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Jacopomontev100Por Alice Valeri

“Un vencedor sólo es un soñador que no se ha rendido” escribió Nelson Mandela.

Siempre he sido una soñadora, el mundo en el que crecí, las dificultades que tuve a lo largo de mi vida a menudo me han llevado a aislarme de la sociedad, a vivir con la mente en las nubes, a soñar con un futuro mejor, como si este fuera un escudo para protegerme de la brutalidad que veía a mi alrededor, pero mientras crecía fui descubriendo que este no era el camino correcto, comprendí que no sirve de nada si afuera sigue habiendo guerras, pobreza y niños que mueren de hambre, comprendí que no tenemos que aislarnos sino que tenemos que luchar desde el interior de la sociedad, comprometernos constantemente para que ocurra el cambio, para que cambie el rumbo y para que en este maravilloso Planeta se instauren los valores Crísticos.

Pero ¿cuál es el camino? ¿Cuál es el sendero que hay que recorrer?

Es la vida misma la que nos planteará el trayecto que se adapte a nuestra evolución y que responda a lo que sentimos interiormente y que tenemos que cumplir. La vida es como una gran obra teatral y, como en un escenario, se fue abriendo despacio el telón, y allí se presentaron hechos, ambientes, personas, para que pudiera pasar por las experiencias correctas para mi crecimiento personal, un crecimiento espiritual y humano. Y así, una vez más, el Universo sorprendió a todos mis sueños, superó a los mejores escritores de guiones, trascendió todas mis fantasías dándome la posibilidad de vivir una experiencia magnífica junto a dos maravillosos compañeros de viaje. Jacopo, un hermano y amigo al que he re-encontrado, y Thomas, mi compañero y amor de mi vida.

Eran las 12:00 hs. de un cálido lunes 6 de Marzo cuando emocionados por emprender esta nueva aventura llegamos al aeropuerto de Montevideo en el que nos estaba esperando Georges Almendras. Inmediatamente comenzamos a conocernos y nos dirigimos hacia la casa de Giorgio Bongiovanni. Una humilde vivienda de un barrio de la capital uruguaya en la que, además de Giorgio, Sonia y Sonietta, nos esperaban Erika, Marita, Giorgito y los jóvenes del Arca de Rosario y de Montevideo.  

El cuadro del Consolador, que abarca casi toda una pared, nos miraba como si él también nos estuviera dando la bienvenida, casi parecía sonreír amorosamente, al instante se sentía una fuerte energía, cerré los ojos e inspiré profundamente, como si quisiera tomar el máximo, como queriendo acumular todo para el momento en el que me llegara a servir.

La alegría de estar juntos y de poder comprender esta semana era más fuerte que el cansancio del viaje por lo tanto ni bien descargamos las valijas decidimos ir a dar un paseo con los jóvenes presentes en el lugar.

El cielo por encima de nuestras cabezas era de un color azúl cristalino. El sol estaba alto en la bóveda celeste con toda su belleza y majestuosidad, el sol del mediodía calentaba nuestros cuerpos y nuestras almas con una calidez de familia y de unión de intenciones. Juntos nos dirigíamos hacia el “Río de la Plata” un estuario en el cual el río se encuentra y se mezcla con el océano, algo así como nosotros de Italia que nos fundimos con ellos de Latinoamérica, dos pueblos diferentes, dos culturas distintas, pero formados por la misma sustancia, hermanos y amigos de Cristo, y que tímidamente intentamos hablar y conocernos a pesar de las dificultades del idioma. A veces las diferencias lingüísticas pueden ser un obstáculo, un inconveniente que no nos permite comunicarnos, o bien puede ser una excusa que nos permite hablar simplemente, entrar realmente en contacto con el otro porque la palabra no es más que un medio, un instrumento, generalmente una limitación, en realidad se habla de otra forma, se habla con el corazón.

Georges Almendras y Raúl Blázquez nos hicieron de guías y nos llevaron a conocer las diferentes realidades de la ciudad, tanto los lugares emblemáticos que marcaron la historia de Giorgio en Latinoamérica, como aquellos en los que ellos trabajan a nivel social. Luego nos mostraron la triste realidad de las periferias urbanas, ubicadas no lejos de los barrios lujosos, guetos en los que encuentran refugio los marginados y los miserables de la sociedad.

UNIDAD CASAVALLE, CENTRO BARRIAL LA BOMBONERA, BARRIO MARCONI, estos son algunos de los nombres de esos barrios.

La realidad que se manifiesta ante nuestros ojos es variada, hay edificios inmensos, de 13 pisos, junto a otros más chicos, hacinados como en un panal, se los podría definir como una cárcel a cielo abierto. Un poco más lejos, en las afueras, nos encontramos con un enorme basurero que se ha convertido en el lugar en el que viven muchas familias indigentes. Inmediatamente nos recibió un olor agrio, penetrante, la garganta nos empezó a picar y los ojos a lagrimear por la molestia que nos provocaba el plástico quemado y por el olor de los residuos orgánicos en descomposición. En medio de montones de basura aparecían las chabolas construidas con pedazos de chapas encastrados unos con otros, de la mejor manera posible. Estas son sus casas.

