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siria100Por Matías Guffanti
Entrevista realizada a la hermana Guadalupe, misionera de la congregación del verbo encarnado de argentina, radicada desde hace 18 años en Medio Oriente, los últimos 4 en Aleppo, Siria.

Detrás de los murmullos del mundo, de las miradas frías e indiferentes, detrás de cada universo personal gobernado por la mente, detrás de los millones de proyectos e ideas en los que se contempla únicamente el sentimiento egoísta y material, detrás del espiral descendente de la sociedad que aprisiona el alma de la humanidad, allí, detrás de todo eso que nos envuelve, nos ciega y nos adormece, está la inmensa y desolada realidad que pocos ven.

A ella se puede llegar sólo con la aspiración sincera e incondicional de encontrar la verdad, para así descubrir la verdadera vida que da sentido a cada ser y a cada cosa que existe. Una realidad en la cual ángeles y demonios pelean una batalla constante por las almas de aquellos que ha creado el Padre. Es una guerra que se libra en cada ser y que se manifiesta en cada acto del mundo ilusorio en el que estamos inmersos. Una batalla espiritual que, consecuentemente, se manifiesta en el plano material.

siria2Los traidores de Alá y los traidores de Cristo han vendido su alma al demonio, matando a Dios en cada niño, negociando su ambición de sangre y poder con el imperio de Lucifer, a cambio de la muerte de su pueblo. A ello se suma el fanatismo y el fundamentalismo religioso, que convierte a la antigua tierra prometida en un infierno de hipocresía, mentira y dolor.

El pasado 24 de agosto, en el programa de radio Frecuencia Joven, FM AZ 92.7, de la ciudad de Rosario, se entrevistó a la hermana María de Guadalupe Rodrigo, quien dio un extraordinario testimonio sobre sus años como misionera en Medio Oriente, en donde aún hoy continua prestando ayuda. Sus palabras reflejan una de las realidades que se viven en este mundo, donde la guerra, la desesperación, el odio, se manifiestan junto a los milagros y las señales divinas, convirtiendo a aquel lugar en una ventana al Cielo y al Infierno simultáneamente.

La persecución y tortura a los cristianos, el sostén de Occidente a los grupos terroristas, la mentira del ISIS, los miles de niños y adultos mártires en una guerra sin pausa, son temas comunes y cotidianos para quienes viven allí y que esta monja pudo presenciar desde el inicio del conflicto. La entrevista se realizó una semana antes de la triste y famosa noticia de la muerte de Aylan, a raíz de la cual, todos los medios importantes del país la llamaron para que dé su testimonio sobre Siria.

La hermana Guadalupe es una religiosa argentina de 42 años que desde hace 18 se encuentra en misión en Medio Oriente. Pasó por diferentes países con su labor de ayuda a los que más lo necesitan hasta instalarse en Egipto, en donde desarrolló su mayor actividad. Luego de un arduo trabajo, Guadalupe cuenta que sus superiores le dijeron que debía descansar y le pidieron que elija un lugar para continuar con su misión, pero de una forma más tranquila. A estas palabras, la religiosa respondió que elegía la ciudad de Aleppo, Siria, por su tranquilidad y buena convivencia entre musulmanes y cristianos.

Así fue entonces que viajó hacia aquella ciudad que parecía esperarla con armonía y aires de paz, pero el destino le preparaba un nuevo desafío. Como si la lucha en Egipto contra la pobreza, la discriminación y la persecución a los cristianos no fuera poco, a los cuatro meses de estar en misión en Siria la guerra civil se desató destruyendo todo a su paso. Y la ciudad de Aleppo, la más rica del país, se convirtió en la más deseada por los grupos terroristas islámicos.

Después de 4 años la guerra sigue sin cesar su agresividad y odio. Los cristianos son los más afectados en estos enfrentamientos, siendo perseguidos, torturados y asesinados. Pero a pesar de ello, en una batalla constante sin precedentes hay, sin embargo, religiosos como la Hermana Guadalupe que deciden estar en medio de las bombas y de las balas para ayudar a sus hermanos.

