11/09/2015 03:52 horas
EFE Bogotá
Ya había recibido amenazas
- Núñez trabajaba en la emisora radial La Preferida y era corresponsal para otros medios
- Había publicado "temas relacionados con algunos delincuentes capturados" en Pitalito
La periodista colombiana Flor Alba Núñez Vargas, que había recibido amenazas, fue asesinada este jueves por un desconocido que le disparó cuando entraba en la emisora en la que trabajaba en el municipio de Pitalito, departamento del Huila (suroeste), informó la Policía.
Núñez trabajaba en la emisora radial La Preferida y además era corresponsal para otros medios, una labor por la que había sido amenazada, según varios medios locales.
Un jefe de Policía de la zona dijo al canal Caracol Televisión que la comunicadora había publicado "temas relacionados con algunos delincuentes capturados" en Pitalito.
Tras conocer el hecho, el coronel Santiago Camelo Ortiz, Comandante de la Policía en el departamento de Huila, se trasladó a la zona junto con un equipo de investigadores para encontrar al responsable, según un comunicado difundido por esa institución.
Además, las autoridades anunciaron una recompensa de hasta 70 millones de pesos (unos 22.758 dólares) para quien suministre información que pueda facilitar la detención del responsable.
Asesinan a balazos en México a Miguel Ángel Jiménez, el líder que buscaba desaparecidos
Por Jean Georges Almendras. Agosto 14-2015
Hoy por hoy, periodistas y todos aquellos que en diferentes trincheras venimos luchando por un mundo mejor –por un mundo más justo, por un mundo más solidario, y en particular por un mundo menos hipócrita, y bastante menos impune- deberíamos vestirnos de luto permanente y pintarnos la cara en son de guerra, porque la violencia (el terrorismo, mejor dicho) está lacerando duramente al ámbito en el cual la lucha social tiene como protagonistas a los operadores de la información y a los activistas sociales, de algunos países de Sudamérica.
En el buen romance, podríamos decir respecto a México, que más se parece a un país sin ley en el que la vulnerabilidad de los sectores donde se denuncia al crimen organizado -sea vestido de narco, de uniforme policial o de traje de político- está en su punto más elevado de ebullición y de apogeo
Tanto es así, que quizás ahora –mientras escribimos estas líneas- desde las mismas sombras perfectamente ya se podría estar planificando más muertes y hasta se podrían estar materializando otras, allá en México. Porque esa violencia, mal que nos pese, ya forma parte de la convivencia mexicana, y eso duele.
A propósito del crimen del periodista mexicano Rubén Espinosa
Por Jean Georges Almendras
Agosto 3, de 2015
En el mundo de las tinieblas, en el que inexorablemente nos encontramos, parece ser que el periodismo, para unos, sigue siendo un arma letal, que en consecuencia, atrae la acción de un enemigo cruel y despiadado: la criminalidad organizada inmersa en cualquier ámbito. Y no hay preferencias territoriales. El reciente día sábado 1ero de agosto de este 2015, la noticia de la tragedia se esparció por todo el planeta. Otro periodista había sido asesinado, corriendo igual suerte cuatro mujeres que se encontraban con él, en un apartamento de la ciudad de México. ¿Y quién es el periodista? Pues bien, es un reportero gráfico de nombre Rubén Espinosa, de 31 años de edad, quien se especializaba en la cobertura de protestas sociales y que se cruzó en su camino de informar, con sujetos que consideraron que su profesión era en extremo perjudicial para sus intereses criminales o para la impunidad con la que realizaban sus actividades ilícitas.
Reportero grafico mexicano, asesinado por denunciar, uno más
Por Jean Georges Almendras
Agosto 3, de 2015
Ha caído uno de los nuestros. Rubén Espinosa Becerril. Uno como nosotros. Como nosotros, que creemos en la verdad y creemos en la justicia. Como nosotros, que nos asquea la corrupción y que nos repugna ver la soberbia y el avasallamiento de criminales vestidos de Estado y con atuendos de opulencia, teñidos en sangre y cubiertos de impunidad. La eterna impunidad de los poderes políticos y criminales. En Sudamérica y en Italia, y en otras regiones del planeta. Un sistema de convivencia, disfrazado de una democracia insulsa y farsante, y desviado.
Llorar, sería poco.
Porque la rabia vence al llanto y porque la fuerza para luchar crece. Se incrementa. Se hace más consistente. Y hasta se multiplica, sorprendentemente.