Esta página web utiliza cookies de carácter técnico propios y de terceros, para mejorar la navegación de los usuarios y para recoger información sobre el uso de la misma. Para conocer los detalles o para desactivar las cookies, puedes consultar nuestra cookie policy. Cerrando este banner, deslizando esta página o haciendo clic sobre cualquier link de la página, estarás aceptando el uso de las cookies.

inmensidad3Por Valentina Coretti

Buen día para todos queridos hermanos y hermanas, me llamo Valentina Coretti y soy una joven de 30 años que vive en Trieste.

Aproximadamente en la segunda semana de Octubre del año 2016 por casualidad tuve que tomarme algunos días del trabajo y quedarme en mi casa a causa de un malestar post-mudanza y de un estrés provocado por toda la vida que había llevado hasta hacía un tiempo. Por primera vez había tenido la fuerza de tomar distancia y tener mi propio espacio. Aún no conocía a ninguno de vosotros, hermanos de las Arcas, ni a Giorgio, ni a Pier, ni a Antonio (¡a pesar de que desde pequeña me interesaban estos temas y no solo eso! Ya había tenido experiencias, me habían ocurrido “cosas”, creo que hasta incluso llegué a tener “capacidades” especiales – si así se las puede llamar – que manifestaba en determinadas situaciones y cuando tenía determinados tipos de estrés o de condición emocional... O percibía, simplemente mi cuerpo reaccionaba espontáneamente).

En el tercer día de reposo me encontraba en la computadora, mirando el canal de Youtube, buscando algún tipo de información al respecto pero no encontraba nada que me satisfaga. Entonces, después de haber hecho varios click, me topé con un orador llamado Pier Giorgio Caria quien, con sus primeras palabras, con su actitud para con el público, con su tono de voz, me atrajo de inmediato e increíblemente seguí escuchando toda la conferencia hasta el final, su título era “¿Estamos preparados para el Contacto?”

Mientras más lo escuchaba más me sentía cada vez más como en casa, finalmente tomaba cuerpo y forma todo lo que desde que era niña, y luego joven, había sentido y pensado. A partir de ese momento comencé a ver casi todas las conferencias, como si se tratara de comer pan con dulce, una detrás de otra, intensamente, como si sintiera una inexorable necesidad de aferrarme a ese tubo de oxígeno. Cada vez más, cada vez más y mi corazón comenzaba a respirar las verdaderas moléculas de aire que buscaba y explotaba de alegría y de luz. Así fue que el primer día le conté todo a mi compañero, Denis, sobre este nuevo conocimiento, entonces él también comenzó a ver todas las Conferencias, en horas de trabajo. Luego comencé a bajarlas y a hablar de ellas casi como si fuera un mantra con todos los que me parecía que les podría interesar, teniendo respeto hacia esta realidad, para poder ayudar en el despertar. Dos semanas más tarde, después de una buena cantidad de material y de haber recibido bastante información me golpearon en particular algunas palabras dichas por Giorgio al final de una de las varias conferencias realizadas, exploto en un llanto liberador liberador y espontáneamente agradecí con todas mis fuerzas y la luz que tenía en lo más profundo de mi corazón a nuestros amados hermanos y toda la experiencia que nos estaban regalando Giorgio, Pier Giorgio y Antonio. Comprendiendo y sintiendo casi todo el enorme esfuerzo, los obstáculos y el intenso camino que todas estas increibles almas han tenido que recorrer y que siguen recorriendo con un amor infinito para darnos la mayor de las riquezas que jamás habíamos recibido, el saber y el conocimiento.

Apago la computadora, eran las 05:30 de la mañana y todavía estaba emocionada, apagué la lámpara de la cómoda y me acosté en la cama.

Pasó un poco de tiempo y escuché que me “llamaban” tres veces, al menos es lo que creí, no lo sentí con los oídos, ni tampoco vi nada pero mi atención estaba concentrada puntualmente en lo alto, en “ese punto” (en ese momento me había acurrucado de costado). Todo me había llegado al unísono, tanto a nivel físico como mental. Todavía tenía lágrimas de alegría, la sonrisa y el gracias que me zumbaba en mi corazón y en mi mente. Durante este “llamado de atención” mi corazón se sobresaltó con una adrenalina muy fuerte, la tercera vez que ocurrió abrí los ojos de una manera dulce pero “precisa” y alerta, me giro con la cabeza hacia esa dirección “precisa” dirigiendo mi mirada y toda mi atención a esa “llamada” y en ese momento algo comenzó.

