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patricioalod2Por Patricio César Alod

El domingo 3 de agosto, luego de una reunión con los hermanos de Catania partimos hacia el hotel “La Nuova Quercia” que se encuentra sobre el monte Etna. Al llegar al lugar pude sentir que el ambiente del monte era muy particular.
 
El viento movía las copas de los árboles produciendo un sonido encantador, similar a un suave murmullo y cuando paraba de soplar todo se quedaba en silencio solo para volver a empezar como el músico que toca una partitura con sus figuras musicales y sus silencios. Parecía una melodía de otra dimensión.
 
El cielo estaba cubierto de estrellas que con su brillo formaban una imagen similar a la de una pintura y como si alguien en el universo estuviese dibujando, se veían las pinceladas, para nosotros estrellas fugaces. Era una pintura cósmica  que llenaba mis ojos y mi espíritu de un amor que no es de este mundo. Los aromas del campo y la energía de los hermanos unidos en comunión me transportaba a otro lugar y el mundo pérfido y corrupto que estaba a nuestros pies desaparecía. La noche nos abrazaba y la magia se sentía en el aire.
 
Ya dentro disfrutamos de la cena compartiendo la mesa y las historias con los hermanos, historias de una Obra que tiene tanto para contar y que está llena de Vida, Verdad y Amor, pero también de penas y sufrimiento. Tantos hermanos que lamentablemente se han ido y otros tantos que han llegado para darle fuerza y alegría. Tantas conferencias que han pasado y han abierto las mentes de aquellos que supieron escuchar. Tantos mensajes divinos y revelaciones celestes junto a los hermanos de las estrellas que nos acompañan en este camino. Tantos viajes y personas, tanta lucha, tanto amor y tanta sangre derramada ante los ojos incrédulos de una sociedad injusta, viciosa, pervertida que observa con mirada psicótica y se relame al ver la muerte de los niños a manos de la mafia, el hambre que consume la carne y los huesos de los pobres, las mentiras de los potentes, las misas negras en el vaticano, la violación a la madre tierra, las guerras, la prostitución, los falsos profetas, las drogas, los pedófilos, los tibios... tanto mal y tanto bien, tanta Obra vivida tan intensamente.
 
Como en un cuadro de tiempos bíblicos, entre las historias y las risas, una mirada resalta en el centro de una de las mesas. Son los ojos de aquel que irradia una Luz que nos guía en la oscuridad. Giorgio Bongiovanni, el águila dorada de la legión, el comandante, que carga la cruz de nuestros defectos, nuestros errores, la cruz de la porquería de esta humanidad diabólica y como lo hizo el Cristo, camina hacia el calvario. Él nos muestra una vez más que solo podremos ser dignos del Nuevo Reino si seguimos al Señor como él lo hace, dando la vida por una causa justa.
 
Las palabras de Giorgio comienzan a llenar el lugar de una energía especial, una vibración que llega hasta lo profundo de nuestro ser y poco a poco nos acercamos a él para escuchar sus enseñanzas y las historias de otras vidas. La energía de la unión de los hermanos que se genera alrededor suyo hace que sea inevitable que se nos humedezcan los ojos.
 
Luego de la cena partimos todos juntos hacia una tierra bendita, la encina donde Eugenio se encontró con los extraterrestres por primera vez.
Al llegar al lugar nos acercamos a este arbol sagrado caminando lentamente mientras Giorgio nos contaba como habían sucedido los hechos previos a este encuentro, siendo esta una de las experiencias que iniciaron a la obra y que ha dejado marcada la tierra Siciliana para siempre.
 
La encina se encuentra a los pies de una de las bocas inactivas del volcán Etna y a pesar de que con el tiempo el lugar ha cambiado (por un proceso de reforestación la boca y los alrededores del volcán están cubiertos por arboles que en tiempos de Eugenio no estaban) la magia y la mística que envuelven al lugar aún se sienten.
Antes de volver nos tomamos un momento para apreciar en silencio el cielo colmado de estrellas, ese cielo que transporta nuestra mente a través del cosmos y que nos hace sentir insignificantes ante una Creación infinita. Esos soles y mundos con civilizaciones tan superiores a la nuestra que ni siquiera nuestros ojos son dignos de mirar. Ese ejército que es invisible para nosotros pero que muy pronto se dejará ver, espera la orden del Divino para desencadenar la Ira de Dios y eliminar del planeta el cáncer que se hace llamar humanidad, salvando únicamente lo salvable.
 
