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22 de Marzo de 2016 –
“Parco del Sole” en visita guiada al cuartel “Maria Serimant” de Palermo
La excursión didáctica tuvo lugar en el marco del programa formativo del proyecto “Parco del Sole” (Parque del Sol) que abarca a los niños de primer grado de la escuela primaria del barrio Albergheria, en el corazón del centro histórico de Palermo. La voluntaria y educadora Adriana nos cuenta, paso a paso, el desarrollo de toda la visita previa a las vacaciones de Semana Santa.

 

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¡Estamos listos! Nos esperan el Teniente Coronel Curti Gialdini Gualtiero, el Coronel del ejército italiano Francesco Valenti, director de la “Serimant”, el primer Mariscal lugarteniente Maraschino Pietro quien trabaja en el cuartel desde hace más de 35 años, el primer Mariscal Sammartano Giuseppe, junto al Cuerpo de carabinieri.

Esta actividad se encuadra en la experiencia cultural dedicada a la legalidad que estamos desarrollando en “Parco del Sole” con la finalidad de hacer conocer a los niños el trabajo de los militares y de los carabinieri, a quienes tienen que reconocerlos no como enemigos sino como figuras positivas de la sociedad, valorando la labor de las fuerzas armadas en general, una profesión que incluso puede estar a su alcance... conociéndola puede pasar a formar parte de su esfera de “normalidad”, al dejar de verla únicamente como algo innatural e inalcanzable. Los oficiales trabajan de manera voluntaria con su enrolamiento, llevados por el sentido del deber por la patria, por los valores de la vida, por la Constitución y por dichos valores juran frente a la bandera italiana y frente a Dios. La función de los carabinieri, con el apoyo de los militares, apunta cotidianamente a la prevención y a la represión de toda forma de ilegalidad y de violencia.

La jornada comenzó en frente de la iglesia de San Saverio. Junto al padre Cosimo y a otros voluntarios esperamos la llegada de todos los niños y también de otro grupo de chicos del barrio de Ballarò que se unirían a nosotros en esta ocasión. Todos los niños esperaban impacientes que llegara el autobus en el que viajarían... sin saber que en realidad se trataba de medios militares. Un poco más tarde vimos llegar cuatro camionetas verdes. “¡Son ellos! - les dije a los chicos - nos vinieron a buscar”. Su estupor era inmenso y no podían creer que pudieran subir a bordo. La gente que se encontraba en la plaza, al ver esos vehículos militares y el frenesí de los niños, no comprendía lo que estaba ocurriendo y miraba maravillada esa escena de entusiasmo. Nos alejamos de dicha plaza, acompañados por las miradas, en primer lugar serias y luego de alegría, de la gente que nos saludaba sorprendida por la alegría en los rostros de los más pequeños.

Me senté junto al conductor, Vincenzo, cabo mayor. Los chicos no lograban mantenerse en silencio a mis espaldas y me avasallaban con miles de preguntas. Dirigiéndome a ellos les dije que tenían que sentirse privilegiados porque ningún civil habría podido subir a esos medios. Para trasladarse de un lugar a otro los civiles utilizan los medios públicos o privados, solo los militares pueden utilizar estos vehículos para moverse. Luego le hice algunas preguntas relativas a esa jornada al cabo mayor. Yo también me sentía como esos niños, estaba bastante ansiosa y, para mi sorpresa, me di cuenta de que él también estaba feliz en cierta forma. Me dijo que estaba contento de poder dedicarle una jornada a estos chicos, le temblaba la voz. Luego expresó un juicio de indignación por esta sociedad desinteresada por sus problemas. Me agradeció de todo corazón que hiciéramos esto por ellos. Una palabra llevó a la otra durante el trayecto al punto tal que me contó una experiencia muy conmovedora que había vivido. Me dijo: “Comprendo perfectamente lo que os impulsa a estar con los niños y a hacer lo que estáis haciendo”. Luego dijo además: “Junto con mi mujer decidimos adoptar un niño, comenzamos a preparar todos los trámites para la adopción y los presentamos conformemente. Esperamos algunos años sin obtener respuesta alguna. Entonces presentamos también los documentos para la adopción internacional. Decidimos viajar al extranjero, a Camboya, pero precisamente en ese período se detuvieron las adopciones. Nos desalentamos un poco pero luego, por una serie de pequeñas coincidencias y situaciones, nos aconsejaron que nos dirigiéramos a Ucrania. Fuimos a un instituto en el que nos mostraron tres niños, de 5, 6 y 7 años respectivamente. Inmediatamente nuestra mirada se detuvo en uno de ellos y cuando nos informamos sobre cómo adoptarlo nos enteramos que eran tres hermanos. Sentí un nudo en la garganta al pensar que los estaba separando y me hice miles de preguntas y mil pensamientos pasaron por mi mente. ¿Qué hago? me dije. Mi felicidad por haber encontrado un niño se transformó en una tristeza infinita. Instantaneamente tomé una decisión. ¡Me los traje a los tres a casa! Ahora son mi vida, son unos niños excepcionales, son mis hijos, mi familia. Se llaman Adele, de 10 años, Mario, de 11 años y Adriana, mi flor de 12 años”. Estaba muy emocionado mientras me contaba esta experiencia y en el momento le dije que la pequeña se llamaba como yo, le pregunté en qué mes cumplía los años y ¡casualmente era de mi mismo mes! Cuando me vio emocionada, no se por qué, me agradeció. “Yo te lo agradezco - le respondí – por haber compartido tu hermoso sueño cumplido”. Jamás olvidaré sus ojos y la alegría que emanaba de ellos.

