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la rosa e la croce200 Por Erika Pais

La muchedumbre se aproxima, la llamada late fuerte dentro de cada uno.

La lectura material del porque responden yendo allí, al punto de encuentro, poco importa, si es por “hacer algo”, si es porque se juega la vida, si es porque defender al planeta de la contaminación que nuestro estilo de vida destruye es necesario, si es porque eso está de moda, si es porque un amigo va donde la muchedumbre va, si es porque todos van, si es porque hay que ir para ser parte del sistema juvenil que es puro y mezquino al mismo tiempo. Que es cruel y misericordioso. Sistema juvenil, fruto de un sistema más grande aún, que es “amigo” y enemigo.

Juventud que es luz, pura luz, pero que puede ser la oscuridad más tenebrosa al mismo tiempo.

Juventud que tiene en sus manos el destino eterno del infinito que sobre nosotros pende en este momento.

Juventud soldado inconsciente del Armagedón instalado y desarrollándose desde hace un tiempo, poco a poco, sutilmente, frente a nuestros ojos ciegos.

Juventud víctima y victimaria del eterno devenir en el que se apuesta el alma, por el bien o por el mal, con la fuerza arrolladora y la magia infame que todo lo resuelve definitivamente, todo lo culmina, todo lo cumple.

No importa porque, allí estaban, buenos y malos, militantes despiertos de la luz y también los diamantes y las perlas utilizados negativamente por la oscuridad para una batalla que pocos ven, pocos disciernen, porque son pocos aun los que tienen despierto el Don de la consciencia que su genética porta.

Una Rosa, cubierta de Luz, una rosa sobre un palco, rosa cubierta de barro, cubierta de mundo, cubierta de esperanza. Rosa Roja.

Rojo sangre, rojo destino, rojo mensaje, rojo amanecer.

Y todos gritan, son más de 25.000 los que deben decidir, pero la ola los traga, los atrapa, los enarbola en falsas ideas, falsas luchas, falsas metodologías, los sumerge en el profundo silencio de sus almas, los intenta apagar, los enfrenta entre sí, porque es allí, justo allí donde una de las batallas más importantes se desarrolla, un Viernes Santo.

Batalla mortal, Justa, certera e imprescindible.

Es allí que, en una, invisible, casi inocente y necesaria oportunidad las armas de los diferentes y cruciales ejércitos se enfrentan, se cruzan, sus metales etéreos chocan arrojando chispas que queman las consciencias, se rozan, se golpean y disputan las almas que cerrarán las filas para la última batalla.

Es allí justo allí, en Roma, donde todo se cumple.

Luces estelares y auroras boreales dibujan el horizonte.

Ángeles danzan y tocan sus trompetas con júbilo.

Estalactitas multicolores dibujan en el cielo figuras de luz como lápices sublimes y arcoíris de sabores agasajan a los presentes invisibles a los ojos humanos, invitados milenarios a la fiesta sentados en la mesa del Señor.

Maná del Cielo alimenta a los testigos llamados a ser legionarios celestiales de las milicias de nuestro Rey, expectantes privilegiados de un evento cósmico, único, magnánimo: La manifestación en la Tierra de la Justicia Divina.

El orden del caos, la intervención final, la realización de todas las leyes manifestadas por el Padre Creador. El renacimiento de la creación. La expresión sublime del Don más preciado y arriesgado, desde el punto de vista humano, que el Espíritu Santo sopla sobre su propia creatura para demostrar que Su Obra, Su Creación, es perfecta en sí misma, razón de existir del príncipe de las tinieblas: el enfrentamiento consigo misma. Su creación es perfecta no porque salió de Él, sino porque siendo producto de Él, se perfecciona a sí misma.

Una Rosa, cubierta de Luz, rosa sobre un palco, cubierta de barro, cubierta de mundo, cubierta de esperanza. Rosa Roja.

