Por Erika Pais

Sobre los infinitos universos que te traen a nuestro mundo.

Como un aleteo estelar, la eternidad te alcanza vomitando sobre nosotros aquellas palabras que una vez quemaron. La conciencia universal que alcanza a unos pocos es intransferible hacia las almas necias que mastican mentiras y saborean iniquidades. ¡Cómo comprender un espíritu tocado por la Verdad que libera! ¡Cómo ser digno de poder acompañarte en ese viaje sin retorno hacia un lugar donde las almas conciben materializar la materia, donde los sonidos construyen y los colores irradian luz! Un viaje a lo absoluto, eterno y efímero, un viaje hacia adentro y hacia afuera del centro del Universo. ¡Cuánta sangre derramada y pieles quemadas por callar lo que siempre volverá a florecer en los campos, cuantos cuerpos lacerados por intentar ocultar lo que la luz alumbrará eternamente. Cuanta ignorancia perversa y sutil, que asesina los cuerpos y compra almas, pero jamás conseguirá encerrar a los seres que te pertenecen en las jaulas de la ilusión.

Ignorantes asesinos que burlonamente la Vida les paga con su propia moneda, porque vos  volvés a cada instante, volvés en el cuerpo de cada justo que morirá, volvés en la sonrisa de un niño que comprendió el amor, volvés en las gargantas de los que reclaman Justicia. Volvés, siempre volvés; y nos hablas del arco iris y sus colores, nos hablas de la eternidad del tiempo, del sabor de las estrellas, del dulce aroma de los astros que nos iluminan. Volvés y nos haces mirar hacia arriba, nos haces amar la luz del sol. Volvés una y otra vez para enseñarnos los secretos de la Justicia, nos empujas a mirar por la ventana del alma hacia esa luz eterna que fulgura nuestros espíritus. El mundo te abuchea, te ataca, se burla de vos, te asesina, pero vos triunfas porque volvés a nacer y volvés a respirar aire de luz, a oler aromas de sabiduría y saborear el destino pensado antes que el pensamiento tome forma. Volvés y sos, Paolo, Giovanni, Luther King, Gandhi, Giorgio…  Sos ellos y sos todos al mismo tiempo. Sos UNO.

Y nosotros devoramos con ansiedad esas semillas que nos arrojas y las alimentamos tímidamente con agua de saber que proviene de Tu Verbo y como el árbol de la Vida, esa semilla germina dentro nuestro, creciendo a cada instante. A muchos se nos seca, a otros se le marchitan sus hojas perennes, pero tus frutos de todas formas sobreviven a la sustancia y purifican los espíritus. Aprendemos a mirar al Sol de frente sin miedo a que nos queme y mojarnos con la lluvia sin temor a enfermarnos y subir las montañas sin cuestionarnos si caeremos. Entonces los paradigmas del tiempo y el espacio que una vez te acusaron, haciéndote morir en la hoguera, hoy nos Salvan una y otra vez y te permite nos susurres al oído:  un día como hoy en el que me recuerdan no morí, un día como hoy renací para Volver hacia ustedes. Y tus cenizas que aún hoy continúan navegando en el Tiber toman forma y nos visita en cada noche estrellada y cuando la luna llena ilumina nuestros sueños perdidos.

Erika Pais.

17 de Febrero de 2015