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marianatPor Mariana Trejo
Tras el asesinato de Pablo Medina y otros sucesos perpetrados por las mafias en Sudamérica parece haberse sembrado el terror. En el periodismo, en las zonas donde residen los narcos, en las convenciones de medios y se hace eco en lugares muy lejanos a Paraguay y México.
Una sola sensación se transmite: miedo. Miedo a ser perseguido, a ser extorsionado, miedo a desaparecer, a morir. Como un cáncer que se esparce rápidamente, agarrando todo a su paso, envenenando a cada ser posible.
Esta es la miseria humana en la que vivimos. Aplastados por el miedo. El miedo nos hace miserables, esclavos impotentes ante este sistema de corruptos asesinos. Nos hace cobardes de espíritu, nos vuelve totalmente controlables por los poderosos que ostentan el poder con grandes mentiras.
Así es como trabajan para someternos: con el miedo.
Los emperadores Romanos, en complicidad de La iglesia Cristiana, se valieron de esta herramienta para someter a su pueblo y los poderosos, gobernantes y mafiosos la siguen utilizando eficazmente con la gente. Con una sensación. Así de fácil dejamos someternos, porque nos callamos, vemos las injusticias y no hacemos nada, drogan a nuestros hijos y no hacemos nada, dejamos de luchar. Y nuestros hijos siguen ese ejemplo.
Como decía el Che, en un afiche colgado hace poco en Paraguay: “no le temo a las acciones de los malos, sino al silencio de los buenos”. Y ese es el punto. Porque cuando dejamos de luchar, y nos convertimos en un pueblo sometido, no hay destino. No hay futuro para nuestros hijos si les enseñamos a temer.
Pero hay algo que no tienen en cuenta los criminales, mafiosos y asesinos de Pablo Medina y otros tantos periodistas de Latinoamérica que iban tras la verdad, y es que cuando el pueblo se une, no tiene miedo y lucha. Un pueblo unido por una causa justa le provoca temor a los poderosos que quieren someterlo. La sed de justicia y búsqueda de la verdad les hace hervir la sangre a estos malignos, porque cuando la verdad, la molesta verdad sale a la luz, ya no pueden someternos. Los que anhelamos justicia y cárcel a los cobardes asesinos no tenemos miedo. Y somos muchos. Miles. Millones. Ellos son pocos. Son capaces de atrocidades inhumanas, eso sí, pero son tan pocos. Sólo nos queda a nosotros decidir: tener miedo, o luchar para erradicar a este mal de la faz de la tierra. Los tiempos se acortan, y la verdad es que la muerte no existe, porque el espíritu es eterno, y nos pueden hacer dudar pero no podemos dejarnos caer. Hay que seguir luchando, día a día, contra las injusticias, Jesucristo nos acompaña, pero sólo si luchamos a favor de la vida, sino lo hacemos estaremos solos.
28 de Noviembre de 2014
Mariana

Arca de Piedrabuena
Provincia Santa Cruz