¿Cuántas veces en la vida no le damos importancia a lo que tenemos: un techo debajo del cual repararnos, comida en la mesa, la calidez de la familia, el abrazo de una madre, una caricia, la presencia de un amigo, de un compañero, o de una compañera? ¿Cuánto tiempo perdemos inútilmente persiguiendo cosas fútiles que se van como las hojas al viento?

MUCHO. DEMASIADO.

Nosotros todavía nos lo podemos permitir en cambio ellos, los marginados de la sociedad, no pueden hacerlo. Aquí la regla es sobrevivir, cueste lo que cueste. Había viejos y jóvenes viviendo como perros vagabundos con un destino en común, había niños hermosos que jugaban en medio de los excrementos de los perros, todos sucios y vestidos con harapos, había madres amorosas que acunaban y amamantaban a sus hijos al lado de los residuos. Pensé que estos niños no son diferentes a los nuestros, que estas madres no son diferentes a las nuestras. Pero ¿esta puede ser definida vida? Los miré a los ojos, me crucé con sus miradas vacías y llenas de rabia y me pregunté qué podrían estar pensando ellos en sus mentes pero no logré darme una respuesta. En cambio en mis pensamientos lo único que había era una gran sensación de vergüenza pero no por su situación sino por la mía, vergüenza por la humanidad. Hemos usurpado nuestra Madre Tierra, hemos trastornado y transformado inexorablemente al Planeta que de Paraíso terrenal ha pasado a ser un receptáculo de asesinos y de buitres. Un Dios Perfecto creó todas las cosas a Su imagen y semejanza, en la naturaleza todo es armonía y equilibrio y de la misma forma creó a los hombres, perfectos en esencia, pero ahora en nosotros, en nuestra forma de actuar, no veo perfección, no veo equilibrio, lo único que veo es iniquidad, egoísmo, avidez. Ya no rige la ley que Cristo nos dejó: ama a tu prójimo como a ti mismo sino la ley del más fuerte, la ley del talión, ojo por ojo diente por diente. Esta conducta ha llevado a la humanidad al abismo en el que se encuentra, a la decadencia de esta sociedad, ha causado todo lo que acababan de ver mis ojos y lo que acababan de percibir mis sentidos en estos lugares. Tenemos que tomar conciencia de que la vida de todo ser humano es sagrada y no podemos permitir que sea profanada. La existencia terrenal, la encarnación es una gran oportunidad que el Creador nos ha ofrecido. A través de las obras a favor de la visa podemos alcanzar la meta que es la evolución espiritual. Tenemos que comprender que si no tuviéramos un proyecto por cumplir formaríamos parte del proyecto de alguien más, en este caso seríamos explotados, ayudaríamos y seríamos cómplices del proyecto que ha pergeñado una sociedad enferma. Tenemos que ser los artífices de nuestro futuro y del de la sociedad, no podemos seguir pretendiendo, como hicieron nuestros padres, que los demás hagan lo que nos corresponde a nosotros como seres humanos y como seres espirituales. “Sé el cambio que quieras ver en el mundo” decía Gandhi y esta frase tendría que ser nuestro mantra cotidiano. Si quieres que haya paz se la paz en la guerra, haz la paz con tu hermano. Si quieres justicia reclámala para aquellos que sufren las injusticias, pero nunca para ti. Si cada uno de nosotros, si cada ser humano, comprendiéramos en lo más íntimo esta gran enseñanza y la pusiéramos en práctica, en nuestro maravilloso Planeta habría un nuevo cielo y una nueva Tierra, pero lamentablemente el hombre sigue destruyendo y conquistando con su arrogancia respondiendo a una avidez de violencia y de riqueza.

Gracias a Giorgio, gracias a una voz que grita en el desierto, nosotros hemos despertado del estado de adormecimiento provocado por el materialismo y, como pequeñas luciérnagas, hemos comenzado a brillar, pero esto no es suficiente, tenemos que brillar cada vez más y estar unidos para convertirnos en una gran luz en la oscuridad de este tiempo, en un faro que pueda despertar a otros espíritus como los nuestros. Cristo, a través de su humilde mensajero Cristo nos habla, nos alienta, nos prepara para lo que vendrá, este es un regalo de un valor ilimitado, pero nosotros tenemos que tomar absoluta conciencia de ello. El hecho de transcurrir estos días en compañía de Giorgio, un señalado por Cristo, es como un bálsamo que cura nuestras heridas, el combustible que necesitamos para luchar aún más y con más fuerza.