Guadalupe Rodrigo es integrante de la Familia del Verbo Encarnado y siempre se emociona al contar sus vivencias en Medio Oriente. Actualmente se encuentra en Argentina por cuestiones personales pero aseguró que en pocos días volverá a Aleppo a seguir con su actividad. Ya que, según sus palabras, “ahora no podría abandonar a esa gente”.

Transcripción de la entrevista
Matías Guffanti: Cuéntenos sobre usted.
Hermana Guadalupe: Yo soy misionera hace varios años. Hace unos 18 años que soy misionera allá en Oriente, en Belén, en Tierra Santa, después en Egipto, en varios lugares, he estado en Jordania, en Túnez, pero claro esto de Siria es algo totalmente nuevo para nosotros como misioneros, porque por más que uno se encuentre con muchas miserias humanas en la misión, lo de la guerra en Siria para nosotros es una cosa nueva. Es una cosa muy difícil de imaginar, uno puede ver películas, o le pueden contar lo que es la guerra, pero vivirla así, de adentro y estar al lado de esa gente, ver como sufre, es muy distinto. Para nosotros como misioneros es una experiencia única y de alguna manera también lo consideramos una gracia, un privilegio poder acompañar a esta gente que ahora tanto lo necesita.

MG: ¿Hay una persecución muy grande a los cristianos en Siria? ¿Cómo se vive hoy esa persecución?
Hermana Guadalupe: Bueno, la persecución a los cristianos no es una cosa nueva, ya viene desde hace mucho tiempo atrás. Lo que pasa es que ahora ha tenido más difusión por el accionar de grupos muy conocidos, como el Estado Islámico, pero no es nuevo. Sí lo es en Siria, porque en ese país antes de la guerra se vivía una situación de muy buena convivencia entre cristianos y musulmanes, por el hecho de que el gobierno era laico, o islámico moderado, entonces se daba esa buena relación que era muy pacífica para Medio Oriente. Pero todo eso cambió con la guerra, ciertamente estos grupos que son manejados desde afuera, son grupos extremistas que no toleran nada que no sea lo que profesan ellos. Es una persecución terrible, han arrasado pueblos enteros en Siria, pueblos cristianos, han asesinado pueblos enteros. Ofrecen siempre la posibilidad de convertirse al Islam para salvarse, para salvar sus vidas, pero la gente no lo acepta, los cristianos no lo aceptan, mueren así, serenamente, libremente, pronunciando el nombre de Jesús, no reniegan de eso. La persecución es durísima, ellos tanto en Siria como en Irak están persiguiendo mucho al cristianismo, de esa manera que quizás han escuchado, marcando las casas con la letra “nun”, que es la primera letra árabe de la palabra Nazareno. Así es como llaman a los cristianos, van marcando las casas con esa letra y, cuando ven las casas marcadas entran y matan de una manera atroz.

MG: ¿Cuál es el objetivo que persigue el ISIS al hacer eso?
Hermana Guadalupe: Tanto el ISIS, el Estado Islámico, como los otros grupos que están militando en la zona, porque son varios grupos, son muchos, todos estos grupos fundamentalistas, extremistas, buscan que caiga el gobierno laico, obviamente, y que se imponga la ley islámica, que se imponga el Corán como ley civil. Y esto, que en principio sería formar un califato entre Siria e Irak, es el principio de un objetivo final que tienen y que es que todo el mundo se transforme en una nación islámica, eso es clarísimo.

MG: ¿Actúan solos o reciben ayuda de Estados Unidos?
Hermana Guadalupe: Cuando uno ve la manera en que está armada esta gente, y ve también de dónde vienen, porque son extranjeros sobre todo de Arabia Saudita y de otros países árabes, pero también reclutas de Europa, a los que le pagan sueldos altísimos, empieza a preguntarse de dónde sale todo eso, todo el armamento que tienen ¿de dónde sale? Alguien los tiene que estar subsidiando, alguien los tiene que estar financiando, alguien se está enriqueciendo. Alguien o varios, ciertamente son varios los países que apoyan, no directamente al terrorismo porque no lo dicen así, sino a la oposición al gobierno, como ellos lo llaman. Le dicen oposición legítima, pero en este caso son todos terroristas, no hay otro tipo de oposición al gobierno. Y buscan otros objetivos, objetivos políticos, objetivos económicos ciertamente, pero sí, la gente comenta muchísimo que países importantes apoyan al terrorismo, incluso el Papa Francisco lo ha dicho fuertemente: basta de apoyar a grupos terroristas, lo dijo claramente.
 