Me cuesta describirlo con las palabras con las que cuento en mi vocabulario y con mi memoria. En la penumbra casi total de la habitación me sentí como atraída hacia arriba, era una atracción muy fuerte, constante, que iba aumentando cada vez más, era algo que tenía una potencia, una fuerza y una majestuosidad (se me ocurre hasta ese término) que era indescriptible, comencé a elevarme y al mismo tiempo percibía que no era yo quien levantaba mi cuerpo físico, pero era como si fuera parte de cada una de las partículas de todo lo que había en mi dormitorio en ese instante. No se y no tengo la capacidad de describirlo. Todo era “una sola cosa” no se cómo expresarlo. Veía y no veía, percibía. Y no es que no había algo que se encontrara aislado en mi habitación en ese momento, o algo que pudiera percibir porque podía ver la posición y distinguir lo que había al costado y la cama estaba debajo, las paredes en ese punto y el suelo estaba quieto. ¡No, no era así! Era como si “todo hubiese desaparecido” pero no como si ya no estuviera sino que todo se había convertido en algo que no sabría cómo definir... ¡Porque no era que no había nada, es más, estaba todo! Pero todo esto lo percibía y se manifestaba en forma completamente diferente, como si estuviera en otro plano, todo estaba cohesionado, como si se hubiera transformado en esa “unica cosa” y todo se movía y fluctuaba al mismo tiempo junto a mi y a mi conciencia (en ese momento ni siquiera sabía de qué se trataba, no me podía definir, no era ni femenina ni masculina, ni tampoco nada más de lo que yo conociera o recordara para definirme) no se qué era ni siquiera yo en ese instante. Os pido perdón si no logro explicarme, o si me cuesta un poco, incluso ahora no logro describirlo, lo único que puedo llegar a definir es que era algo poderoso, arrollador, no encuentro ningún término que pueda utilizar. A quienes se lo conté le dije “tendrías que sentir para creer porque me resulta imposible definirlo con palabras”.

Pero en esa primera etapa hubo algo igual de sorprendente y que comprendí enseguida, me quedó absolutamente claro lo que todos nosotros (incluida yo) no somos nada comparados con todo esto y que no podemos estar más que a disposición de algo maravillosamente presente y enorme que va más allá de todo, porque es el mismo Todo. Luego, empecé a sentir que el miedo se estaba por apoderar de mi y me di una sacudida... Era consciente y creía que después de los primeros segundos (que duraron una eternidad) mi miedo bloqueó esa “manifestación”.

Entonces me encontré en la posición inicial, acostada en la cama (pero no porque lo vi, sino porque sentí que estaba allí nuevamente), confirmándome que había interrumpido esa “cosa”...

Tres segundos más tarde se repitió y manifestó todo en forma identica, hasta incluso me encontré en la misma forma en la que, apenas un poco antes, “había interrumpido” todo, y lamentablemente esta vez también por un instinto de miedo aún más fuerte y alerta que antes, interrumpí nuevamente todo lo que estaba ocurriendo. En menos de un segundo me sentí nuevamente en la misma posición en la que estaba anteriormente en la cama, me levanté, estiré el brazo y prendí la luz.

Todo estaba quieto, sin embargo a pesar de que estaba bastante aturdida percibí que todo se seguía moviendo a mi alrededor y me estaba “esperando”, porque no había “ido” como... Estaba aún allí... estaba completamente atontada… parecía estúpida, me sentía maravillada y confundida pero no tenía miedo, me encontré en una situación muy extraña por lo increíble que me había ocurrido. Estaba quieta, como destruida, perdida y en alerta, con las “antenas paradas”, con la mirada perdida en el vacío. Esperé que regresara Denis, a la noche, y cuando lo hizo intenté explicarle lo que había ocurrido pero no logré hacerlo y le dije que tal vez era mejor que me acostara y que quizás al día siguiente lo lograría.