Recordando eso viene a mi mente un frase: dichosos los que tengan la gracia de ver en persona a Seres de semejante inmensidad pero más dichosos los que en su interior sientan la Gracia de Dios y logren entrar en la Comunión de los Santos, porque de esta manera los Seres Cosmicos y ellos serán una misma cosa.
Así terminó este día de amor y de historias con la emoción en nuestros corazones por estar viviendo en el tiempo de todos los tiempos, en el final de todos los finales.
 
PATRICIO CÉSAR ALOD
07 de agosto de 2014
 
PENSAMIENTOS
 
Por Patricio César Alod
Tenemos los 5 sentidos que Dios nos dió para poder entender Su Voluntad y apreciar la perfección de Su Obra. Podemos contemplar la Naturaleza con sus colores y sentir los aromas que emanan de ella, mirar hacia el Sol que es nuestro Padre y fuente de la vida, escuchar las palabras del Cielo que nos llegan a través de aquél que porta las señales del Cristo, beber del Agua de la Vida y sentir en la piel el abrazo divino del Amor de la Creación. Podemos apreciar la música de la vida que se puede escuchar en el silencio, sentir la sangre que corre por nuestras venas y el latido del corazón que es receptáculo de nuestro espíritu. Podemos dejarnos llevar por el amor y la pasión que erizan la piel y ese magnetismo que nos impulsa a querer estar cerca de los que amamos. Mirarnos fijamente a los ojos y ver los colores del alma, conocernos por dentro para poder conocer el universo que nos rodea.
 
Es vital apreciar los momentos en los que estamos unidos en comunión, compartir la mesa, el trabajo, el descanso. Poder estar juntos es un privilegio que nuestro Padre nos dió mostrando una vez más su misericordia por nosotros, sus hijos perdidos. Separados no somos más que materia orgánica sin vida que deambula en un mundo de oscuridad, pero unidos podemos ser un sol en medio de las tinieblas demostrándole al mundo y a Dios que no todo está perdido.
 
El poder de ser mejores hombres y así acercarnos al Padre está en nuestras manos. En cada respiro, cada segundo de vida, cuando estamos cansados, con sueño, cuando le cedemos terreno a la envidia, a las distracciones de la vida mundana, cuando el fanatismo se apodera de nosotros,  podemos cerrar los ojos y recordar los gritos, insultos y burlas, las escupidas a la cara, los palos golpeando Su rostro, los latigazos contra Su cuerpo arrancándole la carne una, otra y otra vez dejando los huesos al descubierto, la corona de espinas, los clavos tocando Sus palmas ensangrentadas, el martillo golpeando con fuerza y perforando Sus manos y pies, la sangre derramada durante el calvario, podemos recordar al Hijo de Dios crucificado por nosotros.
 
Entonces cuando la culpa de estar vivos nos destroce el corazón y con nuestro ego aniquilado por la verguenza de ser humanos, tal vez ahí logremos elegir correctamente y entonces la distancia entre Dios y los hombres será mas corta.
 
Nuestro destino está sellado, solo nos queda tener el valor de seguir adelante, superando las pruebas de la vida, con nuestras debilidades humanas, pero siempre buscando ser perfectos como dijo el Cristo: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” Mateo 5:48.
 
Así libres de ideas que nublen nuestro corazón podremos caminar por el sendero de Dios con los pies en la Madre Tierra y los ojos mirando al Padre Sol. Cruzando el valle de la muerte andamos unidos como legionarios que avanzan hacia el enemigo y en una cohorte impenetrable marchamos tal vez hacia la muerte del cuerpo pero buscando siempre la salvación del espíritu. Caminamos con el privilegio de escuchar la palabra de Dios, mostrando a los pueblos de este mundo que no estamos solos y que el Cristo cumplió con su palabra cuando dijo: “Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
 
El hijo de Dios aún derrama su sangre a través de un hombre que trae la Verdad a este mundo. El es el prólogo de una Nueva Era llena de justicia, amor y paz. Seguir su Verdad es caminar hacia la luz.
 
Termino con una plegaria: humildemente te ruego Dios Todo Poderoso que le des a Giorgio todo lo que nesesite para cumplir con su misión y protege a todos los justos y los puros de corazón para que el mal de este mundo no contamine sus espíritus.
 
Gracias Dios por darme la oportunidad de caminar junto a Tu Hijo.
 
“Hijitos, aun un poco estoy con vosotros. Me buscaréis; mas, como dije a los judíos: Donde yo voy, vosotros no podéis venir; y ahora os lo digo.
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como os he amado, que también os améis los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” Juan 13:33:34.
 
PATRICIO CÉSAR ALOD
11 de agosto de 2014