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MaritaPor Marita Lezcano

Mientras te escribo estas líneas la tarde cae lentamente y el crepúsculo se asoma con su paleta de acuarelas opalinas cubriendo los cielos. Es primavera aquí, en estas tierras, los árboles exultan su más claro y profundo verdor y en sus ramas las aves entonan su melodioso canto despidiendo al Sol hasta el próximo amanecer, donde otra vez cantarán para Él, que emergerá de nuevo, Majestuoso y Silente, con Su incondicional Amor, iluminando aún, sobre la maldad de los hombres…

Es noche casi, ya; las pequeñas flores del jazmín de azahar reflejan su blancura inmaculada contrastando sobre el tinte del poniente; los dedos tibios del aire van tocando mágicamente los diminutos capullos, que tiemblan a su toque breve como en el palpitar de un corazón purísimo y amante, exhalando en suspiros perfumados la fragancia con la que yo pretendo llegar hasta ti, si me lo permitiera así, por un momento, la piadosa Ternura de la Madre Celeste, para poner allí a tus pies, la visión de la Belleza Eterna e inexplicable de una Primavera distinta, feliz, que tú conoces, que añoras y que ansías no ya para nosotros que la hemos vivido y quizás la dejamos pasar sino para los retoños frescos y puros del Ser que ha dibujado en ellos Su sonrisa, y ha pintado Su gran Amor y Su perenne alegría en la mirada y el corazón de cada uno de ellos, nuestros preciosos jóvenes.

Es en ellos que te amamos, Giorgio, es en esa maravillosa expresión de Ti mismo que crece nuestro amor y que renovamos el compromiso que hicimos más allá del tiempo y del mundo, por encima del cansancio que los años van imprimiendo en nuestros cuerpos y en nuestras viejas almas, en un renovado impulso que nos empuja a desear vivir para esta Obra y para Ti, pese a todas nuestras torpezas y nuestros errores.

Eres Tú quien camina a través de sus pasos, incitas a los corazones de los hombres a través del canto, de la música, del arte… , enardeces Tu voz a través del fragor de sus palabras denunciando la injusticia y nos enseñas a la vez, a caminar de la mano con el otro como hermanos, sin distinciones, sin barreras humanas, por este camino pedregoso, cuesta arriba en la montaña, para llegar hasta la meta. Siempre eres Tú en ellos, Tú, a través de ellos, Tú, para ellos, Tú, por ellos, siempre Tú, que continúas a amarnos y a darTe por entero por nosotros, también a través de estos jóvenes.

Pronto, mientras escribo estas líneas, Eli estará partiendo de Italia hacia aquí. No es posible decirte en palabras mi agradecimiento por todo cuanto has podido darle y enseñarle en este viaje y en su estadía allí…

Ella es aquella niña que siempre quedaba postergada cuando surgía un viaje para acompañarte a una conferencia o reunión de arcas en Sudamérica porque no alcanzaba el dinero para llevarla, a pesar de que le hubiera gustado poder ir. La misma que de niña aun, me tenía hasta las dos o las tres de la mañana o más, haciéndome preguntas y buscando respuestas, una atrás de la otra, con voracidad, sin darme tiempo a respiro, sobre temas espirituales o sobre ti; y la mayoría de las veces ni siquiera podía ir a Montevideo, a verte cuando venias. No obstante, eso no fue obstáculo para amarte de igual modo, como te ama. La misma que me ha enseñado muchas cosas a través de su vida…; y nos habrá de enseñar aún, de lo aprendido contigo, con esa personalidad singular que posee y que tú quizás comprenderás más que yo; porque ya no es más la niña que yo he tratado de educar de la mejor manera posible a pesar de las penas y las dificultades, ahora es Tuya, es una de tus jóvenes que junto a Sonia y a sus hermanos, se convierte en una gotita más en el Océano del Amor Inconmensurable con que la Dulcísima Madre va bordando ese camino tuyo sembrado de espinas, con pétalos de Sus suaves rosas.

Llegue hoy hasta ti su tersura y su exquisito aroma, y sean ellos el bálsamo que acaricie tus sienes y alivie tu cansancio frente a la fría aridez humana, porque tú no estás solo en este mundo, la Madre Celeste ha puesto frente a ti a través de ellos, Su ramo más excelso de exquisita y eterna Primavera.

Te amo mucho más de lo que yo misma sabría decirte.

¡Eternamente Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!

Marita Lezcano
9 de octubre 2018