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HEZBOLA ROMPE EL GOBIERNO LIBANES Y ABRE UNA NUEVA ETAPA DE INESTABILIDAD
El partido-milicia chií busca el fin de la investigación sobre la muerte de Hariri.
ANA CARBAJOSA - Jerusalén - 13/01/2011
Hezbolá, el gran partido-milicia chií, puso ayer fin al Gobierno de unidad libanés tras la renuncia de sus ministros y la de sus aliados del Gabinete. Con este gesto, Hezbolá quiere presionar al primer ministro libanés, Saad Hariri, para que se desmarque del tribunal de la ONU que investiga la muerte de su padre en un atentado en Beirut en 2005 .
Técnicamente, la caída del Gobierno no supone un gran cambio, debido a que la tensión política bloqueaba de facto el funcionamiento del Ejecutivo de unidad que hacía meses había dejado de reunirse y tomar decisiones. Pero la ruptura formal del Ejecutivo sí abre paso a un nuevo periodo de incertidumbre política en un momento de fuerte tensión intersectaria en Líbano.
Desde que el año pasado se filtrara a la prensa que el tribunal de Naciones Unidas tenía previsto acusar a miembros de Hezbolá del magnicidio, el Partido de Dios se ha esforzado por impedir que los resultados de la investigación salgan a la luz. Hezbolá, el partido que lidera el todopoderoso Hasan Nasralá y que cuenta con el apoyo de Irán, considera que la corte forma parte de la propaganda con la que el archienemigo israelí pretende restar legitimidad al partido-milicia chií, al tiempo que niega cualquier implicación en el asesinato.
El enfrentamiento entre los defensores de que la investigación siga adelante -los conocidos como el bloque prooccidental capitaneado por Hariri-, y los detractores, que apoyan las tesis de Hezbolá, no ha dejado de crecer en los últimos meses. Hasta tal punto, que el clima de tensión ha obligado a posponer en varias ocasiones la publicación de las conclusiones del tribunal.
La llamada iniciativa sirio-saudí se había convertido en la última esperanza para dar con una solución que calmara los ánimos en un país temeroso de que una nueva guerra civil siembre otra vez las calles de cadáveres. El pasado martes quedó claro sin embargo, que saudíes y sirios -quienes respaldan respectivamente a los dos grandes bloques en conflicto en Líbano- habían fracasado en el intento. Así lo anunció el general Michel Aoun, al frente de los aliados cristianos de Hezbolá. "La iniciativa ha finalizado sin resultado alguno", dijo Aoun.
En total, 10 ministros del bloque que aglutina a Hezbolá y a sus aliados, más un supuesto independiente, presentaron en la tarde de ayer su renuncia, lo que supuso la inmediata ruptura de un Ejecutivo con 30 carteras. Los ministros anunciaron que, con su marcha, protestaban ante la negativa gubernamental de convocar una sesión con carácter urgente que condenara las pesquisas del tribunal.
El momento elegido por Hezbolá para sumir a Líbano en su enésima crisis está cargado de significado. La ruptura del Gobierno se produjo justo cuando Hariri se entrevistaba con el presidente estadounidense, Barack Obama. Tras la caída de su Gobierno, Hariri decidió abandonar Washington, gran valedor de los trabajos del tribunal, y volar a Beirut vía París, donde tiene previsto reunirse con el presidente francés, Nicolas Sarkozy.
La Casa Blanca expresó ayer su apoyo a Hariri y al tribunal que investiga la muerte de su padre y anunció después del encuentro que todas las partes en Líbano deben "evitar amenazas o acciones" que puedan causar más inestabilidad. "Los esfuerzos de la coalición que dirige Hezbolá para derribar el Gobierno libanés solo demuestra su propio miedo y su determinación para bloquear la capacidad del Gobierno para llevar a cabo su trabajo y avanzar en las aspiraciones de todos los libaneses", dijo la Casa Blanca en un comunicado.
Los expertos consideran que formar un nuevo Gobierno es una tarea casi imposible en las actuales circunstancias y hablan de un periodo de parálisis política de la mano de un Ejecutivo interino, a la espera de que se solucione el tema del tribunal. Esta nueva crisis interna, pero con notables implicaciones regionales, ha reavivado los temores a nuevos episodios de violencia como los de 2008, cuando Hezbolá tomó Beirut por la fuerza.
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