31 Diciembre 2014
Pocas veces uno puede decir que un año no sirvió para nada, más que para quebranto y desilusión. Pues esta vez sí; lamentable, pero el 2014 bien podía haber pasado de largo y no se lo iba a extrañar. Temas fundamentales como la narcopolítica, los escándalos de corrupción, los grandes contrabandos descubiertos, leyes fundamentales como el impuesto a la soja o de hidrocarburos, renegociación de la deuda de Yacyretá, fueron encajonados esperando tiempos mejores.
ASUNCIÓN.- Dirán que somos repetitivos al insistir que este 2014 no sirvió para nada más que para las denuncias que, sin embargo, no llegaron a buen puerto, pero sentimos la necesidad de insistir con el tema a fin de evitar que en 2015 repitamos los mismos errores.
Este fue el año de las postergaciones, de la impunidad, de las promesas sin sentido ni base y de las decepciones. Nada se hizo para sentar las bases de un país más justo para todos sus habitantes. Mucho menos para castigar con todo el peso de la ley a los muchos delincuentes que fungen de autoridad. Ni siquiera, teniendo todo en las manos para lograrlo, se establecieron normas que beneficien al Estado con mayor recaudación. Nada, solo indiferencia y haraganería. Los únicos que, como siempre, terminaron beneficiados fueron los mismos badulaques de siempre que lucran con nuestro dinero y nuestros derechos.
Al comienzo pintaba bien. La indignación ciudadana hizo que en las cámaras del Congreso los fueros ya no fueran indestructibles. Luego del ejemplo de Víctor Bogado a fines del 2013, los pedidos de desafuero corrieron sin inconvenientes y varios fueron los legisladores que debieron enfrentarse a la Justicia. Pero de allí no pasó. En estos doce meses no hay ningún legislador que haya sido condenado por la comisión de delitos comunes.
Y no conformes con estafar al Estado, los legisladores sumaron un nuevo delito, la narcopolítica. Se dieron a conocer los nombres de diputados que están ligados al narcotráfico, incluso formando parte de la mafia del tráfico de drogas, a la que se sumaron intendentes y gobernadores del interior del país, que han logrado cargos electivos para seguir traficando con absoluta impunidad. El día en el que en el Senado se dieron los nombres de los diputados narcos, parecía que la historia empezaba a cambiar y que, por fin, se iba a hacer justicia. Pero de allí no pasó, de la denuncia. Las pruebas fueron entregadas a la Fiscalía y allí quedaron, aguardando que la Unidad de lucha contra el Narcotráfico empiece el proceso e impute a alguno.
Y la lista continúa con el juicio político, postergado por el Senado hasta marzo del año próximo así que durante 3 meses más tendremos que soportar a Sindulfo Blanco, Óscar Bajac y César Garay como ministros de la Corte Suprema de Justicia, a pesar de los graves delitos de los que fueron acusados por Diputados.
También fueron postergadas la ley de impuesto a la soja y la de hidrocarburos; ambas sólo tienen disposiciones que beneficiarán al Estado y le permitirán mayor recaudación. Pero el Parlamento no tuvo la valentía necesaria de sancionarlas porque implicaría enfrentarse a poderosos sectores del país.
Lo que ya no puede seguir postergándose es la necesidad de la gente de una vida mejor. Y es tiempo de que las autoridades se den cuenta de que la cuerda ya está demasiado estirada.
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