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ALESSANDRO1Por Alessandro Mezzari

Ante todo me presento:
Me llamo Mezzari Alessandro, soy de Trieste, nacido el 4 de Agosto de 1977, mi profesión es taxista.
Después de mis primeros 20 años, vividos “normalmente”, en Abril de 1998 comenzó mi viaje.
Una noche muy intensa a nivel emotivo, mientras le rezaba a la Virgen, los seres me preguntaron si estaba listo y respondí que si. Fue así cuando como comenzó un viaje lleno de complicaciones, pero al mismo tiempo muy feliz. Con momentos de sufrimientos extremos y de terribles incomprensiones, ya sea con las personas que con todo el Universo. Pero también fue un viaje lleno de espléndidas satisfacciones. Claro está cuando sigues opiniones y credos tarde o temprano caes violentamente. Y yo caí mucho.

Pero en Enero de 2017 ocurrió algo, mientras miraba una conferencia de Pier Giorgio Caria, que había sido de enorme importancia, en la última hora participó Giorgio Bongiovanni. Tenía un vago recuerdo de él, de cuando había sido invitado en algún programa televisivo, a comienzos de la década de los '90. Hablaba de Jesús y de los extraterrestres, en esa época yo no estaba listo aún.
Pero ahora lo escucho y me ilumina, me deslumbra. Siento que estoy listo, de hecho me divide en dos. Al final de la conferencia sentí un casi frenético deseo de conocerlo. Sentía que esta vez, finalmente, tenía la oportunidad de conocer la Verdad, junto a las personas adecuadas. Comencé a enviar diferentes correos electrónicos para tratar de saber cómo podría llegar a ver a Giorgio. Mientras tanto seguía mirando las conferencias y comencé a cambiar mi actitud ante la vida. Con mucho esfuerzo comencé a amar a mi enemigo, o al menos es lo que intento hacer. Empecé a prestar atención a cada uno de mis gestos. Escuché que Eugenio Siragusa decía que hay que tener cuidado.

Entonces una tarde de lluvia, mientras manejaba el taxi subió al mismo una mujer a la que había conocido en un centro de salud mental. Esa vez ella me había dicho una frase muy linda, después de conversar por un rato: “Alessandro, has dado pasos gigantescos”.
Así fue que después de algunos años volví a ver a esa señora, en el taxi. No estaba en buenas condiciones y en ese momento pensé “a esta señora le tengo que regalar algo”. Primero me pidió que la llevara a una librería para comprar un papel y un sobre porque tenía que escribir una carta. Luego me dijo que la lleve a la estación. Al llegar a destino me dijo: “no, le pido disculpas, me equivoqué de dirección ¿me puede acompañar al correo central?” Obviamente le dije que si y al llegar al correo bajé del taxi para abrirle la puerta posterior discutí durante unos segundos con ella porque no quería que me pagara el viaje. Volví a subir al taxi, hice 2 metros y en la vereda a mi derecha vi a Giorgio Bongiovanni que iba caminando. No lo podía creer. Era él. ¡A dos metros de distancia! Tenía una camisa azul, la barba blanca, dos ojos espléndidos, si, era él. No perdí ni un minuto y le grité: “-¡Giorgio, Giorgio!” él me escuchó, se acercó para apoyarse en la ventanilla del lado del pasajero y nos dimos la mano.

Asi fue como en ese instante entre su mano y la mía se materializó una cierta energía. Ese momento fue el más Verdadero y Extraordinario que jamás me haya ocurrido en mi vida actual. Sentir una energía compacta, limitada, densa, poderosa, de pequeñas y latentes dimensiones, entre nuestras manos fue deslumbrante. No pasa un día sin que piense en esa jornada. En cuánto he sido ayudado y cuán hermoso ha sido esa señal que recibí. Jesús me escuchó y me dio una señal que de alguna forma también me dio fe. Las dudas ya no existen. Y me siento honrado por ello. Ya no hay tiempo para tener dudas. A lo largo de mi vida he cometido muchas equivocaciones, a menudo porque quería seguir siempre un poco más allá. Y más allá. Pocas veces me conformé con lo que tenía. He vivido constantemente al filo de la navaja entre lo que hacer o no hacer. Ahora me considero un privilegiado al librar esta batalla junto a todos vosotros. Algunas veces me siento solo y perdido, pero luego cierro los ojos y pienso en vosotros y en Giorgio y en la conciencia que me ha transmitido a lo largo de estos pocos meses desde que lo conozco, y la soledad desaparece y lo único que queda es un halo cálido y latente de Amor.

Gracias
os amo a todos
Alessandro Mezzari
24 de Julio de 2017