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URANIO EMPOBRECIDO ENTRE ISRAEL E ITALIA
Israel e Italia. Más allá del trabajo diplomático (que prácticamente no existe, en realidad), hay un hilo rojo todo particular que pone en relación en estos días a los dos países. Un hijo rojo que se llama uranio empobrecido U238, para los amantes de la química. Aunque sean dos terrenos distintos entre ellos. Por un lado, una guerra sin piedad, sin sentido, un ataque que sigue adelante a base de “armas sucias”, sin escrúpulos particulares de conciencia por parte de quien se considera la única isla democrática del Medio Oriente; por otro lado una aula de tribunal que, finalmente, han puesto al  gobierno italiano de cara a sus responsabilidades y a sus hipocresías respecto a como han sido conducidas las misiones de paz por el mundo: desde Irak a Somalia, desde Bosnia-Erzegovina a Kosovo, sin olvidar Afganistan.

Mientras en Gaza empieza el vigésimo día de guerra y mientras ya se rozan las mil víctimas entre los palestinos, se hacen cada vez más fuertes las dudas sobre el tipo de armas utilizadas por los israelitas para atacar a una población extenuada y a un grupo de guerrilleros que de seguro no pueden competir con la tecnología que alardea el otro frente. Los médicos internacionales que en la Franja ayudan con poquísimos medios los miles de heridos, dicen que los daños a las extremidades y a los órganos hablan claro: los israelitas están usando armas ilegales como bombas “Dime” y al fósforo que ya experimentaron en el Líbano en el 2006.
No solo esto. Existe la sospecha de que hay también proyectiles que contienen uranio empobrecido, que dan origen a polvos sutilísimos y radiactivos, capaces de causar leucemias, tumores, linfomas incluso muchos años después de que terminen los enfrentamientos. También las “Dime” parecen haber sido fabricadas a propósito para provocar cuantos más daños sea posible en un breve y largo plazo. Estas bombas, en efecto, provocan una fuerte explosión en un corto radio (de 5 a 10 metros) que lacera los cuerpos de todos los que se encuentren en la zona, no importa si son civiles o militares.
Pero no basta. Los micro-fragmentos generados contienen tungsteno radiactivo y metales pesados que si se inhalan causarán tumores a los supervivientes.
Quien dice todo esto no es Hamas, no es una fuente a favor de una de las partes. Son algunos médicos noruegos que ven todos los días esos cuerpos lacerados, trozados netamente y que han reconocido que esas heridas, esas quemaduras, eran las mismas que fueron denunciadas hace tres años en el Líbano. A pesar de los escándalos, de las investigaciones que siguieron después de los ataques del 2006, el ejército israelita sigue jugando sucio. Cierto, las “Dime” son una invención relativamente reciente de la industria bélica americana y no han sido incluídas en la lista internacional de armas prohibidas, pero una nación que se obstina  en autoproclamarse democrática debería razonar de otra forma, por encima de que haya o no normas impuestas que respetar.
¿Pero Italia? ¿Qué tiene que ver en todo esto? El hilo rojo es siempre el mismo y entrelaza “armas sucias”, U238, autoridades niegan la evidencia. El lunes pasado los jueces de la fiscalía de Florencia han reconocido oficialmente lo que durante años los varios gobiernos han intentado esconder debajo de la alfombra.
La sentencia es simple: el ministerio de la Defensa tendrá que pagar 545.000 euros de resarcimiento  a un militar que padece de un linfoma de Hodgkin. Giambattista Marica era uno de los paracaidistas enviados a Somalia para apoyar a Estados Unidos en la operación “Restore Hope” contra los “warlords” (señores de la guerra) que arreciaban Mogadiscio. En el Cuerno de Africa, Marica se queda 8 meses: desde diciembre de 1992 hasta julio de 1993. De esa misión lleva consigo el linfoma de Hodgkin, una rara forma tumoral que en los países occidentales afecta a tres casos por cada cien mil. Los jueces reconocen que la causa es el uranio empobrecido que cubre los proyectiles utilizados durante la misión. Ya de por si, poner en relación Somalia y uranio empobrecido no se da por descontado, dado que hasta ayer todas las comisiones parlamentarias se habían concentrado solo y exclusivamente sobre los Balcanes.
Pero lo jueces van más allá: escriben que el ministerio de Defensa de entonces (guiado por el socialista Salvo Andó, que formaba parte del gobierno Amato) ha sido corresponsable de esa enfermedad por “omisión de las informaciones”, porque sabía que allí había uranio empobrecido, sabía (porque había sido informado por la OTAN) que se trata de una substancia cancerígena, sabía pero “no ha adoptado todas las medidas necesarias para tutelar la salud de sus militares”. La sentencia lo ratifica varias veces: el ministerio “sabía, debía y tenía que ser informado del uso de artefactos a base de uranio empobrecido, de su peligrosidad y de los riesgos que comporta y actúa de consecuencia por principios de cautela y de protección” Todos los militares que se han enfermado después de regresar de las distintas misiones han declarado que en las operaciones especiales, americanos y alemanes estaban equipados con equipos aislantes, escafandras, guantes especiales, mientras ellos tenían guantes normales de lana y poco más.
Ha tenido que pasar más de un decenio para obligar al Estado a reconocer ese nexo de casualidad, pero hasta hoy no ha llegado ninguna excusa oficial, ninguna admisión de la completa falta de esas “medidas necesarias”. El 18 de dicembre, el gobierno se ha limitado a aprobar una disposición que destina alrededor de treinta millones de euros para indemnizar a los miles de militares enfermos y a las familias de las decenas de muertos.
Una disposición, en verdad, ya predispuesta por el ejecutivo anterior, bajo el gobierno de Prodi. Dinero y basta. Explicaciones, admisiones de responsabilidad, excusas, ni siquiera hablar de ello, lo mismo ahora que en los gobiernos anteriores.
Entre las páginas de los varios informes redactados por las distintas comisiones –informes que más que aclarar ocultan- sale a la luz otra cuestión: la de los cuatro polígonos de tiro en Cerdeña. “Nunca ha sido autorizado en el territorio nacional el uso de proyéctiles que contengan uranio empobrecido”, se puede leer en el informe concluyente de la Comisión Parlamentaria de investigación instituida en el 2004 y presidida por el senador Paolo Franco. Todo esto a pesar de la cantidad de datos habidos en Cerdeña y dados a conocer recientemente en el último romance-investigación de Massimo Carlotto y Mama Sabot: «Perdas fogu».
Sin embargo, esa comisón se ha visto obligada a admitir algo: “No hay un control directo y preventivo por parte de los responsables de los polígonos sobre el material destinado a ser utilizado en las maniobras y en las experimentaciones (estás úlimas en general son efectuadas por cuenta y por manos de empresas privadas interesadas en valerse de los equipos en dotación de los polígonos): en práctica, nos confíamos en autocerficaciones, formuladas a menudo con términos genéricos”.
En pocas palabras, el uranio empobrecido o U238, como se quiera llamar, es de casa en Italia como lo es con toda probabilidad en Israel.

Agnese Licata – altrenotizie
15 de enero 2009