Esta página web utiliza cookies de carácter técnico propios y de terceros, para mejorar la navegación de los usuarios y para recoger información sobre el uso de la misma. Para conocer los detalles o para desactivar las cookies, puedes consultar nuestra cookie policy. Cerrando este banner, deslizando esta página o haciendo clic sobre cualquier link de la página, estarás aceptando el uso de las cookies.

testa 2016enespañol

mondin1

DEL CIELO A LA TIERRA

HE ESCRITO EL 24 DE JULIO DE 2019

AMOR CRÍSTICO, AMOR VERDADERO A LOS QUE LO NECESITAN.
LEAMOS Y MEDITEMOS.
EN FE
G. B.

PLANETA TIERRA
24 de Julio 2019

UNA TIERRA ROJA QUE HIERE Y CONMUEVE
Por Francesca Mondin

Santa Victoria Este, frontera con Bolivia, mayo 2019.

Por la tarde, descendemos desde 3.200 metros a la ciudad, una comida rápida y luego en marcha con la furgoneta para recoger las últimas donaciones antes de emprender viaje. A las 22.00 ya estamos en el almacén cargando 3 todo terreno y una furgoneta. A la 1:30 de la madrugada estamos de viaje: dirección Santa Victoria Este. Apenas me siento en el vehículo me duermo.

Me despierto seis horas después cuando empezamos a recorrer una carretera de tierra llena de baches: ahí empieza el verdadero viaje, que te sacude de un lado a otro como si quisiera despertarte de tu bienestar occidental. A medida que continuamos parece que entramos en paisajes africanos que hemos admirado en figuritas y fotos. Los pájaros, la tierra roja, los animales libres, las calles y las aldeas recuerdan una nublada imagen de paraíso bucólico y exótico perdido. Después de otras dos horas aproximadamente, llegamos a la ciudad principal, Santa Victoria Este, compramos agua en una pequeña tienda y partimos de nuevo.

Mientras nos adentramos en el bosque me llaman la atención las personas que encontramos que caminan al borde del camino: hombres y mujeres de arcilla que van sonrientes hacia metas cotidianas y desconocidas iluminadas por el sol, impotentes frente al olor árido y desesperado de una tierra abandonada que se aferra a sus árboles abrazando las ramas y reivindicando la ganas de vivir.

Llegamos así a una aldea muy lejana de la "ciudad" donde la Fundación no ha estado nunca. Son los niños los primeros que se acercan cuando bajamos de los coches. Las miradas curiosas, dudosas y desconfiadas desaparecen nada más cruzar la mirada alegre y afectuosa de Ramón. En poco tiempo el jefe de la familia reune a todos y empezamos a repartir lo que habíamos llevado. Es poco, lo sabemos nosotros y lo saben ellos, esa comida será suficiente para calmar el hambre de unas semanas y luego volverán de nuevo a la condición que nosotros, conquistadores, predicadores y evangelizadores hemos contribuido a crear. Privándoles de sus tradiciones y culturas sin llevarles ni siquiera una gota de agua potable. Mientras distribuyo las prendas de vestir cruzo mi mirada con la de algunas madres que llevan a los niños en la faja. Es una mirada que no soy capaz de mantener, araña violentemente. También el aire árido que se respira es desgarrador, lacerante, como lo es ver morir a un hijo de desnutrición a dieciséis años.

Se llamaba Fidel Frias y había crecido allí hasta hace unos meses, en esa aldea a 40, 50 km. de Santa Victoria Este, la "ciudad" dónde la gente camina descalza entre barro, botellas de Coca cola y perros piel y huesos. Dónde los ojos brillan y los pies lloran las heridas del cuerpo.

Son precisamente los ojos de los niños que veo en las distintas comunidades los que calan profundamente en mi pecho, me siento nada de frente a su inmensidad. Aún logro retener las lágrimas hasta que, en la última comunidad que visitamos, siento los gritos de dolor de una niña que no puede caminar. No se sabe por qué, nunca la ha visitado un médico y no se sabe si está así desde el nacimiento o si ha sucedido algo después. Una cascada de emociones estalla sin parar: mucha rabia, porque te sientes culpable e impotente; dolor porque te entra en la piel; gratitud por las enseñanzas que te transmiten con su ejemplo; admiración porque ellos saben sonreír e incluso abrazarse cuando la aluvión acaba de destruir sus casas; una sensación de inutilidad porque es verdad, somos inútiles, más bien dañinos, si no luchamos con nuestras manos por estos hermanos y porque no sabes por dónde empezar para cambiar una situación que siglos de sociedad egoísta han creado; miedo de que esa sociedad individualista en la que has crecido te condicione; amor y fe por la vida porque, a pesar de todo, es lo que te enseña continuamente esta gente cuando te pierdes en sus abrazos y en sus ojos oscuros, profundos pero que brillan con la misma luz de las estrellas.

14 de julio 2019

Mensaje adjunto:

- Funima International sembra amor y solidaridad en Sudamérica semina amore e solidarietà in Sudamerica

http://www.unpuntoenelinfinito.com/messaggi-celesti/2019/8661-funima-international-siembra-amor-y-solidaridad-en-sudamerica.html

mondin3

mondin4

DVD - Boletines

mensajes secretos es

unalagrima2

boletineslink

Sitios amigos

ban3milenio



bannersitoarca

Sitios relacionados

 logofunimanuevo2015lavida box 

crop boxcatania3 

Libros

ilritorno1 TAPA LIBRO laira
cop dererum1 humanidadtapa
books2 TAPA100

Suscríbase a nuestro boletín de noticias
Estoy de acuerdo con el términos y condiciones y el Política de privacidad