración!!
El uso que usted hace del término, según mi parecer, tiene por objeto eliminar, por cuanto sea posibile, ese contenido profundamente sagrado que la palabra sangracíon contiene implícitamente cuando nos referimos a la sangre de los estigmas. A través  de esta acción se entrevé la necesidad de disminuir a quien, por los signos que lleva, habla con una autoridad difícil de contrastar.
Otro punto del libro en el que se manifiesta esta necesidad de restar autoridad a la voz de Giorgio Bongiovanni, es cuando usted niega que la predicción hecha por la Virgen a los tres pastorcillos de Fátima con las palabras “Volveré aquí una séptima vez”, se refiera a la aparición que tuvo Giorgio el 2 de septiembre del 1989, precisamente en Fátima.
La idea que ha tenido es la de dar un sentido diferente al adverbio “aquí” que usó la Virgen, el cual se debería interpretar con un amplio significado, como para decir “entre vosotros”.
Luego hace notar como esta interpretación puede abrir el camino para considerar las apariciones de Medjugorie como la realización, anunciada en Fátima en el 1917, de Su retorno por séptima vez.
Pero, si investigamos si ha habido otras apariciones de la Virgen después de Fátima, veremos que apariciones de la Virgen reconocidas como auténticas por la Iglesia Católica después de Fátima ha habido cuatro ya. Son las de Beauraing, Bélgica (1932), Banneaux, Bélgica (1933), Akita, Japón (1973), Kibeho, Ruanda (1981).
Las apariciones que por lo tanto deberían haber sido solo siete, desde el momento que el término “aquí” ha sido sustituido por “entre vosotros” ¡ya son diez! Cuando se dice “el diablo hace las ollas, pero no las tapas”!!
Creo que incluso usted se ha dado cuenta que el haber transformado el “aquí de la Virgen” (en Fátima) en el “entre vosotros” (es decir en cualquier parte del mundo) de Carlo Colonna, hace que la frase correcta pronunciada por la Virgen a los tres pastorcitos  debería haber sido : ¡“Volveré entre vosotros alguna otra vez”!
Yo no me animaría a corregir demasiado una frase de la Madre Celeste, que además es bastante breve, que contiene informaciones sencillas y que está totalmente exenta de intenciones doctrinales que, a razón, pudieran ser sujetas a interpretación.
Fátima, 2 de septiembre 1989, séptima aparición de la Virgen que hace partir desde su pecho dos rayos que golpean las manos de Giorgio Bongiovanni y le estigmatizan: fin de la historia. Simple, claro y lineal. ¿Incómodo? Sí, para ciertos ambientes seguramente es incómodo.
Prosiguiendo con la lectura de su libro llegamos después a la teoría de que no es para nada la Virgen, sino más bien un “espíritu gnóstico, un espíritu salvaje” el que estigmatiza a Bongiovanni en Fátima y lo hace para confundir a los fieles, sugiriéndoles que digan algunas cosas alineadas con las enseñanzas del Evangelio mezcladas con otras que, sin embargo, son completamente herejes.
Pero el espíritu maligno se equivoca, se confunde y en vez de sugerir a Bongiovanni que predique bien y haga mal, que daría razón a su teoría ¡le dice que haga completamente lo contrario!
Así es que el demonio a través de Giorgio, empieza a enseñar a los hombres a que hagan obras buenas, a luchar por la justicia, a denunciar concretamente el mal, a amar al prójimo como a nosotros mismos, a tener temor de Dios y de su ley porque Su Hijo, Cristo, está por regresar; de hecho Giorgio repite y pone en práctica todas estas cosas incansablemente.
Jesuita Carlo Colonna, claramente recordará que también Jesús fue acusado por los escribas de estar poseído por Belzebú y de que echaba a los demonios por medio del príncipe de los demonios. Los sepulcros blanqueados de aquel templo recibieron esta respuesta de Cristo: “¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás? Si un reino se divide contra sí, ese reino no puede permanecer.” (Marcos 3, 23-24).  
Algunas supuestas herejías sugeridas por Giorgio a aquellos que le escuchan no impedirán a los desventurados ser recibidos en el cielo porque, no obstante no crean en Dios, ni en la eternidad del infierno, oirán decir por boca de Jesús Cristo en el día del juicio: "¡Venid, benditos de mi Padre! Heredad el reino que ha sido preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estuve desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a Mí... Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y te sustentamos, o sediento y te dimos de beber... de cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis.”
Las condiciones para entrar en el reino son por lo tanto las obras, las acciones concretas a favor de nuestro prójimo, de la vida, de la creación.
El apóstol Santiago dice: “Hermanos míos, si alguno dice que tiene fe y no tiene obras, ¿de qué sirve? ¿Puede acaso su fe salvarle? Si un hermano o una hermana están desnudos y les falta la comida diaria, y alguno de vosotros les dice: ‘Id en paz, calentaos y saciaos’, pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma. Sin embargo, alguno dirá: ‘Tú tienes fe, y yo tengo obras.’ ¡Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras!” (Santiago, 14-18).
“Tened las manos bien firmes sobre el arado, haced algo a favor de la vida, estad disponibles para Cristo”, éstas son las enseñanzas de Giorgio Bongiovanni.
Giorgio a menudo afirma que a un ateo, con una vida plena de dedicación hacia el prójimo, en el día del juicio el Señor podría hablarle con estas palabras: “Hijo, no has sabido contemplarme en la mente, pero me albergabas en tu corazón, ven conmigo al Paraíso”.
Su acusación a Giorgio de haber transformado lo que según usted es una profecía histórica en una profecía apocalíptica merece una última observación. Bongiovanni alcanza su objetivo, dice usted, poniendo en la boca de la Virgen de Fátima palabras relativas a la inminente Venida final de Jesús Cristo en la historia, y que el Vaticano tiene escondidas.
Le dejo a usted juzgar si las palabras de la Virgen a los videntes de Kibeho tienen un contenido histórico o apocalíptico:
- “¡El mundo va muy mal... el mundo corre hacia su ruina, está por caer en un precipicio! El mundo está en rebelión contra Dios... si no os arrepentís y no os convertís caeréis todos en un precipicio”.
- “He venido a preparar el camino a mi Hijo para vuestro bien y vosotros no queréis entender. El tiempo que ha quedado es poco y vosotros estáis distraídos por los bienes efímeros de este mundo”.
- Vestine Salima decía que la Virgen hablaba a menudo del inminente retorno de su Hijo y suplicaba a la gente para que se preparase para este evento.
- Lo mismo Alphonsine Mumureke afirmaba: si María está viniendo a Kibeho es para preparar el retorno de su Hijo.
Jesuita Carlo Colonna fíese, haga las obras, para que en ese día no tenga que oir decir: ... "Nunca os he conocido. ¡Apartaos de mí, obradores de maldad! (porque) no todos aquellos que dicen 'Señor, Señor' entrarán en el reino de Dios, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. (Mateo 7, 21-23)
Alviano Appi
Pordenone, 12/08/12