En esta dura y triste realidad nace y tiene sede la Asociación Cultural “Un punto en el infinito”. Los hermanos de Latinoamérica han comprendido perfectamente estas enseñanzas y las ponen en práctica a cada momento de su cotidianidad, logran ayudar a los más pobres sin ser asistencialistas, dándoles la posibilidad de recuperarse y al mismo tiempo logran hablar y sensibilizar a las personas que están en buenas condiciones económicas. Una vez por mes hacen una manifestación, que va desde las 19:00 hs. hasta la mañana del día siguiente, en la Plaza de la Libertad, una de las principales plazas de Montevideo, irónicamente precisamente frente al Palacio de Justicia. A lo largo de la noche las personas carenciadas comienzan a llegar para comer y dormir con ellos. Este tipo de manifestación, al igual que las demás, sirven para sensibilizar a la ciudadanía, para hacer comprender que todos somos responsables de lo que ocurre en la sociedad a causa de las decisiones que tomamos y de nuestra forma de actuar.

Los Hermanos se convirtieron en instrumentos del Cielo para mostrarnos cómo actúan a favor de los más necesitados. Cuando llegamos al local en el que se encuentra la Asociación “Un punto en el infinito” nos encontramos con algunos jóvenes y no tan jóvenes, cada uno de ellos cumplía con su deber, algunos preparaban la comida para los pobres en la cocina, otros realizaban artesanías de madera para venderlas en las ferias artesanales para poder afrontar los gastos de la Asociación. Afuera, sentados en sillas de plástico había algunos “sin techo” de la ciudad que esperaban un plato de comida caliente. Así, mientras yo ayudaba en la cocina tenía la humilde tarea de cerrar los recipientes que contenían los alimentos, Thomas y Jacopo intentaban consolar con abrazos y sonrisas a estos humildes carenciados para hacerlos sentir como en “casa”, para transmitirles ese amor y esa humanidad que la calle les ha arrebatado.

Ellos son nuestros Hermanos. Pero ¿quién está dispuesto a sacrificarse por ellos? ¿Quién está dispuesto a dar su vida como nos pidió Jesús?

La violencia de estas imágenes es lo que arma nuestro coraje y que nos hace ir al frente en la batalla porque mientras sigan existiendo estos sufrimientos inhumanos y estas diferencias entre los pueblos que habitan la Tierra no podremos sentirnos en paz ni con nosotros mismos ni con Cristo que dio la vida por nosotros.

Pero ¿quién, cueste lo que cueste, está dispuesto a ratificar la promesa hecha? Una promesa formada de batallas muy duras, de luchas a favor de la verdad, de la justicia y de la vida. Nosotros tenemos que estar listos, tenemos que ser la voz de quienes no son escuchados, la fuerza de quienes pasan privaciones. En ese momento, en el lugar que nos encontrábamos, donde el Cielo nos había llevado, a estar cerca de la Señal Sagrado, para apoyar a aquel que viene en el Nombre del Señor y para trabajar para que la justicia de Dios pueda manifestarse.

No se si soy digna de caminar al lado de un mensajero del Águila que viene del Sol, no se si soy capaz de servir a Cristo como es justo que sea servido, pero lo que si se es que esto es toda mi vida. Solo así puedo decir que me siento viva, sentir a cada una de las células de mi ser vibrando y por ello me esforzaré aún más para convertirme aún más un instrumento del Cielo en este maravilloso pero martirizado Planeta Tierra.

Los días pasaban velozmente, entre momentos de vida familiar junto a Giorgio maravillosos y de comunión con los demás hermanos, así como momentos de enorme toma de conciencia ante la dura y triste realidad en la que viven las personas más pobres, aquí como en otros Países del sur del mundo y así llegó la hora de saludarnos, ya había pasado una semana.

Mientras nos preparábamos para partir, mientras la tristeza de la separación superaba la alegría que habíamos sentido en los instantes compartidos, me preguntaba cuándo cada uno de los pueblos que habitan el Planeta tendrán la posibilidad de vivir en armonía, en alegría, en unión, en camaradería, como hemos podido vivir estos días.

Pronto, muy pronto, porque de esta humanidad enferma y sanguinaria no quedarán rastros.

“Tiempos nuevos reemplazarán a los viejos. un nuevo cielo se presentará a vuestros ojos. Todo estaba antes de existir. Todo estaba en la inteligencia suprema del Creador, todavía antes de que fuese manifestado. Lo que acaecerá es la emanación del aquel que es, y no de lo que no es. Vuestras acciones estimulan una mayor o menor intensidad en su querer, trazan mayores o menores fuerzas de choque para la predisposición de una ley que el hombre todavía ignora. La inteligencia suprema de la creación preside lo que su querer establece para el orden y la armonía de su eterno devenir. Si vosotros no sois conscientes de esta realidad, no comprenderéis nunca porqué existís y para qué servir en la economía creadora”.

Agradezco al Cielo que ha permitido que pudiera vivir esta maravillosa y desgarradora experiencia al mismo tiempo, todo lo que he visto y percibido ahora forma parte de mi y ya no seré la misma.

Alice

Jacopomontev3

20 de Marzo de 2017