Esta página web utiliza cookies de carácter técnico propios y de terceros, para mejorar la navegación de los usuarios y para recoger información sobre el uso de la misma. Para conocer los detalles o para desactivar las cookies, puedes consultar nuestra cookie policy. Cerrando este banner, deslizando esta página o haciendo clic sobre cualquier link de la página, estarás aceptando el uso de las cookies.

Recordando a Pablo Medina, periodista paraguayo asesinado el 16 de octubre de 2014  
Por Giorgio Bongiovanni  
Hace un año Pablo Medina, periodista de Asunción (Paraguay), además de colega y amigo personal, fue asesinado con varios disparos junto a su joven asistente Antonia Almada. En recuerdo de su coraje, de su firmeza en llevar adelante investigaciones arriesgadas sobre mafia, política y narcotráfico, publicamos la carta de Francesca Panfili, que tomó parte en la manifestación en Paraguay para reclamar verdad y justicia sobre el asesinato del periodista.

Querido Pablo,    

Ha pasado un año desde que tu cuerpo dejó este planeta. Ha pasado  un año desde aquel día en el que asistimos al llanto de un hombre que nos hablaba de ti, nos contaba tu historia, nos hacía soñar tus ideas y nos hacía anhelar tu ejemplo.    

medina-pablo-alberiQuerido Pablo no he podido conocerte personalmente, pero he conocido tu obra en pos de la verdad y la justicia que llevabas adelante en la tierra roja paraguaya. Te he conocido en el rostro de tu valentísima hija que después de tu muerte ha heredado una nueva familia que la ama y la apoya,  y un padre y una madre que con su ejemplo saben darle amor y esperanza aunque tú no estés. Una hija maravillosa que ha sabido gritar con fuerza contra tus asesinos e iniciar una batalla de denuncia y verdad para sostener tus ideas y combatir contra quién ha querido matarlas.    

Ha pasado casi un año desde que estuve en Paraguay y hasta hoy todavía no he sido capaz de escribir bien lo que viví a través de tu sacrificio… Rostros, palabras, gritos, ojos profundos, velocidad, lucha, olor de muerte, un paradigma de vida que se disuelve entre el asfalto caliente de octubre-noviembre y la capa del cielo en un ambiente en el que el tiempo transcurre de otra forma, al ritmo de una vibración de fondo que aquí no comprenderemos.

Dentro de mi tu recuerdo ha estado siempre vivo en este año que ha transcurrido veloz e intenso. Tus ojos han acompañado mis días. Tu ejemplo  me ha servido de consolación y de empuje para luchar. Y precisamente he reflexionado sobre esta lucha. Me he cuestionado a mi misma precisamente sobre esta batalla, esta cruzada, como tú la definías. Porque tú con tu ejemplo nos has educado a estar en primera línea, lejos de los slogan y de la comodidad de una silla. Tú nos has  empujado a que prediquemos justicia y verdad por las calles calurosas de Asunción; tú has hecho posible que nos sintamos útiles, aptos para cumplir con ese deber al que la vida nos llama. Tú me has ayudado a vencer muchos miedos y debilidades, a tener el valor de hablar a la gente de tu vida y de tu muerte encontrando las palabras y la actitud para hacerlo.    

Tu sacrificio ha sido una gran enseñanza para todos nosotros jóvenes del planeta Tierra que queremos defender a quiénes, como tú, han dado todo por un ideal de justicia y verdad, que queremos luchar en todas las formas posible al lado de los justos, que nos sentimos desadaptados a esta sociedad, aplastados por los vínculos del mal, por sus tentáculos, por esta materia oscura que nos oprime. Hombres como tú sois una esperanza para nosotros, son la resistencia encarnada, representan la revolución, el desafío contra el poder corrupto y asesino que tiene que ser destituído; son nuestra arma y nuestra certeza de vencer esta lucha, cueste lo que cueste, son la certeza de la revolución permanente que va mas allá de los confines de los Estados y une a los Hombres de Buena Voluntad que independientemente de su credo abrazan un ideal de superior y lo encarnan.    

¡Quiero decirte gracias desde lo profundo de mi corazón!    

