Esta página web utiliza cookies de carácter técnico propios y de terceros, para mejorar la navegación de los usuarios y para recoger información sobre el uso de la misma. Para conocer los detalles o para desactivar las cookies, puedes consultar nuestra cookie policy. Cerrando este banner, deslizando esta página o haciendo clic sobre cualquier link de la página, estarás aceptando el uso de las cookies.

EschatusPor Marco Marsili 

¿Qué es esta especie de nostalgia? ¿Qué es esta sensación de abandono que detiene el corazón durante interminables segundos y que suspende el alma en un sollozo indescriptible? ¿Acaso es un síntoma de la Fraternidad que se ve obligada a vivir separada, mientras nos saludamos con la sonrisa en los labios? Creo que es así, creo que es éste el motivo para tan repentina inquietud, breve, claro, instantánea y quizás ya pasada, pero siempre verdadera y muy profunda, después del regocijo de las horas compartidas en sintonía, inquietud capaz de ahogar cualquier alegría en una ráfaga de abismal lejanía.

“¿Quiénes son Mi Madre y Mis Hermanos?”...

Los Hermanos se van, las Hermanas y las Madres se van, llevándose lo poco que supimos darles y dejándonos el eco del ardor inmortal que reaviva la Llama inextinguible de la Crística Conciencia. Y ¿qué le importa al corazón si nos volveremos a ver pronto, muy pronto? ¿Qué le importa si ya nos estamos preparando para volvernos a encontrar? Esta certeza quizás pueda consolar un poco, pero al corazón le faltan los latidos, porque a esta altura el corazón late gracias a los Amigos que ha reencontrado y lejos de ellos desaparece la armonía y sigue palpitando solo para alcanzar el próximo abrazo, el próximo beso, la promesa que se renueva con cada “hasta pronto”.

Y esto vale para los Amigos más cercanos, de los que nos separan tan solo unas horas de viaje, y vale para los que están lejos, de los que nos separa un Océano... y (¿porqué no?) vale también para Aquellos aún más distantes, Aquellos de los que nos separan las distancias estelares. ¡Ah, qué ironía del destino! Los caminos que nos separan son similares a los que seguramente habremos recorrido quién sabe cuántas veces para reunirnos en otras vidas... Y ese Océano que sobrevolamos para reencontrarnos es un manto que en sus azules oleadas esconde los vestigios dorados de imperios pasados al más allá, de tierras que fueron, de tierras que vieron florecer la primavera de la misma Amistad que aún hoy, después de milenios de memorias grabadas en el alma, es una Amistad viva y jamás desgastada luego de muchas vidas, luego de muchas historias vividas. ¡Ah, qué ironía del destino! ¡Hasta las estrellas que parecen tan lejanas son las mismas moradas de las que provienen nuestros Espíritus!

El Amor Universal existe, existe y se manifiesta también de esta forma, a través de las indescriptibles miradas y de las honestas sonrisas de antiguos Hermanos y Hermanas, personas que adoran amar, que viven siendo conscientes de vivir y que cada día se recuerdan a si mismas la Eternidad del Espíritu que las vivifica y que las vuelve capaces de vivir dicho Amor. Esto no es algo común, se sabe... es algo muy raro encontrarse entre personas que buscan constantemente sacar provecho del Don divino de la Inteligencia y de la Dote sobrehumana del Libre Albedrío; por ello cuando, de un Espíritu a otro Espíritu, nos reconocemos en el atávico Designio de la Amistad, este Reconocimiento alimenta en nosotros la Voluntad de actuar al Unísono, Por Cristo, Con Cristo, En Cristo. Y esta Gran Obra edifica en nuestros corazones una Sensación de Divina Razón que nos vuelve similares, que nos hermana, que nos convierte en religiosos amantes, inspirando amenos gestos de recíproca atención y benevolencia.

Pero esto para la gente del mundo es algo misterioso, algo incomprensible, es más... ¡algo escandaloso! Porque el Amor escandaliza a la ignorancia, porque el Verdadero Amor traumatiza las mentes mundanas acostumbradas a pensamientos de tinieblas, porque – ¡lástima! – quien no recibe la Luz no despierta al Amor... y la Luz del Despertar es “Espíritu y Verdad”, algo que este mundo no puede comprender, como tampoco puede comprender las efusiones fraternales y las alegrías del cariño más sincero… no, estas cosas para el mundo son pura locura... pero “Lo que es necio a los ojos del hombre, es sabio a los Ojos de Dios”.