Pocas horas más tarde, aproximadamente a las 11 de la mañana, me desperté e inmediatamente me quebré, me puse a llorar, nunca antes había llorado tanto... quedé sin fuerzas, lloraba descontroladamente y no podía parar. De repente era como si todo hubiera desaparecido y me sentí abandonada por mis hermanos (siempre me he dirigido a ellos en forma afectuosa, llamándolos “mis chicos, mis hermanos”, a los que les hablaba todos los días, así como al Universo y a la Madre Tierra) y les pedí disculpas en miles de formas. Les pedí perdón desesperadamente, pensando que había hecho algo erróneo, o interrumpiendo algo que no debía, y me sentía avergonzada y arrepentida porque tenía miedo de haber impuesto mi sensación de miedo sin permitir que siguiera su curso su voluntad, o quizás una voluntad superior hasta el punto que tendría que haber llegado. Me sentí absolutamente estúpida, con culpa y sola, y no terminó allí, ahora sentía algo más, comencé a sentirme totalmente desnorteada y mi cabeza no lograba comprender dónde me encontraba, ni qué estaba haciendo en mi casa, en ese lugar, miraba y observaba todo, cada una de las cosas, la materia, el color, la luz, la forma en la que todo estaba acomodado, el por qué de cada una de las cosas, el olor, sentía el aire, sus partículas, los sonidos amplificados, y lloraba, lloraba desconsoladamente. Al mismo tiempo me sentía completamente fuera de lugar, como un pez fuera del agua, en el verdadero sentido de la palabra, no reconocía lo que estaba haciendo allí en ese momento, lo que veía ni tampoco creía que fuera mío, o algo que hubiera vivido hasta ese instante, desde que nací que no me sentía para nada de esta forma, sabía que estaba allí, que reconocía y que confiaba en el amor de mi compañero que estaba a mi lado en ese momento pero no reconocía lo que estaba haciendo allí, ni tampoco qué éramos, porque sentía que no era de aquí y también lo percibía de su parte, sabía pero no sabía dónde estaba. Estaba aturdida y era como si no recordara lo que había ocurrido hasta ese instante y con los pies en esta Tierra.

La simple presencia y la calma que emanaba Denis me permitió comprender que de todos modos estaba todo bien y que superaría todo esperándome y dándome el tiempo para retomar las riendas de la situación.

No sabía qué hacer, estaba como “congelada” tanto en la cabeza como en el cuerpo, es decir que no sabía hacia dónde moverme, por qué estaba allí, en esta casa, en esta Tierra, y no sabía cómo seguir porque me entristecía la sensación de no comprender qué sentido tenía todo lo que me rodeaba, la casa, la ropa, la decoración, estaba completamente “perdida”. Me preguntaba ¿por qué? ¿de qué sirve? Y no dejaba de llorar, mi llanto era muy fuerte y sentía una enorme melancolía. Dulce y delicadamente Denis trataba de ayudarme a entender, o simplemente me escuchaba tratando de hacer que pase todo intentando apoyarme y tranquilizarme. Lo único que sentía y percibía era que en ese momento podía confiar en él, en su amor y en lo que él era, porque sentía cómo era conmigo. No se qué, pero estaba conmigo, habíamos llegado desde la misma realidad. Mientras lloraba le describía todo lo que sentía, cada cosa, luego quedé exhausta, por completo. Y me quedé por un largo rato en silencio, con los ojos hinchados, perdida. Esperaba que apareciera un motivo para reaccionar, una idea, algo que me hiciera aceptar la realidad en la que estaba viviendo, la casa, la sociedad, el por qué me encontraba allí...

En nuestro comedor tenemos una biblioteca, en ese instante finalmente vi un destello y por más que no tuviera mucha importancia, o que fuera sin sentido, en ese instante hice instintivamente lo más simple que estaba al alcance de mi mano. Me ubiqué frente a los estantes y estiré el brazo para tomar el libro “I Ching”, el libro e los Cambios. El resultado que me había dado el hexagrama 51- “Chen”- “El excitante (el Estruendo, el Trueno)”, presente en la foto adjunta.

Al principio no entendía nada de su significado (algo extraño porque cada vez que lo consultaba, puntualmente, me confirmaba lo que ya sabía y sentía) al punto tal que creí que me había equivocado al sacar el resultado final, entonces controlé pero estaba todo bien.

