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alicia2016bPor Alicia Conti

El amor infinito del Cielo hacia sus siervos imperfectos, a  veces, toma demostraciones extrañas, mágicas, incomprensibles para la mente humana, que calificamos como milagros. Especialmente, cuando nos resistimos a creer que las jerarquías superiores se tomen tanto trabajo, por nosotros.

A pesar de eso, la fe y la presencia celestial que convive con nosotros, nos mueve a pedir ayuda, a entender señales, que la Misericordia divina nos regala, no para satisfacer nuestro ego, sino para consolarnos.

Tal como muchos, o todos, los hermanos que estamos en la Obra de Juan, nuestras vidas se complican diariamente, con múltiples trabas que se ejecutan, una tras otra, ahogándonos en una trama de rutina y cansancio, para debilitarnos, en el físico y en la fe.

En mi angustia personal, sobre todo, porque siento que no puedo rendir con mayor eficiencia para  hacer en la Obra lo que está en mi corazón y sumado al sufrimiento físico de muchos de mis hermanos, una noche, volviendo de la radio, me senté delante del retrato del Consolador.

Empecé a hablar con Él, con Adonai y el Cristo juntos, y le pedía que no quería que modificara nada, que no le pedía nada para mí, sólo quería entender si estaba haciendo algo mal, y qué tenía que decirles a mis hermanos que sufren y no pueden hacer la obra. Que cuando quisiera, solo si era Su Voluntad, me diera una señal, chiquita, un sueño, o algo que pudiera interpretar correctamente.

Con estos pensamientos y este diálogo me fui a dormir y al día siguiente, 29 de septiembre, me levanté como de costumbre, muy temprano.

Mi rutina manejando en mi auto, distribuyendo a mi familia, y dirigiéndome a trabajar, con los minutos contados es lo que vivo diariamente. Me acompañaba mi compañero Ignacio, que descendió donde lo hace habitualmente, para ir a su trabajo. Retomé el camino, ya sola en el auto, mientras escucho música de la radio, en una emisora FM que pasa música a la mañana con dos muchachos conductores. La radio muy conocida era la 103.7. Todos estos detalles que parecen ahora accesorios, son relevantes en lo que me sucedió.

Eran aproximadamente las 8 am; y tal como dije venía escuchando la radio, pero siempre mi cabeza está en otra dimensión. En un momento el tráfico delante mío se atascó y me obligó a correrme de carril para poder avanzar; cuando sigo camino me doy cuenta que en la radio HABÍA ALGUIEN HABLANDO EN ITALIANO ... Me dije que era muy raro  poder sintonizar eso, pero enseguida me di cuenta que estaba la mano del cielo. Parecía ser una entrevista. Hablaba, aparentemente, un periodista con otra persona, que tenía una voz parecida a la de Giulietto Chiesa, pero no era igua , y en un momento, mientras hablaban de la mafia italiana, pronuncian, deletreando un  apellido, de esta forma  BON- GIO- VA- NI; BONGIOVANNI...

Cómo para que lo entendiera claramente!!!

A continuación, sin ninguna pausa, aparece SU VOZ, la VOZ, GIORGIO!!! EN LA RADIO DE MI AUTO!!! Lo que relato a continuación es lo que mi mente recuerda como lo más importante, de esos instantes, donde trataba de grabar cada palabra, mientras no sé quién, manejaba el auto:

“La Virgen de Fátima nos llama.

El Tercer Secreto de Fátima no se ha cumplido y está en curso.

El Padre Adonai a veces le permite a Satanás de tentarnos, pero ahora Él le ha ordenado que nos pruebe.

El Padre nos prueba para medir nuestra resistencia, nuestra entrega y nuestra fe.

Debemos resistir; debemos resistir hasta el 1 de enero del 2018.

Porque debemos recordar que el Cristo me dijo, que después del tentador, si pasamos la prueba,  Él nos visitará personalmente.

El cielo ve todo lo que luchamos y lo que hacemos”.

La voz de Giorgio salía de la radio del auto, sin que yo hubiera tocado ningún botón, hasta que cuando estacioné, porque había llegado a mi destino, duró unos segundos más y retomó la trasmisión de la radio. Por supuesto, fui a revisar mi celular para comprobar que no había ningún audio que se hubiera activado espontáneamente.

Después me bajé del auto, empecé a caminar hacia mi lugar de trabajo y agradecí al cielo, conmovida, pensando todas las molestias que se habían tomado por mí! Y  shockeada, por el inmenso acto de amor, el acto de consolación sublime, de ternura infinita, para que yo entendiera, sin lugar a dudas, que NUNCA ESTAMOS SOLOS, que el Padre y Su Hijo nos escuchan y especialmente cuando nos desesperamos.

Comparto con todos mis hermanos esta experiencia, para que reforcemos la fe, cerremos filas alrededor del Cáliz y para que nos repitamos y me repita, que somos, a pesar de nuestras miserias humanas, Sus soldaditos, los de Él, los del Cristo, que estamos preparando Su Regreso .

Con todo mi amor, Alicia

2 Novembre 2016