Esta página web utiliza cookies de carácter técnico propios y de terceros, para mejorar la navegación de los usuarios y para recoger información sobre el uso de la misma. Para conocer los detalles o para desactivar las cookies, puedes consultar nuestra cookie policy. Cerrando este banner, deslizando esta página o haciendo clic sobre cualquier link de la página, estarás aceptando el uso de las cookies.

FRANCIA: RESIDUOS NUCLEARES SE ESCONDEN EN SIBERIA
Difundido ayer por la noche en Arte (Canal de TV Franco-Alemán, N. de T.), el documental de Eric Guéret y de nuestra periodista Laure Noualhat, denuncia que algunos desechos radiactivos franceses, lejos de reciclarse, se abandonan en Rusia.

Desde hace años, la industria nuclear francesa se presenta como una industria reciclable en la que, nos aseguran, el 96% de los elementos radiactivos son reutilizables. Una cifra que hace palidecer de envidia a las industrias más contaminantes. De esta manera, el sector nuclear se presenta como una industria limpia y reciclable, funcionando en un circuito casi cerrado que, por añadidura, asegura la independencia energética de Francia. La realidad es bastante distinta. Y ese atractivo circuito de lo nuclear, en realidad, padece grandes fugas. En la actualidad, cerca del 13% de los materiales radiactivos producidos por nuestras plantas nucleares duerme en algún recóndito lugar de Siberia. Precisamente en el complejo atómico de Tomsk-7, una ciudad secreta de 30.000 habitantes vedada a los periodistas. Allí, todos los años, y desde mediados de la década de 1990, llegan en contenedores 108 toneladas de uranio empobrecido producidas por las centrales francesas para almacenarlas en un gran depósito a cielo abierto.
¿Cómo y por qué se ha llegado a esto? Para comprenderlo, hay que recorrer la cadena de la reutilización nuclear francesa. En el proceso de la reacción en cadena, el combustible, constituido principalmente por barras de uranio, produce un poco de plutonio, pero también otros «residuos finales». La empresa EDF (Electricité de France, N. de T.) paga a la empresa industrial Areva para que "reprocese" el combustible consumido en la planta de Hague, en La Mancha. Allá, se separan los residuos finales con los que no se pude hacer nada (4% del volumen), luego el plutonio (1%) y el uranio recuperado (95% restante). La empresa Areva asegura que el plutonio y el uranio recuperados son reutilizables, lo que representa el famoso índice de reciclaje del 96%. Pero, en la realidad, es más complicado.
En barco, en tren
El plutonio, efectivamente, se reinyecta en el ciclo del combustible, pero con índices muy reducidos. Asociándolo con uranio empobrecido se obtiene un nuevo combustible, el MOX (abreviación de «mezcla de óxidos»), que alimenta, en parte, a 22 de los 58 reactores franceses. En cuanto al uranio de recuperación, sólo puede reutilizarse un 10%. Para volverlo a introducir en el núcleo del reactor, hay que enriquecerlo más de lo usual. Es un proceso que se efectúa actualmente en Rusia, porque Francia no dispone de la tecnología. Según explica Mycle Schneider, consultor internacional en asuntos de energía «la Planta Eurodif (1), en Drôme, que es la fábrica de enriquecimiento de Areva, no dispone de una línea de producción específica para efectuar esta tarea» De tal manera, Areva envía una parte del uranio a reciclar a 8.000 Km. de Francia, a Siberia.
Los contenedores se embarcan en el Havre hasta San Petersburgo y luego se cargan en tren para su tratamiento en el complejo atómico de Tomsk-7. Una vez allí, se enriquece el uranio de recuperación, produciendo un 10% de material reutilizable por la EDF y un 90% de uranio muy empobrecido -comúnmente conocido como «las colas de uranio»- que se convierten en propiedad de la empresa rusa Tenex. Este uranio se almacena en grandes depósitos a cielo abierto. En este estado no es demasiado peligroso, salvo que un avión se estrellase contra él, lo que dispersaría la materia radioactiva por el medio ambiente.
Las empresas francesas del sector, Areva y EDF se defienden de la acusación de dejar residuos radiactivos a los rusos. Para dichas empresas esos materiales empobrecidos se pueden reutilizar y revalorizarse. Y en el entorno de Borloo (2), la autoridad sobre la energía y el clima difunde los múltiples usos que se le podrían dar: «Podemos mezclarlo con plutonio y producir el MOX. Así, cuando los reactores de cuarta generación entren en servicio, en 2040 si no hay problemas, se podrá reutilizar». EDF considera que esta última opción «representa el más importante potencial de reutilización, ya que las colas de uranio constituyen el combustible natural de esta tecnología. La cita es, entonces, para 2040.
Una auténtica trampa
Para muchos expertos y ecologistas, la utilización del uranio empobrecido en Rusia es improbable, ya que este material se parece a una naranja exprimida dos veces: no tiene mucho jugo. «Teóricamente se pueden utilizar las colas para fabricar combustible nuclear, pero en la práctica los rusos no lo hacen», sostiene Vladimir Tchouprov, responsable de la Campaña Energía de Greenpeace en Rusia. «Este material es contaminante y contiene muy poco uranio 235. Es una auténtica trampa. Para nosotros es un residuo final». Para los ecologistas rusos, Areva envía a Rusia los residuos que no tienen por el momento ningún valor comercial y son peligrosos. «Los franceses envían materiales cuya proporción verdaderamente reutilizable es ínfima, aproximadamente un 10%. ¿Se justifica esto? En realidad, ellos desechan el 90% de su material en nuestro país», se lamenta el ecologista ruso.
«El término abandonar no es adecuado», replica Jacques-Emmanuel Saulnier, vocero de Areva. «La práctica internacional establecida es la siguiente: El material enriquecido se devuelve al cliente (en este caso EDF) y el material empobrecido queda para la empresa enriquecedora. Pero es verdad que la tecnología puede mejorarse. Por el momento nosotros estamos tecnológicamente obligados a separar los materiales. Pronto podremos superar esto»
Este traslado de materiales radiactivos plantea algunas cuestiones: La seguridad de su transporte durante 8.000 Km, la seguridad de su almacenamiento y la eficacia de su recuperación. A la espera de los hipotéticos avances tecnológicos que deberían producirse, el circuito cerrado del material nuclear francés se realiza en Rusia con una total falta de transparencia
Notas:
(1) Planta de enriquecimiento de uranio por difusión gaseosa, ubicada en Tricastin, que abastece el 25% de las necesidades mundiales de uranio enriquecido.
(2) Jean Luis Borloo, actual Ministro de Ecología, de Energía, de Desarrollo Sustentable y del Mar a cargo de las Tecnologías verdes y de las Negociaciones sobre el clima.

Laure Noualhat – 14/10/09
Libération
Fuente: http://www.liberation.fr