MG: ¿Cómo es vivir en una guerra constante?
Hermana Guadalupe: Lamentablemente se nos ha hecho costumbre, porque los bombardeos, los ataques, los tiroteos son permanentes. Y es en toda la ciudad, no es que hay una zona en la que se libran los combates, el escenario de la guerra, y el resto de la ciudad está intacta. No. La guerra es en plena ciudad, los terroristas disparan al azar, indiscriminadamente, contra los civiles, contra hospitales, escuelas, iglesias, y sobre todo los barrios cristianos. Y esto es permanente, en cualquier lado de la ciudad. Llevamos viviendo así desde hace 4 años, de manera que esta música de fondo de las explosiones y de los tiros, se nos ha hecho lamentablemente normal, la escuchamos durante el día y mucho más durante la noche. En las cuales dormimos en los subsuelos, ya que en la ciudad de Aleppo todos los edificios tienen subsuelos bajo tierra, por una cuestión estética, para no hacer edificios tan altos. De manera que, estos subsuelos nos sirven de refugio y en general la gente duerme bajo tierra para protegerse un poco más, cuando los bombardeos son más intensos. Pero después, en el día, uno va llevando la vida cotidiana como puede. Es heroico, los chicos siguen yendo a la escuela, esquivando balas, la gente sigue saliendo para comprar, para trabajar obviamente, nadie sale a pasear, pero la vida continúa y en esas condiciones precarias en las que estamos, tenemos electricidad 1 o 2 horas por día, no más, entonces eso realmente desordena bastante la vida cotidiana. Cuando llega la electricidad por ejemplo, hay que dejar todo y aprovechar esa hora o esas 2 horas de luz para todas las cosas que uno hace con la electricidad. Y después, prácticamente se vive encerrado, porque si bien la gente sale igual, no es la vida normal del que puede salir a pasear, a tomarse un día de descanso.

MG: ¿Hay francotiradores?
Hermana Guadalupe: Sí, hay francotiradores y la gente ya sabe dónde se esconden, la mayoría lo sabemos. Cuando uno anda por las calles, siempre andamos con mucho cuidado y caminamos muy rápidamente. Ya sabemos que en los lugares donde hay francotiradores hay que pasar corriendo por ejemplo, entonces uno ya sabe cuáles son las calles que tienen francotiradores y nos juntamos en una esquina y cruzamos corriendo, en grupo.
La gente se acostumbra a esto, vienen proyectiles en cualquier lugar y a cualquier hora del día, haciendo también de la ciudad un caos, en el sentido de que es permanente. Es normal ver cuando vienen los camiones de la municipalidad a limpiar, a juntar restos en bolsas de nylon, llevar los restos a la morgue, a limpiar y a barrer. Porque es permanente, no es como cuando hay un atentado, que cierran las calles y todo se detiene por 2 o 3 días, no, se sigue viviendo como si nada.
 
