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Jueves, 27 Noviembre 2014 14:48
Escrito por  LQ
José Carlos Rodríguez Foto: Archivo
Asunción, IP.-  El sociólogo José Carlos Rodríguez reflexionó en torno a los peligros potenciales de la instalación de la denominada “narcopolítica” en el país, en la edición N° 26 de la revista de Economía y Sociedad del Centro de Estudios y Análisis de la Economía Paraguaya (Cadep).
En su artículo “Inquietantes riesgos de fractura del Estado paraguayo”, analiza parte de los últimos acontecimientos vinculados a la muerte del periodista Pablo Medina y su acompañante, para a partir de ello, desentrañar los antecedentes históricos que refieren a la incursión de mafias en las instancias del Estado y las numerosas vidas que éstas fuerzas han cobrado a lo largo de las décadas.
“Hablamos en democracia de una geografía del narcotráfico (la frontera con Brasil); de una población (urbana y rural) amiga de los narcos, que los apoya y que es ganada por ellos con amenazas o con beneficios puntuales; de una economía del narcotráfico (difícil de estimar); de una política del narcotráfico, con sólida instalación en los tres poderes del Estado: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, a nivel local y nacional; así como de partidos políticos narco transformados en personalidades en algunas localidades”, explica el autor.
Agrega que se está formando un mercado interno para las drogas, se desarrolla el Mercosur narco; los poderes mafiosos están diversificando sus medios de ingreso: ya no es solo la droga o el tráfico de personas sino también la protección violenta, esto es, el cobro de ‘impuestos’ paralelos.
Para Rodríguez, resulta preocupante que autoridades estatales sean señaladas como potenciales piezas dentro de crímenes que implican actos de extorsión,  malversación y hasta asesinato de civiles.
Igualmente, reflexiona en torno al concepto de “estados fraccionados”, señalando que los mismos “existe cuando el Estado central-oficial predomina pero sin el monopolio de la fuerza, junto a poderes laterales, parciales, territoriales, que comparten el uso de la fuerza con el Estado. Comparten el uso de la fuerza sin ley, responsabilidad o restricciones, pero con acatamiento de la población”.
“El peligro es que esa relación entre el Estado oficial y estos poderes delictivos, que son un Estado en paralelo, con poder en sentido duro, con potestad de imponerse a través de la violencia, no constituya una transgresión, excepcionalidad o circunstancialidad, sino llegue a conformar en el Paraguay una estructura estable de coexistencia violenta, no excluyente sino complementaria. Y el peor peligro es que ese doble poder no sea de dos actores distintos, sino dos modos de ejercicio del mismo poder, que funciona por las buenas (con democracia) o por las malas (con terrorismo de estatal o para-estatal)”, advierte.
Según Rodríguez, Paraguay está aún lejos de concretar esta circunstancia del doble poder-doble Estado, aunque considera que varios de sus mecanismos ya están hoy presentes.
Expone que las condiciones socio-económicas para la fractura del Estado están dadas en el Paraguay y en América Latina. Estado mínimo, la peor desigualdad del mundo, la peor delincuencia, el imperio de la ley deficiente, la cohesión social escasa y disminuyendo, un inmenso contingente de la población sin posibilidad de progresar a través del trabajo, una mayoría de empresarios que espera incrementar sus fortunas a través de rentas excepcionales, no del aporte que hacen a la sociedad.
“También las condiciones culturales son favorables a la fractura del Estado. Crisis de representación y representatividad. Crisis de confianza en los partidos políticos, en los gremios y en las instituciones de la democracia, en la efectividad del sufragio y en la integridad de los poderes constituidos”, indica.
Po ultimo dice “es verdad que el Paraguay es más que sus defectos, que el Estado es más que sus limitaciones, que la narcopolítica no es toda la política. No hay que creer en las brujas, pero es mejor cuidarse”.
Modificado por última vez en Jueves, 27 Noviembre 2014 15:01
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