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aovejas200Di Flavio Ciucani

Durante las fiestas navideñas es difícil oír hablar de “falsos profetas”. Hoy se ven jóvenes de asociaciones humanitarias que distribuyen alimentos y abrigo a los sin techo, a los pobres, a los “mínimos” como dijera San Francisco. Hay muchos buenos propósitos, buenos sentimientos y buenas acciones: la palabra bueno es la más utilizada en Navidad. Precisamente porque todo es bueno y suena extraño que no se hable de los falsos profetas.

De hecho serán muy buena la comida de las mesas navideñas (que sin lugar a dudas harán su aporte para llenar los basureros); serán bien aceptados los paquetes y paquetitos llenos de sorpresas y regalos que claramente habrán debilitado las economías familiares y llenado los bolsillos de aquellos que no necesitan regalos. Entre las buenas intenciones y la lágrima por el último conmovedor dibujo animado hemos olvidado, al menos hasta la copita de licor, que hay ochocientos millones de personas que no tienen para vivir; se nos pasó, al menos después de haber arrancado los papeles y cartulinas del último regalo, que cada día la Tierra pierde de 13 a 15 millones de hectáreas de selva. Todo esto es escandaloso, pero es Navidad.

Es precisamente a propósito del escándalo que pensé en los falsos profetas. Justamente en el Catecismo de la Iglesia Católica leemos: “El escándalo es la actitud o el comportamiento que induce a otro a hacer el mal. El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo. Atenta contra la virtud y el derecho; puede ocasionar a su hermano la muerte espiritual” (Art, 2284). “El escándalo puede ser provocado por la ley o por las instituciones, por la moda o por la opinión” (Art. 2286) “El escándalo es grave cuando es causado por quienes, por naturaleza o por función, están obligados a enseñar y educar a otros. Jesús, en efecto, lo reprocha a los escribas y fariseos: los compara a lobos disfrazados de corderos(Art. 2285). En Mateo aparece la amonestación de Jesús: “Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mateo 7, 15). Por lo tanto hemos descubierto un concepto que nunca ha sido destacado, pero si enseñado (si así se puede decir) en la doctrina católica: quien escandaliza es un falso profeta, aquel que cumple una función educativa y pedagógica y tiene una actitud escandalosa es un falso profeta, un profesor o un cura pedófilo es un falso profeta.

Al haber transcurrido estos treinta años de relación con la gente, a menudo me ha tocado encontrarme con el hecho de que hace falta solo una idea, no contraria, sino adicional, nueva o descontada, que no corresponda al enseñamiento habitual de la iglesia, inmediatamente nace la duda sobre el falso profeta. Pero ¿las ideas, o las enseñanzas que no han quedado completadas por la normal enseñanza eclesiástica, son suficientes para ser un falso profeta?

 ainquisición

No puede ser la heregía la que marque a un individuo para que éste sea un profeta malvado. Un emblema de este concepto es la historia de Galileo: ¿era un hereje, o un falso profeta? Todas las iglesias cristianas nacieron de una, o de más herejías y luego se separaron entre allas, los jefes de las iglesias se intercambiaron, sin mucho pensar, el epíteto de “anticristo”. Pablo de Tarso durante su peregrinaje se encontraba en Mileto, una ciudad costera del Mar Jónico para difundir el Evangelio y había mandado a llamar a los ancianos de la iglesia de Efesos, que se encontraba a unos sesenta kilómetros, en medio de saludos y recomendaciones afirmaba: “Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual el Espíritu Santo os ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual El compró con su propia sangre. Sé que después de mi partida, vendrán lobos feroces entre vosotros que no perdonarán el rebaño; y que de entre vosotros mismos se levantarán algunos hablando cosas perversas para arrastrar a los discípulos tras ellos. Por tanto, estad alerta, recordando que por tres años, de noche y de día, no cesé de amonestar a cada uno con lágrimas” (Hechos de los Apóstoles 20, 28-31). Pedro especificó además: “Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina. Muchos seguirán su sensualidad, y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado; y en su avaricia os explotarán con palabras falsas. El juicio de ellos, desde hace mucho tiempo no está ocioso, ni su perdición dormida” (2 Pedro 2, 1-3). Me parece que queda claro que las doctrinas perversas y las herejías destructoras tienen una característica y un objetivo bien preciso: llevar al hombre lejos de Cristo y, hasta incluso, renegarlo, ocultar y ofender, así como ultrajar la verdad. A esta característica de anti-Cristo la confirmó además Judas: “Pues algunos hombres se han infiltrado encubiertamente, los cuales desde mucho antes estaban marcados para esta condenación, impíos que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje, y niegan a nuestro único Soberano y Señor, Jesucristo (Judas 1, 4).

En La Salette la Virgen ya lo había profetizado: “Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo plan, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso, para dar lugar al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios”. Esta profecía nos da el ejemplo que tenemos que seguir con respecto a otras revelaciones: ¡no puede revelar cosas contrarias a las expresadas por el mismo Jesús!

Además de estas características del falso profeta existen otras, que también son fundamentales. “Entonces si alguno os dice: ‘Mirad, aquí está el Cristo’, o ‘Allí está, no le creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos’” (Mateo 24, 23-24). Una de las actitudes que caracterizan a un falso profeta es la de arrogarse una identidad sobrenatural y de pretender reemplazar a Cristo. “Mirad que no seáis engañados; porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: ‘Yo soy el Cristo’ , y: ‘El tiempo está cerca’. No los sigáis” (Lucas 21, 8).

Estos profetas “mostrarán grandes señales y prodigios” para demostrar su poder.

anucleare

Aquí nuestra lógica se puede adentrar en la búsqueda y en la identificación de los falsos profetas. La paz, en la lógica universal, es la antítesis de la Guerra, entonces ¿cómo se puede afirmar que gracias al arma atómica se garantiza la paz, ya que es un elemento disuasor para los fomentadores de guerras? También es ridículo pensar que exista una guerra justa. En las últimas décadas se está planteando una ciencia de paz y bienestar alargando la vida humana hasta los 130, o 160 años, como si la paz y la estabilidad de la edad del hombre, o su bienestar, se alimente con los años. Hay una ciencia sin conciencia que está aboliendo la ciencia del espíritu y alimentando la fe en el materialismo.

Pero en Navidad no se habla de la guerra, del hambre, de la injusticia, fomentados por personas, que no se ocultan, que nos han prometido el bienestar para todos gracias a la globalización, paz en el mundo con armamentos, libertad para los pueblos oprimidos en las guerras justas, felicidad para la juventud con las drogas y el alcohol, trabajo fácil y rentable con las mafias.

“Y haced todo esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de despertaros del sueño; porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando creímos. La noche está muy avanzada, y el día está cerca. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas y vistámonos con las armas de la luz. Andemos decentemente, como de día, no en orgías y borracheras, no en promiscuidad sexual y lujurias, no en pleitos y envidias; antes bien, vestíos del Señor Jesucristo, y no penséis en proveer para las lujurias de la carne” (Romanos 13, 11-14).

Flavio Ciucani

23 de Diciembre de 2017