Cómo no servirte Señor, cómo no amarte y entregarme a ti, tú que eres mi vida, mi todo, yo me siento indigno de que me mires, de que me escojas para caminar a tu lado, de que me permitas servirte.

Señor mio, tú sabes todo de mi, tú me conoces desde el momento mismo que Dios ha dado el soplo de vida a mi espíritu, que te pertenece por toda la eternidad y hoy en este tiempo, con esta materia y esta conciencia, quiero seguirte más que antes. Que mi condición humana no tenga la fuerza de condicionarme para que mi entrega sea total a ti, junto a tu mensajero Giorgio a quien amo y respeto por su ejemplo, su entrega, por su gran amor en acción.

Te doy gracias por estar a su lado, por contemplar su presencia y alimentar mi espíritu con sus enseñanzas que en definitiva son las tuyas; cuando miro un crucifijo me digo, no debo olvidar Señor lo que hiciste por mi, por todos nosotros, gracias por no dejarnos solos.