Esta página web utiliza cookies de carácter técnico propios y de terceros, para mejorar la navegación de los usuarios y para recoger información sobre el uso de la misma. Para conocer los detalles o para desactivar las cookies, puedes consultar nuestra cookie policy. Cerrando este banner, deslizando esta página o haciendo clic sobre cualquier link de la página, estarás aceptando el uso de las cookies.

py2013Por Jean Georges Almendras
Paraguay está ubicado a más de 1.500 kilómetros del Uruguay, más específicamente de Montevideo. Paraguay, un país sudamericano que, como otros de la región, vive instancias diversas, política y socialmente, y donde el tedio y las carencias de unos habitantes comparten horas y días con las extravagancias y las riquezas de otros habitantes. Paraguayos que respiran poder y comodidades, y paraguayos que respiran limitaciones económicas, marginación e injusticias sociales. Un país del tercer mundo, donde los contrastes se dan la mano, como viejos amigos, formando parte de una historia de sobresaltos, dictaduras y miserias con sabor a dominio del imperio del Norte, predominando la corrupción y los acomodos políticos, cuando no las muertes rodeadas de intrigas y luchas partidarias, que se mecen en la cuna del narcotráfico y de los juegos de poder, todo bajo las coberturas democráticas de los tiempos que se viven, en pleno siglo veintiuno.
Paraguay del 2013, es también  una nación donde se encuentran almas puras porque no todo es corrupción. En sus calles transitan aquellos que  dejan el sudor de su frente,  y su salud, para literalmente sobrevivir, consolados por otras almas puras que procuran mitigar los sufrimientos de los más desamparados, que los hay, en medio de supermercados y automóviles de alto valor; entre calles sucias y un tránsito infernal que sirve de marco para la solidaridad desinteresada, con el sello de los valores cristianos, contrastando con los valores del consumismo y del materialismo de una burguesía individualista y conservadora.
Paraguay del 2013, en cuya capital, Asunción, donde nosotros los extranjeros  seguimos visualizando niños de ropitas y cuerpitos sucios, sorteando la muerte en cada esquina, mendigando unos, vendiendo otros, lo que se pueda vender cuando las buenas mercaderías están ausentes. Una ya habitual vida de sacrificios en la tierra de aquellas comunidades indígenas que ya no pueden hacer  gala de su soberanía porque los imperios se las arrebataron y sus coterráneos los marginaron, pisoteándolos, en el nombre del progreso. El progreso de una sociedad democrática ficticia e hipócrita, que permite los sufrimientos  de una clase social postergada, para agradar a los poderosos de turno, a los explotadores de siempre, a los corruptos del poder y a sus intereses, que naturalmente no son los mismos de Juan pueblo.
Paraguay del 2013, donde unas almas puras que ven al Cristo como un ejemplo de vida, agrupados en torno a la obra del  luchador social Giorgio Bongiovanni, que vive además una experiencia mística, por  ser un estigmatizado, entienden que hay que comprometerse con la humanidad, y en ese esquema, en ese parámetro, un buen día abrieron las puertas del merendero “Hijos del Sol”, en la Avenida Eusebio Ayala, destinado a los niños de la calle. Brazos y corazones abiertos para satisfacer carencias mínimas: afecto y alimento. Brazos y corazones abiertos sobrados en fuerza y energía, superando los obstáculos que se tienen para ofrecer mejores comodidades a los que padecen las necesidades de la vida en la calle o en hogares humildes, sin calidad de vida y cargados de problemas de violencia, soledad y abandono.
Paraguay del 2013, donde los “Hijos del Sol” viven su rutina sin saber que detrás de esas almas puras, de esos corazones nobles que les brindan un alimento hay otras almas nobles que desde su tierra misma y desde otras más lejanas, Italia entre ellas, les aportan los recursos y el aliento necesario para mantener ese techo y esa asistencia.
Paraguay del 2013. Asunción, su capital. Allí estuvimos. Compartiendo con Omar Cristaldo, con su esposa y con sus colaboradores más directos, cada uno de sus sueños. Sueños de divulgación y sueños de obra humanitaria, dentro de una sociedad a veces ingrata con los que desean cambiarla y modificarla, en acción y en pensamiento. Los sueños de un hombre que por años, siempre junto a su esposa Hilda y a quienes lo secundaron en diferentes épocas, no han hecho otra cosa que brindarse a trasmitir los valores y  las enseñanzas del  Cristo, con el ejemplo, sorteando los tiempos difíciles con la esperanza de que a la mañana siguiente vendrán unos mejores.
Paraguay del 2013. Asunción, su capital. En sus calles vemos a esos niños y adolescentes de ojitos serenos, de rostros desamparados, y de miradas de incertidumbre. En las tardes vemos, cuando el merendero abre sus puertas. En las tardes vemos, cuando una modesta edificación es para ellos como  un verdadero oasis en medio del desierto. Allí estuvimos, desaprobando la indiferencia de los paraguayos de buen vivir, que poco hacen por el prójimo y poco entienden de los sacrificios de los Cristaldo. Allí estuvimos, uruguayos, argentinos e italianos, reflexionando en voz alta sobre las experiencias espirituales y las luchas sociales de personajes de la historia de la humanidad que nos predicaron con el ejemplo, como el Cristo, asesinado por tirarse contra el poder y como el Che Guevara, igualmente asesinado por seguir sus mismos pasos, aunque con otra metodología y en otra época, pero con la misma esencia.
Paraguay del 2013. Allí estuvimos, en el mes de julio, en una semana saturada de reencuentros y de proyectos. En una semana de esperanzas compartidas donde las puertas de la hospitalidad de nuestros hermanos se abrieron de par en par procurando coordinar ideas para multiplicar los brazos y los recursos,  para mantener sólida y de pié los pilares del merendero, que no es otra cosa que un granito de arena más en la viña del Señor, que todo lo ve y todo lo oye
Paraguay del 2013. Merendero. Donde a pesar de los tiempos difíciles ese sueño se ha hecho realidad. A los tumbos. Con mil sacrificios. Pero sueño realizado al fin. Pero hacen falta más brazos. Hacen falta más recursos. Una casa propia. Para  que los comensales se sumen. Para que esos brazos extendidos no padezcan las incertidumbres de los compromisos de arrendamiento. Para que los niños y los adolescentes, y hasta algunas  madres con edad de niña, reciban una asistencia regular. Una asistencia alimenticia. Una asistencia médica. Una asistencia afectiva. Una asistencia digna.
Allí estuvimos y allí debemos estar todos. Junto a los Cristaldo y a quienes codo a codo y día a día, los acompañan incondicionalmente. Paraguay del 2013, en una Sudamérica de cambios y de contradicciones. Tiempos difíciles. Tiempos de signos, que no solo son visibles en el Cielo, porque en la tierra sobran. Tiempos de compromisos sociales, más que de palabras. Tiempos de resistencias y de rebeldías. Tiempos de luchas, pero luchas que no sean estériles. Que sean verdaderas. Auténticas .Luchas de todos los días y para todos los días. Como Dios manda. 
31 de Julio del 2013