MG: ¿Cómo viven esto los niños y los jóvenes?
Hermana Guadalupe: Bueno, es admirable, realmente es admirable, porque cuando uno está viviendo en esas circunstancias, y está viviendo semejante tragedia, se está viviendo en riesgo. Y al ver las fotos la gente se sorprende, y nos dice que le gustaría ver imágenes de la gente en la guerra, nos preguntan quiénes son, o nos dicen que son fotos de antes de la guerra, y nosotros les decimos que no, que son personas que están viviendo en medio de la guerra y sin embargo sonríen de esa manera, que se ve en nuestra página “SOS Cristianos en Siria”. La manera en que estos cristianos han sabido aceptar y aprovechar ese sufrimiento es admirable. Ellos dicen bueno, ya está, esto es lo que tenemos que vivir, Dios sabe por qué, hay que sacar algún bien de esto, porque capaz que ellos se dan cuenta que era una sociedad muy materialista, muy humana, muy superficial, y esto de la guerra nos vino a sacudir un poco, porque estábamos muy entretenidos con el mundo, ellos mismos dicen nos estábamos olvidando de las cosas importantes, y ahora uno los ve disfrutando de cada pequeña cosa, porque no les faltaba nada, eran empresarios y ahora, materialmente hablando, humanamente hablando, están en la ruina total, no tienen nada, pero sin embargo del lado espiritual han ganado muchísimo, y por eso realmente son felices, son más felices que antes en cierto sentido. Porque ellos dicen ahora nos hemos aferrado más a Dios, a la fe, a las cosas importantes, se los ve realmente preocupados por la salud de su alma. Antes estaban muy ocupados en la ropa de última moda, y el auto último modelo, todo era una cuestión muy material y superficial. Y cuando uno está así, en contacto con la muerte permanente, y uno se plantea que se puede morir hoy, entonces eso les ha cambiado la vida, en el sentido de que se preparan para lo que viene después, todos quieren ir al Cielo, entonces tenemos que trabajar y prepararnos para eso, si no nos vamos a llevar nada de acá ¿no?

MG: Es increíble.
Hermana Guadalupe: Sí, sí, es como lo viven. Yo veo a los jóvenes sonreír allá más que acá en Argentina. Y ojo que tenemos muchos problemas acá en Argentina también, yo no voy a negar lo que es evidente en todo sentido, entonces también el secreto es cómo voy a aprovechar esto que estoy viviendo, que por algo lo vivo, alguien está permitiendo que yo viva esto, tengo que sacar provecho realmente para mi bien, y yo creo que lo están haciendo.

MG: Es impresionante la fe y fuerza de voluntad que tienen al decir que son cristianos, sabiendo que los espera la muerte ¿no?
Hermana Guadalupe: Sí, y además fuerza de voluntad para seguir haciendo lo que tienen que hacer, eso también es una lección porque acá muchas veces se escucha decir que los jóvenes tienen problemas para estudiar, allá siguen estudiando y se han recibido varias de nuestras estudiantes, han estudiado 4 o 5 años y se han recibido durante la guerra, estudiando debajo de los bombardeos, con una vela o con una linterna, y uno por ahí escucha que si no se tiene tal condición, o tal otra, que no tengo esto, o que me falta aquello, que por eso no puedo estudiar, y estos chicos se reciben en carreras universitarias. O lo que publicamos hace un tiempo de esa pareja de novios que se casó en una iglesia destruida, con las paredes nada más, una iglesia sin techo, y acá hemos escuchado tantas veces que las parejas no se casa porque no tienen para esto o para aquello, si quiero hacer las cosas bien las puedo hacer, aun estando en guerra, eso queda al criterio de cada uno, sin echarle la culpa a las circunstancias o al contexto que tengo que vivir, o a los medios que tengo o no tengo, si quiero hacer las cosas bien las puedo hacer bien, ser un buen cristiano. Ciertamente acá en la Argentina es difícil ser un buen cristiano, es difícil decirlo, es difícil no tener vergüenza de decirlo, porque aunque no haya persecución de ametralladoras, hay persecuciones más sutiles y no menos peligrosas para el cristiano que quiere vivir de acuerdo a sus principios morales, a su fe. Pero hay que hacerlo, hay que vivir sin miedo a nada.
 