Rojo sangre, rojo destino, rojo mensaje, rojo amanecer.

Y las almas gritan, lloran, desean, no saben lo que, pero dentro de sí saben que es una última llamada, la última oportunidad.

Algunos son débiles, otros se resignan a pertenecer a la legión que pondrá a prueba a la humanidad entera, los más conscientes saben que deben elegir el mundo oscuro y denso de la materia que sacia el cuerpo y la psiquis o la luz del Cristo que es promesa cierta de fe, pero no de sensaciones humanas, aunque aún no la llamen Luz, ni la llamen Cristo.

Pero no todos son víctimas, hay quien elige y hay quien cae en la trampa rechazando toda señal enviada desde lo alto, sorda y conscientemente, en silencio y debilidad.

Y está quien, como un templario, como un Caballero con armadura de Justicia, entrega su vida física y el futuro de su alma por la causa que lo hizo nacer en este mundo, en esta dimensión y este momento. Quien alimenta la Luz inconsciente de los portadores, activando la memoria que corre por la Sangre misma haciéndose carne y cuerpo sagrado que permite desarrollar en sí mismo la primera lucha. Aquella que selecciona a los Gladiadores del Señor.

Y allí está, Juana de Arco representando a tantos justos más, viva y eterna. Y allí están sus nobles compañeros, caballeros luminosos representando el futuro, la certeza, la Señal de la promesa a punto de cumplirse.Y allí está la Rosa. Visible a todos. La lanza Sagrada. La Señal de las Señales y quizás la última a manifestarse. Allí está la Verdad frente a todos. Allí está la concreción de todo lo que debía ser.

Allí está Adonay, el principio y el fin de todas las cosas, manifestado “humildemente” para todos, incluso para los enemigos, indicando el camino y su Omnipotencia.

Su presencia expresada en un gesto humano, socialmente sincero y aparentemente casual.

Una Rosa, cubierta de Luz, una rosa sobre un palco, cubierta de barro, cubierta de mundo, cubierta de esperanza. Una Rosa Roja.

Rojo sangre, rojo destino, rojo mensaje, rojo amanecer.

Y las trompetas de la Cohorte Celeste continúan sonando y hay fiesta y alegría en el infinito Cielo porque El Rey se acerca y ya encontró y reunió a los suyos desperdigados por el mundo, a aquellos que lo esperaron a través del tiempo y de la fe, del Amor verdadero que todo lo puede y todo lo mueve, manipulando la esencia que crea el espacio. Y también ya eligió a aquellos que no son suyos pero podrían llegar a serlo y esta es la victoria más grande.

Y el gesto majestuoso, real y sutil disfrazado de una simple Rosa se escondió para los ciegos de espíritu y se enalteció para aquellos que quieren ver y quieren oír. Para aquellos que, a pesar de sus miserias y pecados, quieren servir al Señor, unque sepan dentro de su Ser que el Reino prometido no es para ellos aún, ni en esta vida ni en miles de años más pero que es Cierto y Verdadero y con eso alcanza.

Una Rosa, cubierta de Luz, una rosa sobre un palco, cubierta de barro, cubierta de mundo, cubierta de esperanza. Una Rosa Roja

Rojo sangre, rojo destino, rojo mensaje, rojo amanecer.

Una Rosa, una mano que la sostiene y la aleja de su cuerpo para acercarla al Ser que tiene en frente, manifestado en una sola persona entre miles, una mirada que se cruza, una Señal.

La lanza fue entregada, así como estaba escrito, aquella que herirá de muerte a la bestia.

Durante una batalla desarrollada en planos inimaginables, con heridos de ambos bandos que no podemos ver aún, pero que sabemos que existen.

Un llamado de guerra, un retiro triunfal, la Luz que canta alabanzas de Victorias y nosotros testigos inmerecidos.