En este período de guerra, en esta época de hechos horrorosos, no tenemos muchas horas para dedicarnos a la escritura y quizás no nos está permitido consolarnos y alentarnos unos a otros como en el antiguo tiempo a través de las amadas cartas apostólicas y de los largos períodos compartidos, porque en la guerra hay que luchar... y esto lo hemos comprendido y lo estamos comprendiendo cada vez más en Nuestra carne, incluso con el inconmensurable costo de vidas arrebatadas, como el asesinato que acaba de ocurrir. Y bien, a pesar de esto, sabemos que para consolarnos y alentarnos en esta vida llegó, ya desde hace tres décadas, un Profeta “Hijo del Altísimo” que por Justicia de Amor tiene la tarea de brindarnos a Sus Compañeros del Sublime Verbo que desde los infinitos Cielos desciende para infundir en nuestras almas el sonido ensordecedor de las Trompetas de bíblica memoria. ¡Y sabemos perfectamente que las cosas son así! Y las tan esperadas “Señales en el Cielo y en la Tierra” se manifiestan, hoy más que nunca, en perfecta resonancia con la Obra de este, Nuestro Amado Cósmico. En este tiempo su nombre de hombre es Giorgio Bongiovanni y los Frutos superabundantes de su Obra han sabido fecundar nuestras almas despertadas por el Espíritu dorado de la Gran Águila de Juan; de esa forma, el Padre Glorioso mantiene Sus Promesas a través de los Dictámenes que Su Hijo Unigénito emana por medio de Su Lágrima Celeste, Lágrima Amada por la Divina Madre, “Lágrima del Cielo”, justamente, que todos nosotros tenemos el Honor de Ver y de Tocar.  ¡Adelante! ¡Amémonos unos a otros como nos pide el mandamiento que nos fue dado! ¡Arrojémonos al Río del Agua Viva que brota de la Fuente de la Eterna Alegría Espiritual! ¡Y que el salto sea solemne, digno de la Mesa que estamos preparando! ¡Participemos de la Obra con cada vez mayor entendimiento recíproco, con cada vez mayor conciencia! ¡Sumerjámonos todos en el implacable curso de la Gracia que nos ha sido entregada! ¡Y alegrémonos sabiendo que el Rey de reyes está llegando, así como nos enseña la “Voz de aquel que grita en el desierto”! ¡Actuar con esta conciencia significa “Prepararle el Camino al Señor”! Y no olvidemos que siempre nos queda el deber de beber de las Fuentes del Conocimiento de la “Verdad que nos hace Libres”, ya que el mismo Cristo es Verdad y a través del Conocimiento de la Verdad nos cristificamos, volviéndonos cercanos a la Luz.

Y por lo tanto, sabiendo todo esto, a pesar de que suframos por estar alejados, a pesar de que la distancia perturba los latidos del corazón, hemos sido llamados para orientar estos latidos hacia el Camino de la Verdad de la Vida... y podemos estar seguros de que, si lo hacemos, nuestro corazón encontrará en la Obra misma a ese Unísono Espiritual que ninguna cercanía material podría llegar a regalarnos.

Y así, en esta vida, por ahora, no podemos estar siempre juntos, no físicamente... ¡pero de por si esto es una gran Enseñanza que quiere prepararnos para la realidad de las Dimensiones Superiores!... ¿Acaso no es cierto que en dichas Dimensiones la Sintonía de los corazones es mucho más importante que la cercanía física? ¡Y entonces es cierto realmente que, en virtud del sufrimiento material, en nuestro Espíritu ya “hemos recibido una Gracia más”!

¿Qué es esta especie de nostalgia, entonces, sino un Regalo Celeste cubierto por la ilusión del espacio y del tiempo? ¿Qué es entonces esta sensación de abandono sino un Don de Dios escondido en los corazones de nuestros antiguos corazones? Y esta inquietud del “hasta pronto” ¿acaso no es la Promesa mantenida de una Eterna Fraternidad Cósmica?

Marco Marsili    
16 de Diciembre de 2014