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MarilenarimpatriatoPor Marilena Rimpatriato
PERFUME DE ROSAS
Bendito sea tu dolor
salvador para el hombre impregnado de mal,
benditas sean las pepitas de luz que traslucen de tus ojos,
ojos en los que encuentro el universo,
la caducidad de veloces cometas
que se deslizan velozmente entre laberintos luminosos de tímidas estrellas.
 
Amo esta luz como si gritara
porque es la huella de un Dios
que existe y que te impregna,
que te convierte en un faro en la noche negra de esta tierra
por el cual amo dejarme guiar.

Benditas sean tus llagas
de las cuales yo se
que salen hojas que son resplandores,
fuertes, de la misma potencia de Dios;
tocan el alma en lo más profundo y hacen amar la existencia,
las estaciones incumplidas de la vida.

Contigo hermano en Cristo, Giorgio,
llega el Sol,
ese mismo Sol que abraza las moreras en los recodos de las colinas,
ese mismo Sol que acaricia los undosos bisbiseos de las madreselvas
y que reina en el cielo y sobre el mar.

Yo amo ese Sol y lo busco... porque es Dios.

Benditos sean tus pasos en esta tierra oscura herida por el mal;
si caminas por ella parece que su dolor se alivie un poco
y no se cómo tú, rosa de Dios,
hombre por cuyas venas corre sangre y luz,
puedas seguir caminando en esta triste oscuridad,
cómo tú puedas soportar el veneno de horrendas serpientes,
que se arrastran en antros de negra brea
que querrían oscurecerte precisamente a ti que ya habitas en el Sol.

Pero me doy una respuesta: es Dios el que te vuelve tan fuerte.

Dónde te encontré... no lo sé.
Quizás en otras vidas a lo largo de las arcadas de oro de los siglos, o bien lejos de las estrechas mallas de los tiempos.

Quizás eras un veloz cometa que se escapaba de las redes del espacio y del tiempo y viajabas sin peso hacia mundos lejanos en los que no existían sombras sino burbujeantes mares y tierras infinitas, que albergan tapices de rosas sin espinas.

Aquí en esta oscura tierra, hasta las rosas más reales, hasta las más brillantes por el perlino rocío tienen espinas, que se te hincan en las manos y en los pies provocándote dolor.    

No se cómo,
no se porqué lo entiendo,
pero algo me dice que ese mismo
rocía la tierra con flores,
con perfume de rosas.

Para Giorgio non con la pluma sino con el espíritu

Marilena Rimpatriato

20 de Enero de 2014