Gracias porque a través del llanto y de los gritos de dolor y de justicia de Giorgio cuando nos hablaba de ti, he podido intuir aún más el alcance de tu sacrificio, lo que significa continuar adelante en la verdad, tener coraje en un lugar en el que todo se te opone, en uno de esos lugares oscuros del mundo donde siempre se tiene la impresión de que nada fluye, y sin embargo, de un momento a otro,  puede suceder de todo. Un lugar en el que la vida y la muerte se funden en un mismo instante de eternidad.  

Quiero darte las gracias por tu sacrificio, que nosotros nunca entenderemos bastante, porque condicionados como estamos no logramos ponernos nunca en el lugar de los demás, vivimos los acontecimientos como si fueran ajenos a nosostros, mientras en realidad todo lo que ocurre en este mundo, tiene que ver con nosotros directa o indirectamente.  

¡Gracias por ser nuestro hermano!    

Te pido perdón por no haberte conocido antes de tu muerte, por no haberte apoyado antes de tu sacrificio, cuando tú, en el silencio de tu tierra, incensante e frenéticamente buscabas pruebas e indicios; cuando tú trabajabas en la obscuridad de la noche para buscar la verdad y ni siquiera el sueño te apartaban de tu misión. Te pido perdón si nos hemos olvidado de ti por un sólo instante, sumergidos en nuestra pequeña vida creyéndonos el centro del mundo.

Tú, el hermano lejano que con la humildad de los grandes luchabas, silencioso, con todos los medios a tu alcance, sin miedo, sin hacer ruido, entre el polvo rojo, y arriesgabas todos los días de ser atacado, de caer, de ser aplastado bajo las  incómodas y pesadas verdades que conocías y que quisiste transmitir al mundo. Te pido perdón si aunque sea solo per un instante te sentiste solo.    

Con tu muerte nos has ayudado a comprender el sacrificio de Cristo, el valor de la lucha, de dar todo, viajando en una dirección obstinada y contraria para que algo cambie en esta sociedad a la deriva. Tú has sabido alquimizar el mal para hacer de nosotros testigos del bien y de lo que el Padre nos pide.    

almada-antonia-cappelloRecuerdo todavía  la gran manifestación en tu honor en Plaza de la Democracia, el ruido de los grandes automóviles que zumbaban al anochecer pasando al lado de las sillas dónde se sentaban tu mamá, tu papá, tus hermanos, tu querida hija… ante el estupor general por la ausencia de un pueblo que en esa plaza no estaba. Recuerdo las miradas atemorizadas de quien quiso estar ahí incluso con el terror de ese cáncer criminal que atenaza tu riquísima tierra, que la mala vida ha reducido a la esclavitud y a la ley del silencio. Recuerdo la dignidad de tus familiares en afrontar un dolor tan grande… y gracias a sus miradas he comprendido que ya hemos vencido, que Cristo ha desgarrado las tinieblas y ha despertado nuestros espíritus.    

Tu sacrificio no será nunca en vano. Tu presencia revive en los ojos de tu hija, en los ojos de cada justo que lucha cada día con el ardor y el coraje que tú nos has mostrado para liberar nuestro planeta del mal y destruir el sistema de poder que quiere someter a poblaciones enteras y destrozar nuestras tierras.    

Quien te ha matado, aquellos que han decidido de matarte a ti y a tu joven asistente Antonia Almada, no podrán matar nunca tus ideas, tu ejemplo, tu vida, tu coraje, tu dedicación y constancia en la lucha contra el mal.    

Contigo el mundo ha sabido que hoy hay todavía hombres que viven para luchar contra la corrupción, cueste lo que cueste. A través de tu vida el mundo ha podido conocer la situación de injusticia y esclavitud social, cultural y política que vive el pueblo y los justos del mundo pueden unirse hoy a ese pueblo para pedir justicia.    

"Entendemos que asumimos una posición que tiene sus riesgos. Pero hasta la vida intrascendente y opaca es riesgosa. Y correr riesgos por la libertad es algo que se acerca a lo sublime. Y es porque anhelamos ser mejores, porque deseamos trascender, porque buscamos ese más allá que mueve y motiva los avances y los logros, es que nos lanzamos a esta suerte de cruzada."

Pablo Medina

Gracias Pablo por tu sacrificio. Gracias por haberme permitido conocerte a través de tu vida y de tus ideas. Te quiero. Gracias Giorgio por haber hecho posible que fuéramos testigos.    

¡Hasta la Victoria siempre!!!   

Francesca Panfìli

15 octubre 2015