Y como preámbulo repetido en el espiral de lo eterno, una entrada simbólica y triunfal, a la “ciudad”, pocos días atrás, selló la profecía donde lo que sucedió no es solo pasado, sino que es y se hace también presente. Porque nada es imposible para el Señor, ni los tiempos son estáticos. Una “entrada” a la ciudad marcada por el Señor y celebrada por muchos pero entendida por pocos.

Las palmas del hoy que reescriben la historia, alaban la imagen, aman la idea, celebran la presencia de nuestro mensajero, pero sentencian nuestra alma individual. Nos pone a la prueba última, al final de los tiempos, donde se cumple La Palabra que anuncia todo lo que ha de suceder. Prueba en la que no podemos ser defendidos, ni protegidos, ni eximidos por todo lo que fuimos e hicimos, ni por todo lo que entregamos al Padre cuando estábamos enamorados de la Verdad. Sino por aquello que seremos capaces de hacer con nosotros mismos, con todo lo que queda de nosotros. Sea poco o sea mucho aún. Prueba en la que estamos solos y desnudos como apenas nacidos a la consciencia del Verbo y debemos estarlo, a pesar de sentir la mano protectora que nos contiene como un recuerdo que nos consuela y nos intenta hacer recordar aquellos momentos en los que sentimos que el Padre mismo nos hablaba al oído, si, a nosotros pobres pecadores. Esos momentos en los que las pruebas de que todo es verdadero milagrosamente se materializaron frente a nuestras personas, de miles de maneras y sensaciones que solo nacen para hacernos despertar pero no para vivir de ellas, tocándonos lo más hondo y profundo de nuestra esencia. Esas mismas pruebas que muchas veces olvidamos o rechazamos para seguir la lógica que nos engaña.

Círculo místico que se cierra sobre nosotros inexorablemente con esa Rosa materializada en las manos de un instrumento que toca la campana avisando que se cierran las puertas donde se celebrará la Boda.

Vivir o morir.

Renacer en la Vida Eterna o ser muertos vivos por el tiempo que nos toca continuar en este plano, con el consuelo de creer que seguimos obrando en la Viña del Patrón.

Renunciar a nuestra identidad humana que amamos más que cualquier cosa, hasta al propio Cristo o seguir siendo eternos misioneros sufrientes de la materia densa.

Aprender a Ser e ir más allá de las estrellas o aferrarnos al Amor vacío que engañosamente nos alimenta, nos llena y que usamos para satisfacer aquello que construimos como identidad humana y nos provoca sensaciones engañosas, incluso en el propio espíritu, haciéndonos creer que existe una forma justa para cada uno de nosotros para ser amados por otros o por el Cristo mismo.

Una Rosa, cubierta de Luz, una rosa sobre un palco, cubierta de barro, cubierta de mundo, cubierta de esperanza. Una Rosa Roja.

Rojo sangre, rojo destino, rojo mensaje, rojo amanecer. Amanecer cierto, efímero en el tiempo, pero eterno en el presente. Una Rosa es entregada. Dos manos que se tocan, dos miradas que se cruzan, el pacto se sella.

La promesa se cumple. El ya está aquí pero ya no es invisible a pesar de que fue operante desde siempre.

El Brazo está libre.

La Justicia que empezó con Caballerosidad Celestial y misericordia infinita se manifiesta en una acción humana para ser leída, o sentida y no poder decir: Yo no sabía.

La batalla final es larga en tiempos humanos y la ilusión, pero es muy corta para la elección que deben hacer nuestras almas.

Una Rosa y todo se cumple.

Es una Rosa y parecería que no es nada más.

Pero es Todo y más allá.

Una Rosa. Y todo ya está escrito.

Alabado sea Dios por los Siglos de los Siglos.

Gracias Padre y que Tu Justicia empiece por mí para que mis hermanos puedan despertar, puedan ver y elegir definitivamente.

Justicia Rosa Sangre, Rosa Vida.

Una Rosa.

Erika Pais.
20 de abril 2019


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