Luego, a la noche, Denis me sacó a pasear para distraerme un poco y para tomar aire. Fuimos hasta la ciudad y allí vi todo, todo con ojos totalmente diferentes a los de antes, nuevos. Percibía a todas las personas en forma absolutamente diferente, intensa, todos tenían una importancia en si mismos, todos los seres eran potencialmente magníficos, nadie era menos y nadie era más, todo tenía que ser tratado con una adecuada ternura y amor, al igual que hace un padre con sus hijos, y todo tiene que estar en su correcto equilibrio. Casi no hablaba, todavía estaba aturdida, escuchaba y observaba todo, como cuando estaba en casa, todo estaba amplificado, me costaba prestar atención constantemente a todo, como si nunca antes lo hubiera visto. Tenía una sensación que era diferente a la anterior. Todo lo que me rodeaba me provocaba curiosidad sin embargo ya lo había visto miles y miles de veces, pero ahora no, ahora era todo como si fuera por primera vez, como si fuera un renacimiento. Todo necesitaba que hubiera dulzura, ternura. Amor, mucho amor, todo tenía que ser tomado delicadamente y con cuidado. Lo había comprendido. Había demasiada indiferencia que cubría todo y que fluctuaba alrededor de todo lo que me rodeaba y cuanto más podía verlo y percibir todo de otra forma, como una nueva elección, como una nueva posibilidad, verdadera, que existe y que lo único que hace es esperar. Y luego, en los días venideros, se me amplificó aún más esa empatía con respecto a hace un tiempo y a cuando era joven, ahora tenía reacciones aún más fuertes e impresionantes a nivel físico, nuevas. Sentía y percibía cada una de las formas de vida, desde el césped hasta una hoja y una gota de agua, sentía la vida que mueve y anima todas las cosas, la consciencia que reside en todo ello, incluso en el mosquito que revolotea a mi alrededor y que se posa en mi dedo, sentía y escuchaba todo, hablaba con el todo e interactuaba, todos los elementos me hablaban y yo los escuchaba, amaba y sufría mucho, incluso en el caso contrario. Lo mismo vale para todos nosotros, nadie tiene que ser juzgado sino ayudado, tiene que ser comprendido y ayudado para que entienda y comprenda a su vez a quien lo rodea, ya se trate de personas, situaciones, etc. En el pasado había vivido episodios muy fuertes, que por un período me habían causado problemas. Hasta que aprendí a reconocer lo que me pasaba y a poderlo controlar. Después de esta llamada recibí otra al poco tiempo, pero así como vino se fue dulcemente. Lo percibí como si hubiera sido un recordatorio, un “Estoy/estamos siempre, y no lo haz soñado”. Pero esta vez me sentía hasta incluso un poco más tranquila porque sentía en forma amplificada que no estaba y que jamás había estado sola. Y eso nos pasa a todos, a cada uno de nosotros.

El segundo episodio ocurrió en Febrero de este año, 2017, más precisamente el domingo 26 (algo que ya me sorprende porque soy una persona que cuenta con una gran visualización, incluso mental, pero que no recuerda ni fechas, ni días, ni mucho menos horas. Y acordarme de ello me asombró mucho), fue cuando me aconsejaron/obligaron amorosamente que lo contara.

El último domingo de Carnaval acababa de terminar de tocar con mi Banda. Habían sido semanas muy intensas, a nivel laboral, había trabajado además por las tardes y las noches, por lo tanto el cansancio acumulado en las diferentes situaciones se sumó a la gran cantidad de conciertos intensos a lo largo de todo el mes de Febrero.

Al término de la jornada del domingo 26, cuando había terminado el concierto, sentí algunos dolores físicos a causa del cansancio y del esfuerzo, eran aproximadamente las 19:30 hs, casi las 20:00 hs, cargué el tambor y antes de llegar a mi casa tenía que detenerme a hacer las compras rápidamente, sobre todo tenía que comprar algo para Denis que estaba en casa y que no se sentía muy bien, además para mi gato porque el día anterior se me había acabado la comida y le estaba dando algunas sobras. Entonces me detuve en el supermercado cerca de casa, donde hay un gran estacionamiento y por lo general hay mendigos, gitanos y vendedores ambulantes de origen africano y a los cuales generalmente les doy algunas monedas y puedo confirmar que más o menos son siempre las mismas caras las que encuentro. Ese día algo había cambiado y lo recuerdo como si fuera una fotografía, o un video, ya que me acuerdo de cada uno de los fotogramas (cosa que aún me sorprende y me maravilla).

Al salir del negocio con las bolsas de las compras, con la mente y el cuerpo totalmente cansados, con los ojos que se me cerraban y con las manos que me dolían por las ampollas que me habían sacado los palillos del tambor. Me quedaban apenas unas monedas para ir a comprar la comida del gato. Algo que se encontraba un poco lejos enfrente mío atrajo lo último que me quedaba de atención. Antes no estaba allí. Del lado en el que casi siempre se “ubican” los diferentes vendedores ambulantes había una persona, un mendigo al que jamás había visto antes (mientras caminaba velozmente y con gran esfuerzo para llegar hasta el estacionamiento). Era absolutamente diferente, tenía “algo” distinto. Mientras me acercaba rápidamente, no tengo idea de cómo lo hice, pero memoricé todos sus detalles. Era un hombre de origen hindú, creo, o estoy casi segura, era muy alto y robusto, era realmente grande. ¡Según creo medía un metro ochenta, o más! Tenía cabellos ondulados y ensortijados, su rostro tenía grandes y fuertes rasgos, macizos, pero muy dulces, tenía un buen peso y enormes mejillas, ojos grandes y profundos que constantemente miraban hacia arriba y al mismo tiempo “al vacío” como si fuera un diálogo, sus grandes y carnosos labios se movían, no estaba en silencio pero tampoco hablaba, pero emitía una especie de “sollozos mezclados con tos”, en realidad creo que tenía algún problema de salud porque sus “gemidos y sonidos” de salud me atraían como si fuera un imán. Pero ahora ni siquiera estoy segura de que esa atracción estuviera provocada por su estado de salud sino por algo mucho más grande.