MG: En estas situaciones de guerra, y según su opinión ¿se viven milagros?
Hermana Guadalupe: Sí, milagros muchísimos. O sea, la gente a veces viene y te cuenta historias difíciles de creer. Como la del proyectil que entró por la ventana, y uno dice ¿por la ventana? Sí, entró por la ventana, se enredó en la cortina y cayó arriba de la cama envuelto en la cortina. Hay cosas que suceden que son totalmente milagrosas. La forma en que se han salvado algunos y cómo lo cuentan, con total normalidad nunca deja de sorprendernos. Como el caso del muchacho que estuvo secuestrado y encerrado en una pequeña letrina, atado con cuerdas a una silla, muy atado, y dice que le rezó mucho a la Virgen, a San Miguel Arcángel, y pudo romper las cuerdas que lo sujetaban. Para escapar, para salir, tuvo que saltar de un balcón del segundo piso, estaba atado todavía de las muñecas, y bueno se quebró, se lastimó mucho al saltar, pero se salvó. Y dijo fue un milagro que pude romper las cuerdas. Y como esa hay muchísimas historias, es impresionante escucharlo, todos los días hay milagros. Probablemente los hay entre nosotros también, lo que pasa es que no los vemos, no estamos capacitados para ver los milagros que hay a nuestro alrededor, porque estamos ocupados, entretenidos, dedicados a otras cosas. Lo importante es que estos milagros nos llenan de alegría. Las preocupaciones, que pueden ser legítimas también, no pueden ocupar el primer lugar en nuestra vida, porque si les damos el primer lugar nos olvidamos del resto, dejamos de ver el resto de los milagros que suceden alrededor nuestro.
 
MG: Por último quiero preguntarle ¿qué mensaje le daría a toda la gente que no conoce la situación de Siria y a la cual su testimonio podría ayudarla?
Hermana Guadalupe: Y acá y de otra manera, pero nadie, ninguno de nosotros escapa al sufrimiento. No hay nadie que diga, que pueda decir que no tiene nada que sufrir. Hay quien sufre al enamorarse, quien sufre males económicos, quien sufre por su propio carácter, por su propia forma de ser, se sufren enfermedades, incomprensiones, injusticias. Son tantas cosas las que se sufren. Aunque le preguntáramos a un rey, o le preguntáramos a un millonario, o le preguntáramos a alguien que vemos en la televisión que parece ser feliz, todos tenemos algo que sufrir. El secreto está en cómo lo sufro, cómo llevo eso que tengo que cargar que es una pequeña cruz, las cruces que cada uno tiene. Y si yo me la paso renegando de por qué tengo que sufrir esto, por qué me tiene que pasar esto otro, no estoy entendiendo que las cosas suceden por algo, que Dios sabe qué es lo más conveniente para cada uno y por eso lo permite en nuestras vidas, porque quiere sacar un bien mayor, porque de ese sufrimiento vamos a crecer, vamos a subir un escalón más. Pero la cuestión está en cómo lo vivo, en cómo lo acepto, cómo lo aprovecho. Porque ciertamente, el sufrimiento humano, nos lleva a crecer espiritualmente. Que es lo más importante, que en definitiva es lo único importante, porque ¿para qué estamos en este mundo? ¿Para vivir 50, 80, 100 años? Estamos para prepararnos para lo que viene después, para la eternidad. Para que un árbol crezca fuerte, grande, florido, hermoso, hay que podarlo, no hay vueltas, hay que podarlo. Si no, no va a llegar, entonces necesita poda, por eso uno sufre y hay que aceptarla, aprovecharla, no desperdiciarla, porque realmente son cosas que nos hacen crecer. Todos tenemos algo para sufrir, todos tenemos algo para ofrecer, y eso realmente, si lo sabemos medir bien nos hace crecer. Ciertamente a nosotros como cristianos nos tiene que recordar a Cristo crucificado, y decir tengo una astillita, algo para ofrecer, algo de dolor de Jesucristo, y eso hace tanto bien, no sólo a mí sino a tantos otros que no los veo hoy, los voy a conocer en el Cielo. Cuánto bien puedo hacer a otros ofreciendo y llevando con alegría mi propio sufrimiento. No va a ser alegría sensible, no, pero de sonrisas plásticas de televisión y de Facebook ya está, eso no convence a nadie, necesitamos alegría profunda, alegría verdadera, alegría del corazón, y eso lo va a dar solamente Dios. Eso es lo que quiero dejarles a todos como mensaje.
 
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Matías Guffanti
24 de septiembre de 2015
Arca Lily Mariposa
Rosario, Santa Fe, Argentina    {jathumbnail off}