Al llegar al cuartel frente a nosotros se abrió ese imponente portón y los militares nos recibieron haciendo la venia. Al entrar a la sala nos proyectaron un video que explicaba cómo actúan las Fuerzas Armadas, tanto en Italia como en el extranjero. Antes de hacer acomodar a los niños les regalaron a cada uno de ellos un sombrero del ejército y una banderita de Italia. En absoluto silencio miraron muy atentamente el video, al final de la proyección el Coronel les hizo preguntas relativas a lo que acababan de ver y casi todos respondieron correctamente, los militares estaban muy contentos por la atención que habían demostrado los niños sobre ese argumento que no es nada facil de comprender. El Teniente Coronel tomó la palabra y como un padre atento comenzó a darles consejos sobre cómo tienen que comportarse los jóvenes, en caso de peligro: no confiar en extraños, denunciar actos de violencia, incluso en el ámbito escolar, prestar mucha atención al uso de internet porque incluso detrás de una pantalla puede esconderse gente con malas intenciones, no aceptar amistades en los social network sin conocer a las personas, denunciar si alguien manda mensajes que no se comprenden muy bien... “Si vosotros nos ayudais lograremos tutelaros de las personas malas. Nosotros vigilamos siempre vuestras zonas precisamente por estos motivos por lo tanto no tenéis que tener miedo de nosotros, los únicos que tienen que temernos son las personas malas porque saben que han hecho cosas que no debían. Os pedimos que nos ayudeis en nuestro trabajo, denunciando, nosotros estamos siempre listos para ayudaros. ¿Habéis visto lo que han hecho nuestros militares en el extranjero? Han reconstruido escuelas, puentes para unir pueblos aislados, hemos dado de comer a poblaciones enteras, hemos arreglado hospitales dando asistencia a muchos niños enfermos y a los que estaban en graves condiciones los trajimos a Italia para curarlos”. En ese momento uno de los chicos preguntó “-¿Por qué existen las guerras?” y la respuesta fue: “-Nosotros somos los primeros que no deseamos la guerra pero si el enemigo nos ataca para poder salvarte la vida me veo obligado a responder. Nosotros, los soldados, somos los primeros que damos la vida por vosotros y por nuestro país”. Los niños escucharon con gran interés entrando en un mundo que no era el suyo e intentaron comprender el por qué del mal, el por qué de la guerra y de las armas. Luego el Coronel, para distender un poco, invitó a todos a levantarse para ir a las mesas donde encontrarían bebidas y golosinas. Todos lo hicieron provocando un estruendo de sillas. Luego de deleitarse con esas exquisiteces reaparecieron esas sonrisas y ese rumor infantil. Después salieron todos para realizar el gran tour del cuartel, recorriendo cada uno de sus rincones.

El gran estupor de los niños llegó cuando se encontraron frente a un tanque de guerra grande y majestuoso que les provocó una sensación de temor momentánea. Una vez que les explicaron algunas cosas los hicieron subir uno por uno al mismo y todo se convirtió en un juego. Y en ese momento llegó el Padre Luigi que nos acompañó a todos a la iglesia para la celebración de la misa. Rezamos, entonamos algunos cánticos dirigidos a nuestro Maestro Jesús. Al final de la misma nos reunimos todos en el patio para jugar mientras esperábamos que la persona a cargo del comedor nos llamara. En medio de esos simples juegos también involucramos a los militares y participaron con nosotros con gran entusiasmo, riendo y bromeando, en ese ámbito ya no se respiraba el aire del deber, de las reglas, y del “Si, señor”. Éramos todos una familia, todos iguales sin divisiones de grados y lo único que se escuchaba eran las voces y las carcajadas de los niños retumbando mientras corrían de un lado a otro... Los chicos se sentían amados, mimados y protegidos.

Y llegó el toque de campana, la comida estaba lista.

Todos en filas de a dos entramos al comedor, nos hicieron acomodar en las mesas y nos sirvieron comida en abundancia. Los voluntarios nos sentamos en la mesa junto al Teniente Coronel y a los demás superiores. Nos sentíamos honrados de estar en su mesa. Después de comer el cocinero nos regaló a todos un postre que había preparado especialmente para los niños.

Después de comer nos hicieron acomodar nuevamente en la sala de proyecciones, nos agradecieron por la hermosa jornada que les habíamos hecho pasar, mientras algunos militares, en un rincón de la sala, estaban preparando la última sorpresa. Nos regalaron a todos y cada uno, incluso a los grandes, un huevo de pascua. La felicidad en los ojos de esos niños era casi incontenible. Algunos de ellos se encariñaron tanto con el personal militar que costó bastante separarlos. El Coronel, el Teniente Coronel y los demás estaban casi conmovidos al sentir esa calidez por parte de los chicos.

Finalmente todos se sentaron en la camioneta y cuando nosotros, los voluntarios, fuimos a dar el último saludo antes de salir el Teniente Coronel nos hizo una hermosa propuesta. “Si estáis de acuerdo el cuartel se asume el compromiso de adoptar a un niño para ayudarlo a que complete los estudios”. No podéis imaginar nuestra emoción, no lográbamos contener las lágrimas. Todo el personal militar nos saludó haciendo la venia, manteniendo el saludo hasta que salimos del cuartel.

Fue una hermosa jornada para todos nosotros, adultos y chicos, que atesoraremos, intentando siempre seguir adelante para intentar poner en práctica el amor más grande de todos los amores.

Un abrazo para todos los voluntarios y colaboradores de FUNIMA International

Para poder conocer más sobre el PROYECTO “PARCO DEL SOLE” hacer click aquí:

http://www.funimainternational.org/progetti/nuovi-progetti/18-uncategorised/1123-parco-del-sole.html 

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Adriana Gnani
5 de Abril de 2016