Me iba acercando cada vez más, cada vez más y me di cuenta de cuán grande era este “hombre”, en mi mente aturdida me dije que tenía que darle algo pero tenía poco dinero en efectivo y un rayo de memoria me hizo acordar de la preocupación por Denis que estaba en casa, mal, y además de repente algo me provocó “temor” por detenerme, entonces al dar otro paso lo superé y casi en el inmediato segundo después me encontré frenando ese mismo paso y cerrando los ojos, en mi cabeza y en mi corazón se proyectó una única palabra “perdóname”.

Ya me había alejado unos metros de él y cuanto más lo hacía más crecía mi sensación de culpa y de tristeza en el corazón porque al mismo tiempo algo me seguía asustando y algo me decía “Vale ¿qué has hecho?” Entonces mi instinto seguía repitiendo como un mantra la palabra “perdóname, te pido perdón”, en mi mente. Mi mirada estaba dirigida hacia adelante pero era como si hubiera tenido los ojos apuntados atrás de la cabeza y sentía cómo él, de alguna forma, dirigía su atención hacia mi aunque según recordaba estaba mirando a otro lado. Fue algo muy extraño e indescriptible. Jamás, nunca antes me había ocurrido algo igual con un personaje completamente desconocido, o que viera de paso, y esto comenzó a invadirme. Al punto tal que desde ese momento (hasta el día de hoy) cada vez que entraba en el coche, o que subía las escaleras mi mente iba directamente a ese episodio, a ese personaje y no entendía. Mientras tanto, en mi mente algo me llevaba más allá, quería volver a toda costa a donde estaba, verlo nuevamente, me repetía “¡te pido perdón desde lo más profundo de mi corazón, te volveré a ver, deseo verte otra vez, tengo que encontrarte de alguna forma!”, necesitaba volver a verlo, pedirle disculpas y darle algo de dinero que seguramente le podría servir. Pero nada, nunca más lo vi, en ningún lado. Ni siquiera en el período posterior. Para mi era muy extraño porque aunque estuviera muy, muy cansada todo esto me había despertado y me invadía, era constante, no se detenía. Era como un punto fijo y siguió así durante los días, semanas y meses siguientes. Al llegar a mi casa le conté el extraño episodio a Denis pero me di cuenta de que no lograba describir todo el sentido particularmente extraño y fuerte que había vivido y que ahora me invadía. Entonces pensé que tal vez habría sido algo que solo yo comprendía y que no podía transmitírselo a los demás, al menos por ahora.

El tiempo iba pasando y (otra fecha de la que me acuerdo) llegué al día sábado 27 de Mayo. Denis y yo fuimos a ver a nuestros queridos hermanos del  Arca Alea-Lores de Pordenone, una de ellas, Mara, me entregó cuidadosamente dos fascículos de “Nueva Poseidonia”, de los meses de Febrero hasta Abril de 2017, para que leyera. Le di las gracias y nos saludamos con fuertes y amorosos abrazos y con una sonrisa en el corazón y en los labios volvimos a casa. Era ya muy tarde, por lo tanto decidí leer al menos uno de los dos fascículo al día siguiente, con la mente más fresca. Ni bien me desperté a la mañana siguiente comencé a hojear el primero y al mirar los diferentes artículos me topé con una foto que me sorprendió muchísimo... Era él...

Esa foto en blanco y negro, ese retrato... Era él... lo reconocí de inmediato, al punto tal que llamé a Denis y exclamé completamente asombrada y casi sin voz “Mira este hombre, te ruego que recuerdes ese mendigo del que te hablé hace algunos meses. Mira, es él, era así, era ese su rostro, era esa su contextura, lo recuerdo perfectamente y me dije que si alguna vez lo volviera a ver en algún lugar, en alguna ciudad, o quién sabe cuando, lo reconocería inmediatamente. ¡A ese hombre lo reconozco, es este de la foto! ¡Es él a quien vi ese día, era de carne y hueso!” cuando leí su nombre quedé completamente estupefacta y todavía lo estoy... debajo de la imagen de ese hombre leí: Paramahansa Yogananda.

Valentina Coretti
23 Luglio 2017

inmensidadinmensidad2